El martes a las 9:00 am, Gilbert Alejandro Sosa Arellano, de 19 años de edad, salió con su moto de su casa, en el complejo urbanístico Cacique Tiuna, en La Rinconada, para cumplir con sus labores como mototaxista en la entrada de Las Mayas. La madre de Sosa, Carmen Arellano, le advirtió que en la calle había un operativo policial y que tuviera cuidado. Al salir de su vivienda, un funcionario del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas le propinó un disparo en el pecho al joven, afirmó su madre, quien aseguró que un vecino corroboró la versión. Luego de haberlo matado, varios oficiales le cubrieron la cabeza con una bolsa negra antes de llevárselo del lugar.
El cuerpo de Sosa fue trasladado al Hospital de Coche, donde llegó sin signos vitales. “A mi hijo lo pusieron como un delincuente y él no lo era”, aseguró la mujer. Señaló que los cuerpos policiales “lo solicitaban por homicidio”.
Arellano recordó que el 16 de enero de este año interpuso una demanda ante la Fiscalía por un presunto hostigamiento a su hijo por parte de un funcionario del Cicpc. También comentó que el fiscal 81 del área metropolitana de Caracas se comprometió con llevar el caso de Sosa. En cuanto al comportamiento de los cuerpos policiales, la mujer indicó que “ellos no investigan, solo se guían por chismes”.
El hermano mayor de la víctima, Tony Sosa, quien tenía 19 años de edad cuando murió cuatro años atrás, le legó la motocicleta a Gilbert Alejandro.
Pero no es la primera muerte violenta de un familiar que sufre Carmen Arellano. Hace cuatro años, Jenderson Alonso Arellano, de 32 años de edad, tío de la hoy víctima, fue hallado calcinado junto a otros dos hombres en un carro Chevrolet Aveo en Caño Amarillo. Alonso Arellano salió de su casa en horas de la tarde en Brisas de Propatria el sábado 24 de agosto de 2013 a comprarles unas hamburguesas a sus hijos de 10 y 7 años de edad, pero no regresó. A las 8:00 pm, un amigo de la familia fue hasta la casa de la víctima y le dijo a su esposa que Alonso Arellano había muerto. De inmediato ella se trasladó a la morgue de Bello Monte y de ahí la enviaron al Cicpc de la avenida Urdaneta, en donde le confirmaron que se trataba del vehículo de su pareja. Debido a que los cuerpos quedaron irreconocibles, los familiares, incluida Carmen Arellano, buscaron una panorámica de su dentadura porque él tenía aparatos correctores en los dientes. Por ello lograron identificarlo. El tío de Sosa era bordador de insignias de uniformes en la intendencia de la GNB. Los otros dos eran trabajadores de la Casa Militar y de la Alcaldía de Caracas.