La contaminación por hidrocarburos de ecosistemas no se supera con epilépticas jornadas de limpieza de unos cuantos voluntarios y el supuesto saneamiento de lo que está a simple vista. Sin una real investigación que cuantifique magnitudes y trate de neutralizar con medios científicos el impacto ambiental y ecológico, los daños son terribles e irreversibles.
La permanencia de petróleo en las costas y cuerpos acuáticos implica un proceso de degradación progresiva que magnifica su agresiva afectación en los ecosistemas. Con el resplandor del sol en el agua, una parte del hidrocarburo se convierte en gases y la otra se deviene en una capa aceitosa que bloquea el intercambio gaseoso, principalmente de oxígeno. Al llegar a la orilla se convierte en una gelatina que contamina el agua dulce, envenena la flora y destruye el suelo.
Los desastres ambientales causados por el petróleo van creando zonas muertas donde no es posible la vida de ningún tipo. Una manera efectiva de cagarse el planeta, no solo sus playas y paisajes. Sin embargo, predomina el lucro y la desidia. Sacan petróleo sin respetar las normas de seguridad ambiental y que la naturaleza pague el precio. Siempre habrá una oficina de relaciones públicas, un vocero gubernamental y hasta un alto gerente que tome agua de algún río contaminado para demostrar su pureza.
Si hay un derrame, pueden pasar semanas antes de reconocerlo. Y cuando, la protesta de las poblaciones afectadas es muy fuerte, anuncian que se están tomando las medidas. Sin cifras y si una fotografía de los especialistas recogiendo el crudo. El boletín de prensa es una plantilla, y a veces no le cambian ni la fecha: “Se procedió inmediatamente al abordaje y la corrección de las fugas, siguiendo los protocolos de seguridad definidos para garantizar el suministro de crudo desde el estado Zulia hasta el Centro de Refinación Paraguaná y minimizar así el impacto al ecosistema. Se logró controlar la filtración de crudo aplicando los niveles estratégicos, tácticos y operacionales para dar respuesta ante este evento no deseado”.
Tanto crudo llega al lago que lo «petroliza»
Los impactos ecológicos sobre el lago de Maracaibo y el golfo de Venezuela han sido históricos. Han ocurrido explosiones e incendios de pozos petroleros, la fuga de crudo de las tuberías y derrames por accidentes de buques tanqueros. Los vertidos afectan infraestructuras domésticas e industriales, playas, aparejos de pesca, destrucción flora y fauna acuáticas.
La permanente quema en los pozos y los procesamientos en las refinerías generan emisiones tóxicas, y las más preocupantes son los compuestos orgánicos volátiles. Son más de un millar, pero los más abundantes en el aire son metano, tolueno, n-butano, i-pentano, etano, benceno, n-pentano, propano y etileno.
El benceno, cloruro de vinilo y 1,2 dicloroetano son extremadamente peligrosos para la salud. Pueden producir problemas respiratorios, irritación de ojos y garganta, mareos. También se pueden generar patologías psiquiátricos (irritabilidad, dificultad de concentración). A largo plazo, pueden causar daños renales, al hígado o al sistema nervioso central. Algunos, como el benceno, tienen efecto cancerígeno.
El acetaldehído, anilina, tricloroetileno, causar daños significativos al medioambiente, como la destrucción de la capa de ozono. Por supuesto, su emisión es controlable mediante filtros, pero siempre están ausentes en los pozos y en las operaciones de las refinerías que pueden estallar porque las fugas de gas son indetectables.
Lago de Maracaibo, ¿de agua dulce?
Hasta hace poco más de 60 años, el lago de Maracaibo contaba con una barrera natural que impedía la entrada del agua del mar. Un enorme banco de arena que se prolonga a todo lo ancho y largo del sitio donde el lago se une con el mar. Se debe a la sedimentación de las arenas que arrastran las aguas del mar y las del lago. Sin embargo, también fue un obstáculo para la navegación entre el mar y el lago.
En 1794, el cronista José Domingo se quejaba de las dificultades de los barcos para entrar y salir de la barra: «Da mucho terror y pánico a los capitanes de las naves atravesarla por los peligros que ofrecía, el poco auxilio que recibían, además de los crecidos costos que tenían que pagar a los prácticos y botes que existían para la ayuda y orientación de las naves en su paso por la barra”.
