La burundanga reapareció en las calles capitalinas como un aliado de los delincuentes en la ejecución de robos. Comerciantes y residentes de la avenida Baralt, específicamente a la altura del puente El Guanábano, en la parroquia Catedral, indicaron que han notado cómo algunas personas se valen del uso de esta sustancia para someter con facilidad a potenciales víctimas, quienes bajo los efectos de esta droga pierden voluntad sobre sí mismas y cooperan con sus victimarios en la consumación del delito.
Delincuentes se valen de una persona de tercera edad, que es usada como señuelo para pedir ayuda a los transeúntes al momento de cruzar la calle al tiempo que dos personas tropiezan intencionalmente con la potencial víctima, que ignora que acaba de entrar en contacto con la droga; al eliminar todo rastro de resistencia, es seguida de cerca por los delincuentes hasta un lugar donde pueden cometer la fechoría y contar con toda la colaboración por parte de la víctima, informaron fuentes anónimas.
La burundanga, cuyo nombre farmacéutico es Escopolamina, es una sustancia usada en la prevención de enfermedades de trastornos producidos en el organismo a causa del movimiento. Su absorción se da mediante la ingesta en el consumo de comidas o bebidas, y por inhalación de perfumes y cigarrillos.
Las personas bajo los efectos de esta droga presentan dificultad para hablar, visión borrosa y aumento de la frecuencia cardíaca. La actuación directa sobre el sistema nervioso central lleva a la persona a una sumisión química que la deja en estado de pasividad completa, apta para recibir y ejecutar órdenes sin oposición, característica que es aprovechada por los delincuentes para robar e inducir a las víctimas a realizar acciones que pueden lesionarle física, moral o económicamente.
En 2013 un hombre de 31 años de edad caminaba cerca de su edificio, en la avenida 5 en Candelaria, en el centro de la ciudad, cuando unos hombres que caminaban cerca le rozaron el brazo. Al volver en sí, estaba desnudo dentro de su apartamento y faltaban dos teléfonos, una laptop y dinero en efectivo. En enero Sixto Enrique Lisboa fue hallado muerto en la habitación de un hotel, luego de pasar la noche con dos mujeres desconocidas que le habrían suministrado burundanga para robarle una harina de trigo.