“Necesitamos ayuda urgente, pues nos encontramos atrapados en un sistema penitenciario y judicial que nos viola constante y deliberadamente todos y cada uno de los derechos que como personas y seres humanos dotados de sensibilidad e inteligencia nos pertenecen legítimamente”, dice la comunicación que recibió el Observatorio Venezolanote Prisiones de los presos del Centro Experimental Hombres Nuevos Simón Bolívar, donde funcionaba el anexo femenino del Retén de La Planta.
Los internos relatan que continuamente sus derechos son violados y añaden que 95% de la población está formada por extranjeros. No les permiten visitas, ni familiar ni conyugal. No los dejan actuar de manera autónoma, no los dejan leer, los insultan y humillan.
Aseguran que pasan hambre, sed, frío y que son castigados de forma injusta aunque mantengan buena conducta.
En marzo pasado murió un interno de nacionalidad hondureña, de 61 años de edad, debido a la mala alimentación que recibía. La denuncia señala que hay privilegios para unos presos y son aquellos que pagan la denominada causa al director. Igual ocurre en otros penales donde se han registrado masacres durante la gestión de quien ahora dirige ese centro. El OVP señaló a ese director en la Fiscalía y ante instancias internacionales.
El reclamo de los presos indica que la violación de los derechos humanos es aplicada a todos y cada uno de los reclusos por la directiva. “De sus integrantes ninguno reúne los requisitos mínimos para afrontar tal responsabilidad”. La población reclusa aquí ha presentado un historial de conducta intachable donde han estado internos.
El escrito dice: “Se practica la marginación, el maltrato psicológico, humillación y degradación pública, escarnio, insultos adoctrinamiento, castigos absurdos por nada y un sinfín de maldades”.
Los reclusos son obligados a adoptar una doctrina “caduca, absurda, corrupta e inmoral, carente de valores. Los obligan a hacer instrucción militar forzada (orden cerrado), así como cantar el Himno Nacional de Venezuela bajo coacción”. Los amenazan con la negación de firmar las redenciones porque el director no quiere darles ese beneficio a menos que se haga su voluntad. “Esto es una dictadura y aquí yo soy el dictador”, según sus propias palabras.
Los internos no tienen dotación periódica de medicinas. Califican de pésima la calidad de la comida. Hay presos que desde que llegaron no han visto el sol por varios meses, entre estos Bevon Blash, Magfield Pandi y Jean Fillix. Uno de ellos padece trastorno mental y los internos consideran que debe estar en un sitio adecuado. Algunos llevan dos meses o más aislados, sin motivo alguno.
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