
Habitantes del refugio Posada de Catia, situado frente al núcleo endógeno Fabricio Ojeda, denunciaron hurtos masivos cometidos por tres mujeres, “que amedrentan a las familias y toman posesión de sus bienes y los entregan a otros hombres que integran un colectivo en esa localidad”, dijo Audy Sierra.
Hace 5 años, 92 familias procedentes de Gramoven fueron reubicadas en los terrenos de una antigua cementera. Sus 127 cubículos tipo estudio, con baños incluidos, fueron amoldados como viviendas temporales, en las que habitan 200 menores de edad y 16 adultos mayores. Otras familias, víctimas de la acción delincuencial ejercida por las mujeres, indicaron que los espacios no pueden permanecer vacíos y si esto ocurre, violentan las puertas, hurtan comida, ropa y objetos de valor.
“Los adultos salimos a trabajar y los niños quedan solos. Estas mujeres les tocan la puerta y los agreden verbalmente para intimidar a las familias”, relató un comerciante que vive en el refugio y que pidió reserva de su identidad por temor a represalias.
Durante un recorrido por las instalaciones se constató que los niños no gozan de los beneficios de salud y recreación, como lo establecen algunas normas de convivencia para familias en situación de vulnerabilidad. Otros residentes indicaron que las autoridades a cargo del refugio no han dado respuestas sobre el plan de vivienda ofrecido por el gobierno.
“Estamos en el olvido y a diario tememos por nuestros bienes o los pocos que nos quedan. Nuestros hijos corren peligro en este sitio, ya que están a merced de niños más grandes a los que se les ha visto consumir drogas y cometer otros actos que no son propios de su edad”, aseguraron.
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