El «contratiempo de la barra» se mantuvo durante todo el siglo XIX y fue con la llegada del siglo XX cuando realmente los estudios y pruebas de mayor calado. El 19 de diciembre de 1938 el vapor tanque San Carlos empezó a abrir el canal de prueba. Pero no se adelantó mucho. Fue en los años cincuenta que se comenzó el verdadero dragado. El canal pasó a tener una profundidad de 7 metros a finales de 1950. A partir de esta última profundidad pudieron pasar desde el mar hacia el lago y viceversa tanqueros de 10.000 toneladas y barcos de carga de 9.000 toneladas. Obviamente, se agilizó el transporte de crudo y la actividad comercial, y la profundidad alcanzó los 16 metros.
Sin embargo, hubo una alteración irreversible. Las aguas del lago se salinizaron al igual que la cuenca del río Limón como consecuencia de un trabajo de envergadura del Instituto de Canalizaciones, el área de cultivo se redujo en 30.000 hectáreas. Fue el principio de la calamidad y de un desarrollo regional efímero.
Después del petróleo, el carbón, pero menos agua
La cuenca del lago de Maracaibo cubre los estados Zulia, Mérida, Trujillo, Lara, Falcón, Táchira y el departamento Norte de Santander, en Colombia. Cuenta con más de 130 afluentes, entre los que se cuentan los ríos Chama, Zulia, Limón y Catatumbo. Presenta un sistema hidrográfico con una dinámica compleja en el ecosistema lacustre y grandes amenazas para su estabilidad: actividades agropecuarias, industriales y mineras y el asentamiento de grandes centros urbanos.
La costa occidental del lago abarca desde el norte de la Guajira venezolana hasta los límites del río Catatumbo con el río Escalante. Sus numerosos ríos –Guasare-Limón, Palmar, Apón, Santa Ana y Catatumbo, entre otros– descargan directamente en el lago. Además, en la cuenca del río Guasare existe un desarrollo industrial para la explotación del carbón que aumenta la producción de sedimento, a los que se agregan los residuos de un acelerado desarrollo agrícola.
La explotación del yacimiento de carbón del Guasare comenzó en 1987 y la primera evaluación de los impactos provocados en las corrientes de agua se realizó en 1989. El estudio concluyó que fue modificada la calidad físico-química del cuerpo de agua. Específicamente, la elevación de la conductividad del agua, el contenido de carbonato de calcio (dureza del agua) y las concentraciones de los iones calcio, magnesio y sulfatos.
Evaluaciones más recientes (2007-2008) indican que con respecto a la evaluación inicial, se incrementó considerablemente la conductividad del agua y alcanzó valores de 6.800 μS/cm, 9 veces más altos que en las localidades de referencia. De manera similar, se incrementan los valores de dureza total que alcanzan un valor 9 veces mayor en la localidad impactada (1.792 mg/l CaCO3).
Estudios comparativos entre los años 1986-2001 estiman que en la cuenca alta del río Guasare se ha perdido 28,5 km2/año (-35%) de bosque siempreverde, mientras que en la cuenca baja la pérdida se estima en 9 km2/año (-39%), lo que permitió asignar estos ecosistemas en Peligro Crítico. Otro caso es el río Palmar, que descarga en promedio valores de fósforo total y nitrógeno total 5,4 mg/l y 9,7 mg/l, respectivamente. Hay una gran expansión de agricultura comercial de ocumo y unos pocos cultivos de subsistencia como frutales, plátano y café.
El caño Neima, contiguo al río Carraipía-Paraguachón, recorre 1.603 kilómetros desde su nacimiento en Colombia hasta drenar en el golfo de Venezuela. Apenas 93 km en Venezuela. Sus corrientes son son de carácter eventual o esporádico, pero tiene corrientes intermitentes atribuibles a los drenajes urbanos de Maicao, a pesar que al norte de esta ciudad existe una laguna de tratamiento de aguas servidas. Esas aguas residuales tienen un efecto negativo sobre los centros poblados wayúu y sus sistemas de producción agrícola. También perjudica los ecosistemas fluviales y marinos.
El río Táchira viene cargado
La contaminación que desde Colombia trae el río Táchira termina en el lago de Maracaibo. Degradado a cloaca por la disposición de aguas residuales domésticas e industriales, fertilizantes, plaguicidas, sustancias químicas, sedimentos y restos orgánicos, multiplica el daño extremo en que se encuentra la mayor reserva de agua dulce de América del Sur. En lugar de agua potable, es un vertedero de enfermedades como diarrea, cólera y hepatitis, a cuya sombra proliferan mosquitos y roedores con sus agregados vectoriales: dengue, malaria y leptospirosis.
