En un intento de mitigar las dificultades que enfrentan los profesionales de la salud en Venezuela ante la pandemia de covid-19, un grupo de jóvenes de Mérida se han dado a la tarea de crear trajes de bioseguridad reutilizables, los cuales donan en los hospitales de la entidad.
Los protocolos de Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de Salud para la atención del covid-19 exigen el uso de vestimenta de bioseguridad en los centros médicos. Sin embargo, los hospitales venezolanos están sumidos en una crisis que implica una marcada escasez de insumos y equipos. De allí que los trabajadores de la salud se encuentren en condiciones de vulnerabilidad.
En ese contexto, John Marino García, un joven de 23 años de edad oriundo de Canaguá, estado Mérida, tuvo la idea de crear trajes de bioseguridad reutilizables que disminuyan la exposición de médicos y enfermeros al virus.
En entrevista con El Nacional, contó los detalles de su proyecto, al cual se han unido otros tres jóvenes y una guía costurera, que elaboran y entregan los trajes de protección en los hospitales de la entidad andina. Los materiales para la confección de dichos trajes son adquiridos con los aportes de venezolanos residenciados en el exterior.
«La creación de estos trajes se logra gracias a la colaboración de nuestros amigos venezolanos que se encuentran fuera de Venezuela. Sin su ayuda esto no se hubiera logrado. Dieron el impulso necesario», enfatizó.
Los trajes de bioseguridad
Estos trajes de bioseguridad son elaborados con un material impermeable, no poroso, conocido como taffeta igloo, el cual es el único recomendado para la creación de vestimenta de protección que se pueda reutilizar, según aseguró García.
«La confección requiere además de una forma de costura que se llama ribeteo, que es una doble costura para que el traje quede completamente sellado», agregó.
Mencionó que cada traje de bioseguridad tiene un costo de fabricación aproximado de 30 dólares.
«Pero están llegando gratis a la red hospitalaria porque intentamos trabajar con donaciones provenientes de los migrantes venezolanos», afirmó.
Indicó que en el mercado internacional el precio promedio de un traje de bioseguridad de un solo uso supera los 32 dólares.
«Y eso es con vestimenta que solo se puede usar una vez. Los que estamos fabricando acá en Mérida permiten su reutilización, tras ser desinfectados con hipoclorito, porque el material del que están hechos lo permite. No se mancha, no se rompe. Es una tela que alarga la vida útil del traje. Se puede utilizar unas 15 veces siempre y cuando se cumplan los protocolos recomendados por la OMS para la desinfección de equipos médicos», explicó.
La idea
García, que estudia ingeniería civil y además se desempeña como comerciante, relató que ante la llegada de la pandemia a Venezuela, comenzó a fabricar tapabocas con la ayuda de su novia.
«Los hacemos con un material llamado No tejido POP, que es un tela sintética microporosa y es una de las indicadas para fabricar tapabocas cumpliendo los protocolos de seguridad. Algunos lo vendimos y otros los donamos a instituciones de salud, policías, bomberos y población en general. Al que veíamos sin tapaboca se lo regalábamos», contó.
Pero, más allá de su experiencia en la elaboración de tapabocas, un procedimiento de desinfección en el edificio donde reside, fue el detonante que generó la idea de confeccionar vestimenta de protección sanitaria.
«Un día llegó la gente de Protección Civil a desinfectar la residencia. Yo vi el operativo, conversé con un funcionario y me percaté de cómo era el traje de bioseguridad que tenía puesto», relató.
Señaló que al apreciar bien el traje que portaba el agente le pareció que no cumplía con los protocolos se seguridad.
«Se veía demasiado desechable, de poca calidad. En ese momento se me prendió el bombillo y pensé que estos trajes los podíamos hacer aquí en Venezuela. Así que me di a la tarea de indagar sobre el proceso de fabricación de ropa de bioseguridad, los materiales, las condiciones que requiere para cumplir con su función de protección, etcétera», relató.
Llegó ayuda
En un primer momento, García le planteó su idea a la señora Nancy Contreras, una licenciada en educación y costurera que cuenta con su propio emprendimiento textil, llamado Gotitas de Lluvia.
«Mi proyecto no lo podía consolidar solo porque necesitaba gente con experiencia más amplia en el mundo de la costura, aunque yo he trabajado en el ámbito textil», dijo.
Fue así como su propio emprendimiento, una comercializadora, y el de Contreras se unieron y aportaron los recursos para adquirir un primer rollo de tela taffeta igloo.
Posteriormente, tres amigos de García se unieron al proyecto. Se trata de Jorge Junior Villarreal, publicista de 31 años de edad; Liliana Torres, estudiante de cine de 30 años de edad; y Adriana Araque Dalta, estudiante de contaduría, de 18 años de edad.
Migrantes
Después de encontrar el taffeta igloo en Mérida, García planteó su idea en un grupo de WhatsApp en el que están incluidos sus amigos que emigraron.
«De los miembros del grupo muchos se encuentran en Estados Unidos, Chile y Perú, están regados por el mundo. Ellos se contagiaron con la propuesta, les pareció una buena idea y aportaron los recursos. Así que le dimos play a los primeros cuatro trajes de bioseguridad», afirmó.
Estos cuatro trajes fueron entregados el jueves 23 de abril en el hospital de su pueblo de origen.
«La entrega la realizaron los familiares de los migrantes venezolanos que aportaron los recursos porque ellos fueron los protagonistas. También entregamos tapabocas, gel antibacterial y alcohol», añadió.
Nuevos aportes
Explicó que desde que se hizo esta donación y se divulgó en redes sociales, otros ciudadanos han querido unirse y se han realizado nuevos aportes. Por ello, se recaudaron fondos para otros 19 trajes que serán destinados al Hospital Universitario de Mérida.
«Esta es una respuesta de la ciudadanía ante la crisis hospitalaria que vive el país, sin ningún tilde político, porque los venezolanos tenemos que tratar de resolver nuestros problemas para demostrar que unidos somos fuertes», expresó.
Contacto
García espera que el proyecto se mantenga y crezca para poder colaborar con los profesionales de salud, que considera son los grandes protagonistas de este momento histórico.
Por ello, invitó a quienes quieran formar parte de este proyecto con una participación activa o con donaciones a comunicarse con cualquiera de los miembros del equipo a través de las cuentas en Instagram.
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