Víctor Gil, de 54 años de edad, reservista de la Marina, contador y padre de una hija, fue ultimado a golpes por los presos que están hacinados en un calabozo de la subdelegación de la policía científica del Oeste, en Propatria.
Gil, que estaba en situación de calle desde hacía aproximadamente ocho años, fue ingresado a esa dependencia el sábado de la semana pasada y al día siguiente fue brutalmente agredido por otros detenidos. Un golpe contundente en el pecho le ocasionó la muerte, reveló la autopsia.
Cuando los funcionarios que estaban de guardia en esa dependencia se percataron de lo ocurrido lo llevaron al Hospital de Los Magallanes de Catia, donde murió.
Familiares de la víctima se enteraron luego de que el cadáver estaba en la morgue. Cuando Gil llegó a la subdelegación estaba golpeado por otras personas, debido a que lo señalaron de violencia sexual contra niños, y al ingresar a la sede del Cicpc los presos lo atacaron. No obstante, las pesquisas de las autoridades determinaron que no tuvo nada que ver con los hechos en que lo involucraron. La dependencia policial tiene 24 personas hacinadas en un calabozo.
Los parientes de Gil desconocen los motivos por los cuales cayó en situación de calle. Estuvo casado y se separó de su esposa.
Asalto
Jonathan Suárez Bustamante, de 31 años de edad, que veía televisión en el patio de su casa mientras hacía un papagayo para su hijo menor, fue muerto de dos tiros por dos encapuchados el miércoles a las 10:00 pm. El hecho ocurrió delante de su esposa, un hermano y los dos hijos.
A la residencia, en la calle Santander del barrio Mirador del Este, en Petare, entraron dos hombres encapuchados que vestían bluejean y chalecos negros sin identificación.
Los allegados a la víctima presumen que los autores del homicidio serían funcionarios de Polimiranda que trataban de extorsionarlo pidiéndole teléfonos y dólares. Lo detuvieron dos días y las hermanas de Suárez les entregaron un teléfono a los individuos para que no lo “sembraran”.
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