Son ejemplos al azar de lo que ha venido ocurriendo, y que se repite en cada corriente de agua, en cada quebrada, que desemboca en el lago de Maracaibo. Son consecuencia, en gran medida, de las actividades humanas que desde tiempos históricos se vienen desarrollando en estos territorios: la deforestación y transformación de la cobertura vegetal, el vertido de aguas residuales y residuos sólidos de origen doméstico e industrial, actividades petroleras, minería de carbón, cultivos agrícolas de diferentes rubros, ganadería, introducción de contaminantes y fertilizantes, extracción de agua y materiales pétreos, dragado, construcción de embalses, introducción de especies exóticas, entre muchas otras barbaridades penadas por la Ley Penal del Ambiente
No se necesita ninguna legislación nueva. Basta que el Ministerio del Ecosocialismo y la Fiscalía ambiental cumplas sus funciones y actúen con firmeza en la defensa del patrimonio natural de los venezolanos para superar “como una tragedia económica, de salud pública y ambiental”.
Saneamiento del lago de Maracaibo, ¿un imposible?
El florecimiento de la bacteria Mycrocistis en el lago de Maracaibo debe considerarse un problema de salud pública. La toxina microcistina es considerada peligrosa para la salud de los humanos y de un gran número de especies del mundo animal. Causa diarrea, vómito, dolor de cabeza, problemas respiratorios, daños hepáticos, lesiones en la piel e incluso patologías neurológicas. El verdín no está circunscrito al lago de Maracaibo, la espuma que forma, al secarse puede ser transportado por el aire y expandirse por cientos de kilómetros.
Las cianobacterias contienen clorofila y pueden realizar fotosíntesis. No son algas. Están presentes en aguas dulces, saladas, salobres y zonas de mezcla de estuarios. Muchas especies producen toxinas que expulsan al medio y pueden constituir un problema de significancia para la salud humana y ambiental. La Organización Mundial de la Salud considera las cianobacterias como un problema de salud emergente.
Las cianobacterias son organismos comunes que están dispersos en el agua ambiente. Su concentración varía de acuerdo de acuerdo las condiciones del hábitat. Hay una floración cuando hay un crecimiento rápido de la población cianobacterial en el agua a tales niveles que se pueden observar a simple vista. Afecta ríos, embalses y lagos. Es un riesgo para la salud cuando los cuerpos de agua tienen usos recreativos o son fuente para riego o de agua potable.
Si en los cuerpos de agua aumentan nutrientes como nitrógeno y fósforo, hay temperaturas altas, días sin viento ni oleaje, y suficiente luz solar, como factores más importantes, no debe extrañar que aparezca el verdín. No solo se trata del cambio climático, que puede estar mínimamente involucrado, sino a un proceso «natural»: la eutrofización, que se ha incrementado aceleradamente por factores antropogénicos.
Las actividades humanas, principalmente la agricultura y el uso de fertilizantes, contribuyen con el volcado de desechos ricos en nitrógeno y fósforo. Mientras haya nitrógeno y fósforo y calor la floración cianobacterial ocurrirá. Y aquí, cómo debe saberlo el Ministerio del Ecosocialismo, la mejor medida es la prevención, que no se limita a hervir el agua o a ponerse una mascarilla. Sino evitar la contaminación de los ríos con desechos orgánicos, aguas residuales y fertilizantes.
El gobernador Manuel Rosales, que está más enterado, prometió construir una planta para el tratamiento de aguas residuales. Dijo que la instalación evitará que lleguen al lago la mitad de las aguas residuales que ahora lo contaminan. Rosales debió haberla construido la primera vez que fue gobernador del Zulia. Si hubiera evitado aquellos residuos no tendría este verdín que fotografió la NASA.
Zamuro cuidando carne
Amenhotep Planas Raga, integrante del Proyecto Cumbre Ecológica y Turística y miembro de la Federación Ambientalista Internacional, señala la inactividad del Ministerio Público y de la Fiscalía Ambiental para procesar por ecocidio, un crimen internacional, a los funcionarios responsables de la preservación de la cuenca del lago de Maracaibo. También a los ciudadanos incursos o cómplices del delito ambiental. Denuncia que los 1.253 kilómetros de costas y los 12.580 kilómetros cuadrados que ocupa el lago están contaminados al extremo.
Planas Raga afirma que los 21 alcaldes del Zulia, sus directores de Ambiente, el gobernador del estado y los directores regionales del Ministerio del Ecosocialismo y de otros entes del Estado no han movido un dedo para evitar el ecocidio que se perpetra contra el lago de Maracaibo. Tampoco los militares. «Al contrario, los cuarteles vierten sus aguas servidas al lago, sin que el Ministerio Público diga nada», subrayó.
