Unos brindaron con aguardiente en la calle; otros, con champaña en un lujoso restaurante. Entre humo de tabaco y el retumbar de tambores, venezolanos invocaron a Santa Bárbara para pedirle que les ayude a sortear la grave crisis que los castiga.
Cada 4 de diciembre se celebra el día de Santa Bárbara, festividad que en Venezuela mezcla la tradición católica heredada de los europeos con costumbres de raíces africanas.
«Que el año que viene sea mejor, que se acabe la crisis; hay mucha gente que no tiene nada en su casa», dijo Virginia Vallenilla que se encontraba cerca del mercado popular de Quinta Crespo, en el centro de Caracas.
El país, en hiperinflación, se encamina a su sexto año de recesión económica, lo que ha obligado a emigrar a 4,5 millones de personas, según la ONU.
Virginia, de 25 años de edad, vive de la música e integra uno de los múltiples grupos que, entre tiendas de imágenes religiosas, caminaba tocando sus tambores, pagando y haciendo promesas.
La iconografía católica se combina en las vitrinas de estos locales con estatuillas de próceres de la independencia venezolana como Simón Bolívar, empleadas en rituales de santería.
Fieles de Santa Bárbara acompañan los recorridos. «Que nos ayude a liberarnos de toda esta situación que está viviendo nuestro país, para que nos dé libertad, tranquilidad y paz», comentó Haydée Moreno, ama de casa de 56 años de edad.
Santa Bárbara
La santa, según el mito, fue encerrada por su familia luego de convertirse al catolicismo, pero escapó. Recapturada, fue decapitada por su propio padre, quien fue fulminado por un rayo después de cometer el crimen.
«Con el poder del rayo, protégeme de mis enemigos», reza una de las oraciones más populares.
Tradición tabaco, licor y tambor
Al anochecer, Takesi Moreno recibía a sus invitados en un restaurante de lujo en el este de la ciudad; había mesas repletas de comida, botellas de champaña e imágenes de Santa Bárbara iluminadas con velas.
Lleva 15 años organizando esas fiestas que comenzaron con su abuela compartiendo «una tortica» en casa.
El año pasado, golpeado por la crisis, dudó, pero mantuvo su tradición.
«A los tres meses, recuperé lo invertido y más», relata Moreno con un gorro rojo bordado con el nombre de Santa Bárbara. Asegura que gracias a sus favores pudo comprar apartamento.