Siete camionetas del Servicio Bolivariano de Inteligencia Militar, Sebin, escoltadas por una brigada motorizada, se apostaron en la entrada del edificio Venezuela, en la avenida Libertador a la altura de El Bosque, e impidieron el paso a propietarios y visitantes desde el sábado a las 5:00 de la tarde hasta las 6:20 de la mañana de ayer.
De las unidades emergió un grupo de funcionarios encapuchados (con franelas en las cabezas) y portando armas largas que procedió a ocupar la acera, saltó las verjas, se dirigió a la garita y exigió a los vigilantes las llaves y controles de todas las puertas del conjunto residencial que alberga tres torres más: Panamá, Perú y Ecuador.
Marta Salazar, presidente de la junta de condominio del Venezuela, relató que a continuación los funcionarios se desplegaron por todo el perímetro residencial en un operativo rápido. Pronto, algunos alcanzaron las azoteas y se exhibieron armados por los patios. Mientras tanto, al menos seis agentes interpelaron al conserje Celio Rojas y, tras un breve interrogatorio que no pareció satisfacer ninguna de sus demandas, insistieron, con una “tensa naturalidad”, en conversar con alguna persona autorizada para dar información.
El detective quiso saber si en las últimas semanas se había registrado algún robo en las edificaciones e hizo otras preguntas “domésticas”. Salazar le expresó que no entendía lo que estaba ocurriendo, que todo parecía indicar que se trataba de un allanamiento y, por lo tanto, quería saber si existía una orden judicial a tal efecto. El funcionario policial explicó que no era necesaria porque tenía una orden de flagrancia. Ella entonces consultó por el motivo de la acción sin obtener respuesta.
Más tarde, Salazar se enteró, por la narración de una vecina de la que prefirió no revelar su identidad, que uno de los agentes había mencionado que se encontraban tras una pista que indicaba la presencia de Nixon Moreno en el lugar. Un propietario, que también pidió se resguardara su nombre, dijo al agente que el político no vivía allí y le invitó a un recorrido por todo el contorno revelándole, incluso, las panorámicas óptimas para descubrir cualquier situación irregular.
Una “arepada”. Simultáneamente, en los otros edificios del conjunto se llevaban a cabo interpelaciones de la misma índole con representantes de los condominios respectivos. Varias fuentes periodísticas reportaron que en estas torres los funcionarios obligaron a algunos vecinos a abrir sus puertas, entraron y tras hacer algunas pesquisas en dormitorios, baños y clósets, abandonaron los apartamentos.
En el caso de las residencias Perú, las fuerzas del Sebin que se presentaron manifestaron a Leslie Carrullo, al frente de la junta de condominio, que “estaban muertas de hambre”, por lo que esta procedió a hacer una “arepada” y los agentes se mostraron luego muy agradecidos.
Las horas pasaban, la madrugada sobrevenía y el allanamiento se mantenía llenando de zozobra a la comunidad. Los vecinos pasaron la noche en vela y presas del pánico ante la posibilidad de que sus apartamentos fueran invadidos y registrados, incluso con violencia, como suelen practicarse estas acciones, indicó Salazar. Pasadas las 6:00 de la mañana, el comando, integrado por unos cincuenta hombres, abordó velozmente sus camionetas y se marchó.
EL DATO
Fuentes vecinales y periodísticas concuerdan en que el allanamiento tenía un solo objetivo: aprehender al politólogo Nixon Moreno, quien en 2006, siendo presidente de la Federación de Centros Universitarios de la ULA, relanzó su nombre en unas elecciones que el oficialismo suspendió. Esto produjo una ola de protesta y el líder fue acusado de dirigir un grupo armado y de abusar de la polimérida Sofía Aguilar. El pasado 24 de abril se le vio participando en una concentración opositora. En una vieja elección de la FCU-ULA Tareck El Aissami fue su rival.