Las elecciones para renovar el Parlamento de Venezuela, rechazados por buena parte de la oposición, tendrán más de 14.000 candidatos, de acuerdo con el árbitro electoral. Pero algunos de estos participantes destacan más por sus inusuales orígenes y anécdotas del pasado que por sus propuestas legislativas.
Aunque la lista de los que podrían considerarse como candidatos extravagantes supera con creces la veintena, hay tres que en este apartado toman la delantera: Nicolás Maduro Guerra, el hijo de Nicolás Maduro; y los presentadores de televisión Juan Eleazar Figallo y Winston Vallenilla.
«Nicolasito» Maduro, ¿un heredero?
El economista Nicolás Maduro Guerra es más conocido, por ahora, por sus radicales declaraciones y por haber bailado bajo una lluvia de billetes durante una boda en 2015.
Muchos recuerdan también que, en 2017, amenazó a Estados Unidos con una contundente respuesta militar si Venezuela llegara a ser invadida por el gobierno de Donald Trump.
«Si se diera el supuesto negado de mancillarse el suelo patrio, los fusiles llegarían a Nueva York, señor Trump. Tomaríamos la Casa Blanca, porque hasta Vietnam se quedaría pequeño», dijo en una sesión de la controvertida Asamblea Nacional Constituyente, de la cual es miembro.
Pero en su carrera por una curul en el Parlamento por el costero estado Vargas, Maduro Guerra está intentando dejar atrás esta imagen. Así que se presenta como uno de los candidatos a las elecciones por la juventud y de las ciencias, un ámbito en el que el país, cree, tiene posibilidades de mejora.
Así, este joven que muchos ven como un «heredero» político de su padre, ha propuesto una universidad para la tecnología en esta región, que vive de su puerto y del turismo. Pero también ha sugerido la creación de leyes para apoyar a los emprendedores locales.
A sus 30 años de edad, ya tiene experiencia en la administración pública, aunque siempre de la mano de su padre, a quien han acusado de nepotismo por asignarle cargos sin concurso.
La primera de estas designaciones, cuando el joven contaba solo con 24 años, lo convirtió en jefe del Cuerpo de Inspectores Especiales de la Presidencia de la República, un órgano creado para multiplicar los ojos supervisores del régimen.
Más adelante, fue coordinador de la Escuela Nacional de Cine y ejerció un rol importante en la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela, que también preside su padre.
«Juancho», el solidario
Alguna vez lo consideraron como uno de los periodistas más comedidos del país, pero ahora el presentador de noticias Juan Eleazar Figallo conduce el programa de televisión «El Solidario», por Globovisión.
«¿Hasta cuándo?», grita durante una sección del show matutino, mientras lee al aire decenas de quejas por la crisis venezolana.
«‘El Solidario’ me llevó al pueblo, fue como una atracción (…), lo defino así, como un enamoramiento con el pueblo», dice el hombre a Efe en medio de una pausa publicitaria en su programa del lunes.
Ese «enamoramiento», como lo llama, le llevó a ser uno de los candidatos en las elecciones por el municipio Petare, del estado de Miranda, pero que hace parte de la conurbación de Caracas y donde tiene asiento la favela más grande del país.
¿Su partido? El del pastor evangélico y exaspirante a la presidencia Javier Bertucci, un hombre al que calificó como «amado».
Él mismo se considera como uno de los candidatos «inusuales» de las elecciones, al reconocer su poca experiencia en la política. Pero también como «pueblo», un hecho que lo lleva a tomar posturas alejadas del credo de su partido.
Como candidato de un partido evangélico, Figallo rechaza el aborto y se declara creer «en la vida por encima de todo». Pero sí deja la puerta abierta para debatir sobre el matrimonio igualitario.
«En temas de sexualidad soy total y absolutamente respetuoso de la diversidad y orientación sexual de todas las personas», asegura. «Apoyaría una ley por el matrimonio igualitario, son mis hermanos, con los mismos derechos que puedo tener yo», añade.
El opositor que puso «rodilla en tierra»
Como actor de telenovelas y animador, el candidato por el estado de Miranda Winston Vallenilla hizo carrera en los principales canales de televisión.
Uno de ellos fue RCTV, que cerró en 2007 cuando el Gobierno del presidente fallecido Hugo Chávez no renovó su concesión de operaciones. Allí conoció a su esposa y quedó en la retina de los venezolanos como opositor, al criticar la gestión del entonces presidente venezolano.
Pero seis años después, Vallenilla animó un acto por el cuarto triunfo electoral de Chávez y declaró que estaba «rodilla en tierra» con el mandatario. Se ganó el rechazo inmediato de los opositores ante tan radical giro.
Antes, era más conocido por la frase «familia», que exclamaba antes de iniciar cada edición de un extinto programa de concursos.
En esa época, su fama creció de tal manera que se volvió celoso de su privacidad.
Ya intentó obtener un cargo de elección popular. Optó por una alcaldía caraqueña en las municipales de 2013, que perdió al obtener menos de 20% de los sufragios.
Ahora, el polifacético artista es más un ejecutivo, y hasta hace poco presidió la televisión pública TVES, donde animó una revista sabatina. También protagonizó una telenovela junto a su esposa, la también artista Marlene de Andrade, quien es ahora la jefa de la planta.
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