«Es urgente que se activen todas las plantas de tratamiento. Ninguna funciona y las desvalijan para venderlas como chatarra. Hay que frenar de inmediato el drenaje al lago de aguas servidas, domésticas e industriales. La inversión que se requiere es inestimable, pero se trata de una razón de Estado, de salud pública, de una razón existencial», clamó.
Dijo que el Ministerio del Ecosocialismo tiene en nómina más de 100 funcionarios que son los responsables de la salud del lago de Maracaibo. Serían los primeros perpetradores del ecocidio, tanto por omisión como por acción. «Es una burocracia lenta en exceso, y totalmente inútil», apuntó.
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Derrames petroleros
Determinar si el daño hecho a la cuenca del lago de Maracaibo es irreversible sería muy difícil, complejo y costoso. Varios ecologistas lo consideran incalculable. La extracción de petróleo acabó con la fauna y flora marina. Ahora es un lago contaminado que solo sirve para la navegación marítima y la actividad petrolera, el tercer factor contaminante del cuerpo de agua. «Los derrames de petróleo son múltiples y continuos, y las fuentes son fácilmente detectables», dijo Eduardo Klein-Salas, científico de teledetección de la Universidad Simón Bolívar.
El lago de Maracaibo tiene más de 10.000 instalaciones relacionadas con el petróleo, la mayoría con 50 años de antigüedad. Una peligrosa red de miles de kilómetros de tuberías submarinas. Se cuentan 20.000 kilómetros lineales en la cuenca, más de 15.000 pozos petroleros –activos y no activos– y varias estaciones de gas. Y todos emiten gases tóxicos y presentan derrames de diverso tamaño y recurrencia. La industria de hidrocarburos ha dejado su huella imborrable. Tierra arrasada.
Alejandro Álvarez, coordinador general Clima 21, una ONG ambientalista, declaró que desde finales de 2021 monitorean derrames de crudo. La información oficial escasa y se nutren de las escasas publicaciones en los medios y en las denuncias de la ciudadanía. “Es un porcentaje pequeño de la realidad, pero da una idea de la gravedad de los derrames petroleros en Venezuela. Sin duda, hay una grave caída de la capacidad operativa de PDVSA. No evita los derrames ni atiende los desastres ambientales», agregó
Clima 21 contabilizó 199 derrames de hidrocarburos entre 2016 a 2021, pero solo en 2022 constató 35 derrames petroleros que causaron daños serios en el golfete de Coro.
Álvarez dijo que Pdvsa era una «caja negra» por la falta información. Desde hace mucho tiempo abandonó completamente los programas de prevención y control de derrames de petróleo. Afirma que el Estado no cumple con sus obligaciones y pide que el Plan Nacional de Contingencia funcione otra vez: “No queremos más mesas técnicas”.
El Observatorio de Ecología Política de Venezuela, que al igual que Clima 21 saca sus conclusiones a partir de las evidencias y de testimonios de afectados, identifica un patrón de abandono de la gestión ambiental de Pdvsa. “Desde 2016/2017, se dejaron de atender contingencias generadas por la industria y los daños que ocasionan en las poblaciones locales», indica.
En el informe de 2022 señala que entre 1 de enero al 31 de diciembre de ese año se produjeron 86 vertidos de crudo, un importante incremento con respecto al año anterior. El promedio es de 7 derrames al mes. Los estados que más reportan son Anzoátegui, Falcón y Zulia, donde Cabimas es una de las poblaciones más perjudicadas. Los restos de hidrocarburos forman una capa en las playas que se solidifica, contamina la arena y afecta la fauna.
Pozos fantasmas: siguen contaminando después de cerrados
Los pozos abandonados siguen manando crudo y emitiendo gases orgánicos. Las fuentes de agua potable están “petrolizadas». Los testimonios recogidos por la ONG dan cuenta de que los habitantes de ciertas comunidades abren la llave y esperan que salga el líquido negro para poder utilizarla en las tareas domésticas y bañarse.
Clima 21 refiere que la población de Bachaquero sufre los embates de la omisión y negligencia de Pdvsa. Además, ríos de hidrocarburos llegan al golfete de Coro desde el Zulia. El derrame no fue atendido a tiempo y se hizo mal trabajo de recuperación y limpieza. Lleva meses abandonado.
