Este fin de semana se cumplieron 25 años del «día en que la montaña se tragó el mar«, como es recordada la tragedia de Vargas de 1999. El desastre es recordado como una de las peores catástrofes naturales ocurrida en Venezuela.
Entre el 14 y el 16 de diciembre de 1999, lluvias torrenciales desbordaron ríos y quebradas en el estado Vargas (ahora oficialmente La Guaira), provocando inundaciones y deslizamientos masivos de tierra.
La cifra exacta de víctimas mortales es desconocida, pero estimaciones de la Cruz Roja Internacional calculan que hubo entre 15.000 y 50.000 fallecidos.
Las precipitaciones en Vargas durante diciembre de 1999 fueron catastróficas. En tan solo tres días cayeron 911 milímetros de lluvia, superando con creces el promedio anual de los últimos 87 años, que era de apenas 900 milímetros.
Es decir, fue como si un año entero de lluvia hubiera caído en un fin de semana.
Infobae conversó con una de las sobrevivientes de la tragedia de Vargas, Leidy Crespo (48), quien contó que cuando comenzó a llover supo que no sería una lluvia cualquiera. Recordó que las precipitaciones no se detenían.
«Yo estaba en mi casa, en el barrio Llano Adentro, con mis dos hijas de dos y cuatro años. Noté que el agua bajaba por la montaña, pero no era un agua común: era de color marrón. De repente, comenzó a arrastrar objetos: primero fue un auto, después animales», relató Crespo.
«Para las 5.30 de la mañana, decidí abandonar mi casa y refugiarme con un grupo de vecinos en una casa abandonada. Sabíamos que en algún momento iba a venir más agua, pero no qué cantidad. Media hora más tarde se produjo la catástrofe. Yo vi venir esa ola inmensa y no podía creerlo: era como estar en una película. Nunca más lo voy a olvidar».
Con tan solo 23 años y trabajando como vendedora de Avon, Crespo fue testigo de uno de los desastres naturales más devastadores que ha vivido Venezuela en tiempos recientes.
«El 15 pasamos toda la noche en estado de alerta. Sabíamos que estábamos en peligro y que en cualquier momento podía venir un derrumbe. De hecho, donde yo estaba refugiada hubo un derrumbe y tapió a varias personas. A las que estábamos más adelante, no nos llegó a tocar el lodo», añadió.
Al amanecer, el panorama era desolador. Aunque no habían comido nada en todo un día, nadie tenía hambre. Hacia el mediodía, las lluvias habían disminuido lo suficiente como para que los habitantes de Llano Adentro, entre ellos Crespo, se atrevieran a salir del refugio.
«Atravesamos medio estado a pie. Prácticamente todo se convirtió en lodo. Uno caminaba y aparecía un cuerpo enterrado. Yo trataba de no mirar… Todavía recuerdo los llantos de las personas que buscaban a sus familiares», agregó.
El desastre de Vargas no solo arrasó con miles de hogares, sino que también dejó al estado sin una gran parte de su infraestructura. Según el arquitecto Marco Negrón, en «La catástrofe del estado Vargas», más de 5.300 edificaciones quedaron completamente destruidas y otras 2.600 sufrieron daños parciales.
El informe reveló que el 80% de la población local, de aproximadamente 250.000 personas, se vio afectada de manera directa o indirecta por esta tragedia.