Desde el año 2014, el programa Desca, de Amnistía Internacional Venezuela, espera respuestas acerca de la denuncia de 10 casos de hechos violentos contra mujeres indígenas del municipio Autana, en el estado Amazonas. Los reportes fueron presentados en forma testimonial –verbal y escrita– ante los diferentes organismos del Estado en materia de defensa de derechos humanos, a favor de las mujeres.
Ante la falta de investigación, Alicia Moncada, representante de Desca, denomina estos casos como “voces en el olvido”, historias de mujeres indígenas que fueron reclutadas por grupos armados colombianos, en Venezuela, entre ellos las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional.
Moncada, quien es también dirigente de la Organización de Mujeres Indígenas Amazónicas, señaló que estos grupos armados ocupan territorio venezolano desde 2013, principalmente en los estados Amazonas y Bolívar. “Contra estas mujeres indígenas se ejerce una forma de violencia territorial. El reclutamiento para la cohabitación sexual y la violación masiva de las mujeres en sus propias comunidades. Son sometidas a los peores tratos crueles e inhumanos y luego quedan para servir. Las mujeres indígenas tienen que hacer mayor uso de los recursos del bosque, buscar la comida, recolectarla y clasificarla. Ellas son las que están en mayor vulnerabilidad ante estos grupos que están acampando cerca de los ríos”, explicó la dirigente.
De las denuncias registradas por Moncada, destacan casos de adolescentes entre 14 y 16 años de edad y otras no mayores de 20 años “a quienes se les violó sistemáticamente sus derechos humanos y no ha habido presencia del Estado ni de grupos políticos de una tolda u otra”, criticó Moncada.
“Las 10 carpetas distribuidas en organismos como el Ministerio de La Mujer, Defensoría Pública, Atención a la Víctima y el Ministerio de Pueblos Indígenas –donde no ha habido respuestas– describen las diversas formas de violencia, asociadas al contexto minero, que padecen las mujeres, adolescentes y niñas indígenas amazónicas, entre las que mencionaron la prostitución y trata, con fines de explotación sexual, violación y la violencia territorial a manos de hombres afiliados a las mafias de la minería ilegal y tratantes de mujeres explotadas sexualmente en bares mineros denominados currutelas”, destacó Alicia Moncada.