Pero los derrame no paran. De enero a junio de 2023 hubo 44 derrames de crudo en 7 estados. Sin embargo, Pdvsa no se dio por enterada ni emitió información alguna. Se desconoce la cantidad real, sus características y las acciones de la empresa para atender las contingencias. De esos 44 derrames, 23 ocurrieron en el estado Zulia.
El plástico es otro contaminante que ha denunciado Azul Ambientalista en el lago de Maracaibo. En 2021, 90% de las orillas estaban cubiertas de desechos y 80% eran plástico, a pesar de que unos 60 voluntarios que trabajan 3 horas pueden recolectar 600 kilogramos y más de desechos plásticos.
Camaroneras, otro milagro al revés
Pese a la catástrofe gerencial que mantiene a Pdvsa en estado agonizante, la extracción de petróleo del lago de Maracaibo totaliza unos 200.000 barriles diarios, que le aportan a la economía venezolana cerca de 4.000 millones de dólares anuales. Sin embargo, con la relativa disminución operativa de los pozos, ha aumentado la producción pesquera. En 2021 creció un 17% en las cifras Departamento de Agricultura de Estados Unidos. En 2022, las exportaciones de la industria pesquera aportaron 261 millones de dólares y la industria camaronera generó poco menos de la mitad de ese monto: 130 millones.
El Grupo Lamar, el mayor productor de camarones de Venezuela, emplea unos 10.000 trabajadores. De las 4.000 toneladas de camarones que producía en 2017, espera producir este año entre 50.000 y 60.000 toneladas.
No es un milagro, son las condiciones excepcionales de Venezuela. Ambientales, climáticas, políticas y de gobernanza que se han conjugado en una tormenta perfecta. Ya ocurrió una vez en los suelos aluviales del sur del lago de Maracaibo, que se sustituyó una vegetación boscosa, de variable porte y exuberancia cuyo reemplazo por gramíneas forrajeras ha ocurrido y está ocurriendo, a medida que la apertura de nuevas vías de comunicación los hace accesibles. El desarrollo de pastizales ha tenido algunas veces un cierto éxito, pero no están exentos de que ocurra una degradación del ecosistema como consecuencia de ignorar ciertos principios ecológicos básicos.
Las subzonas húmedas, típicamente cubiertas por un bosque siempre verde, se caracterizan por una mayor riqueza en especies y formas de vida, mientras que una relativa pobreza caracteriza la flora y fauna de las zonas de clima de sabana.
La diversidad de especies y formas de vida cohabitando en un ecosistema básicamente pobre en nutrientes han desarrollado a lo largo de siglos una gran eficiencia en la utilización de la energía solar, y una gran biomasa, la cual ha sido a menudo erróneamente interpretada como evidencia de un ambiente altamente productivo y de suelos fértiles.
Se olvida que gran parte de la fertilidad está relacionada con la vegetación forestal que los cubre, la cual ha acumulado nutrientes a través de los siglos, y los recircula constantemente entre las partes aéreas de los árboles y el suelo.
El camarón se ha convertido en un importante de importación, detrás del oro y los minerales, sin «recibir incentivos del gobierno», aunque los apoya en la documentación para exportar, y en lo más las acreditaciones y certificados que requieren los mercados internacionales.
Por ejemplo, las exportaciones de productos pesqueros a la Unión Europea deben cumplir sus normas de seguridad alimentaria. Por ejemplo, límites en la cantidad máxima de metales pesados (plomo, cadmio, mercurio), de dioxinas y policlorobifenilos similares a las dioxinas (PCB), y de hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP). En las exportaciones de camarones de acuicultura, se exigen controles específicos de los residuos de medicamentos veterinarios.
Ya muchos hablan del milagro del camarón, con un crecimiento muy rápido. Cuando empezaron el ciclo de producción era de 120 días, pero con los sistemas que han instalados en 45 días tienen camarones de tallas comerciales. La industria emplea más de 300.000 personas. Estiman que este año la producción superará las 80.000 toneladas y para 2029 las ambiciones alcanzan 600.000 toneladas. Hay 36 fincas de camarones operativas en el occidente de Venezuela.
Los cálculos no toman en cuentan problemas estructurales, como la escasez de gasolina y los cortes de electricidad, ni los ambientales. La construcción de piscinas para la acuicultura destruye los ecosistemas que permiten la cría de camarones y la pesca de otras especies muy apreciadas. Tampoco han cesado los derrames petroleros, que fue la causa de la reducción de los volúmenes de cangrejos que se obtenían en el lago.