El violento semestre que acaba de vivir Bogotá, Colombia, en materia de homicidios no solo dejó un saldo de 16 personas asesinadas, torturadas y empacadas en bolsas de basura, sino que, al parecer, también sumó otros seis casos de personas incineradas y envenenadas en Soacha y que, según la Policía, de ese municipio habrían sido arrastradas por las aguas del río Bogotá.
Esta situación volvió a poner en el radar de las autoridades lo que podría ser una célula delictiva del violento grupo criminal venezolano Tren de Aragua, que en Bogotá se asentó en las localidades de Kennedy, Santa Fe, Mártires y Bosa. También está en la frontera, en ciudades como Cúcuta y Arauca, donde se ha dedicado a librar fuertes enfrentamientos con el ELN y las disidencias de las FARC por el control de los corredores de las economías ilegales.
La llegada de la red delictivas de los Aragua a Bogotá, de la cual aún no se tiene una fecha puntual, ha generado una vendetta de homicidios por ajustes de cuentas entre esta banda de extranjeros y los residuales de los Camilos, que operaban en el sector de la puerta 6 de Corabastos, María Paz y Patio Bonito. Según los investigadores, este sería el eje central de la ola de cuerpos embolsados hallados en Bogotá.
Las autoridades anunciaron ayer que había cinco capturas por estos macabros hechos, entre ellos dos supuestos integrantes del Tren de Aragua, dos hombres responsables de apuñalar a otro 167 veces y dejarlo abandonado en bolsas de basura en Los Mártires, y otro más que, por motivos de la investigación, aún no es pública su identidad. La Fiscalía también tiene identificado a un tercer integrante del grupo de Aragua que hasta el momento sigue prófugo.
El director seccional de Fiscalías Bogotá, José Manuel Martínez, señaló que “se realizó la captura de Alfredo Brito, alias Alfredito, y Víctor Salazar, alias el Capi, dos miembros de la organización que cumplían un rol esencial en lo que tiene que ver con el sicariato, con todo lo que es el fenómeno criminal de los embolsados y, específicamente, con el caso del 18 de abril en el que torturaron, golpearon y embolsaron a otro ciudadano venezolano”.
La prueba de la tortura
En videos aportados por la Policía Judicial sobre este hecho se puede evidenciar cómo un grupo de hombres mantiene amordazado a un sujeto mientras lo amenazan con un cuchillo y le preguntan por el nombre de la persona para la que trabaja. Al parecer, la víctima era un dealer (vendedor de drogas), también de origen venezolano, que habría trabajado con uno de los enemigos de los Terribles, como también se conoce a la banda Tren de Aragua.
“Yo no lo conozco, no los conozco, vale, por mi moral que no lo conozco (…) él no me ha dado bareto”, dice el sujeto mientras otro lo intimida y le insiste: “¡Ahhh! Entonces sí trabajaste con el loco ese”.
De acuerdo con el general Eliécer Camacho, comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, los hallazgos fílmicos que hizo la Policía Judicial y la fiscal coinciden con los resultados de Medicina legal, “donde hay una violencia excesiva sobre el cuerpo de las víctimas. Esto es precisamente para enviar mensajes a otros grupos sobre el control de los territorios y el microtráfico”.
Sin embargo, el video no solo llegó a manos de los investigadores. En la audiencia de legalización de captura la juez del caso de los alias Alfredito y el Capi leyó el testimonio de un testigo anónimo que declaró haber visto a los capturados en un bar ubicado en el sector de María Paz y Corabastos, en el sur de Bogotá, “consumiendo drogas, alcohol y burlándose de un video en el que ellos mismos aparecen torturando a un joven venezolano de nombre Jonathan”. Dichas imágenes serían el mismo video que está hoy en poder del ente investigador.
En la declaración el testigo también contó que los supuestos asesinos habrían dicho que “a ese mamagüevo tocó picarlo por prestado” y que el lugar donde se habría cometido el homicidio fue vivienda en el sector de la 38, muy cerca a la denominada Virgen de abastos.
La llegada de los Aragua
De acuerdo con Juan Sebastián Jiménez, experto en seguridad de la Universidad Nacional, el Tren de Aragua es el cártel más importante de Venezuela que llegó a Colombia producto de los vínculos que se generaron entre los dos países por el intercambio de economías ilegales. “Por un lado, el narcotráfico y por otro, la trata de migrantes. Lo que vemos es una consolidación de fuerzas delictivas venezolanas en Colombia y viceversa, como el caso del Clan del Golfo, y de esta banda que ahora está en Bogotá”.
Según Jiménez, el Tren de Aragua ha venido impactando ciudades como Cúcuta, Arauca, Barranquilla y Bogotá. “La llegada de este grupo a la capital significa la apertura de una disputa para apropiarse de las típicas zonas de economía ilegal como San Andresito de la 38, Mártires, Santa Fe y Abastos”.
Explicó que esta estructura está buscando llenar los vacíos que han dejado las cabecillas de grupos colombianos que ya han sido capturados y tomar el control de las diferentes rutas del narcotráfico que pasan por Bogotá. “Lo que estamos viendo es un nuevo campo de batalla de las economías ilegales que nos remite a Venezuela y más adelante a Brasil. Ahora, el panorama es claro y sabemos quiénes son”, detalló.
El Tiempo había contado desde 2021 que esta estructura criminal se había tomado la frontera en Cúcuta y que libraba una batalla con los elenos por el control del negocio de las extorsiones en las llamadas trochas entre San Antonio del Táchira, Venezuela y Villa del Rosario, en Norte de Santander.
A esto se suma que el Tren de Aragua ya se habría colado por el borde que limita con el departamento de Arauca. Allí, las autoridades alertaron de un incremento en los homicidios el año pasado por una disputa abierta entre grupos criminales colombianos y venezolanos que se dio luego de la ruptura de un acuerdo de convivencia al que habían llegado para delinquir en conjunto y dominar el mercado de drogas, armas y mercancías que se mueve entre el paso de Las Canoas y la cancha Los Güires.
Ante la llegada del grupo venezolano a la capital, el director seccional de Fiscalías indicó que la instrucción no es atrapar delincuentes, sino trabajar para desarticular toda la red alrededor de esta estructura macrocriminal, que está horrorizando a los bogotanos con sus crímenes.