El expresidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero indicó que, para encontrar una solución a la crisis en Venezuela, «hay que aceptar que el chavismo es una realidad política», aunque «hay una parte de la oposición a la que le cuesta aceptarlo, y que «cualquier salida que se pueda producir, que tiene que ser electoral y democrática, debe partir de esa idea».
En una intervención en el Foro Nueva Economía, Rodríguez Zapatero dijo que espera que una mayoría de la oposición venezolana participe en las elecciones parlamentarias ya anunciadas para el 6 de diciembre, porque está convencido de que una mayoría de los venezolanos quiere votar para «abrir una nueva etapa y salir del bloqueo».
Las elecciones, ha dicho, deben celebrarse «con todas las garantías», pero también asumiendo que «el gobierno es el que es» y que ha tenido éxitos electorales.
A su modo de ver, la actual situación en el país viene de la decisión que adoptó la mayoría de la oposición venezolana de no participar en las presidenciales de 2018. Esas elecciones no fueron reconocidas por la UE como democráticas.
Es más, espera que en las próximas presidenciales -cuya fecha no se puede aventurar, ha dicho- la oposición participe «porque cada vez que no se ha seguido por la vía electoral las consecuencias no han sido buenas ni para la oposición ni para el país».
Solución política
Así defendió una «solución política», acordada entre los venezolanos donde prime «construir una democracia consensuada» y no los «intereses geoestratégicos de las grandes potencias». defendió
«La imposición del unilateralismo y del uso de la fuerza ha demostrado ser un desastre», agregó.
De hecho, cree que el tiempo le está dando la razón y que «la operación de reconocer» a Juan Guaidó como presidente encargado «debe ser sometida a un juicio autocrítico por quienes la promovieron, Estados Unidos. Espero que sirva de lección y que no se vuelva a hacer», añadió.
Defendió que «la salida tiene que ser progresiva y tranquila y no con proclamas y planes completamente fuera de la realidad de creer que el Ejército iba a derribar gobiernos» porque «todos los pronósticos han sido un fiasco de las tesis radicales».
Comunidad internacional no debe presionar
Opinó que la comunidad internacional «no debe presionar para sancionar y poner al pueblo de Venezuela en una situación de gravísima dificultad». No debe, a su juicio, apostar por la presión y la sanción sino la inteligencia y la seducción para lograr un acuerdo que en su opinión, es posible, aunque sea con objetivos mínimos para todos.
Rodríguez Zapatero reconoció sus diferencias de opinión sobre Venezuela con su antecesor en el cargo Felipe González y ha defendido que la diferencia es que él ha viajado al país «casi 40 veces» en los últimos años y conoce a fondo su historia reciente.
En la misma línea, cree que la tesis de que el diálogo es «un engaño» y que los que participan en él sirven a los intereses de Maduro es «de pura falsedad e intelectualmente de una debilidad enorme». Arrinconar al gobierno, usar la fuerza, «no funciona», prosiguió, «lo que va a funcionar es el diálogo y más diálogo».
Nadie promueve una rebelión contra EE UU
Por otro lado, Zapatero ha explicado su participación en el llamado «Grupo de Puebla» como una apuesta por la unión latinoamericana, con el modelo, salvando las distancias, de la UE, para «defender la gobernanza de la globalización».
En un momento en que Estados Unidos vive «una fuga hacia ensimismarse», ha dicho, se trata de intentar que Estados Unidos vuelva al multilateralismo, no abandone las grandes instituciones que ella misma construyó y opte por cooperar con China, en lugar de competir, en materias como el comercio, el cambio climático o la protección de la salud.
«No hay nadie que promueva una rebelión contra Estados Unidos, queremos un Estados Unidos que construya el mundo y la globalización, que contribuya al gobierno de las instituciones multilaterales porque todas las crisis del siglo XXI serán globales», ha defendido.
En ese objetivo de construir una mayor gobernanza mundial quiere incorporar también a la UE, «que tiene más fuerza de la que cree que tiene». Su análisis es que «el ‘America first’ está muy bien» pero si no se compromete con el mundo también sufrirá consecuencias negativas.
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