“El gobierno de Nicolás Maduro perdió el norte y eso lo hace más peligroso que nunca”. Cuando faltan apenas 90 días para las elecciones presidenciales, Venezuela vive un escenario electoral tan inimaginable como inestable, definido hoy por las dudas del chavismo, como advierte Andrés Caleca, uno de los candidatos opositores en las primarias del año pasado.
La firmeza de Plataforma Unitaria Democrática (PUD), que evitó el cisma opositor, y la presión internacional, encabezada por Estados Unidos y Brasil, provocaron que el tercer candidato elegido por la oposición democrática participe de momento en una carrera electoral bajo presión. Y este, el diplomático Edmundo González Urrutia, un candidato que no buscaba serlo, empezó con buen pie bajo el paraguas de la líder opositora María Corina Machado, que protagonizó dos jornadas de fervor popular en la Venezuela más profunda.
El exembajador pasó en unos pocos días de ser un desconocido “cubre-puesto” provisional a favorito de no mediar inhabilitación o ilegalización posterior. Además de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), aparece como candidato en las tarjetas de Un Nuevo Tiempo (UNT), el único partido del G-4 opositor que no está intervenido, y de Movimiento Por Venezuela (MVP).
En sus comparecencias ante la Prensa, González Urrutia funge como el “hombre tranquilo” de Graham Greene, capaz de liderar la transición soñada por el 80% del país. Ya anticipó que, salvo en contadas excepciones, no recorrerá el país, de lo que se encargará Machado en un tándem forzado por las circunstancias que revela la excepcionalidad venezolana. Frente a la pasión que se desborda al paso de Machado, en González Urrutia destacan templanza, moderación y cierto sentido académico del humor, como cuando recordó que con su jubilación tras 30 años de servicio diplomático apenas pudo comerse una hamburguesa.
Ya las encuestas predecían antes del cierre de postulaciones que cualquier candidato apoyado por Machado doblaría en apoyo popular a Maduro. Incluso Héctor Navarro, uno de los ministros favoritos de Hugo Chávez, ya anunció que le dará su voto.
“Si la presión externa que hay sobre el chavismo incrementa con el pasar de los días, la presión interna, con cada rincón del país que recibe a Machado alzando la foto de Edmundo, eleva todavía más los costos de permanencia de un régimen que sí, tiene las armas, pero hace mucho tiempo que no tiene el apoyo de la gente a la que ha maltratado, humillado, dividido y reprimido”, contextualiza el politólogo Walter Molina.
¿Hasta cuándo permitirá el poder bolivariano que González Urrutia se mantenga en la carrera? Esta es la gran pregunta que marca hoy unas elecciones inéditas. La presencia de “Edmundo para todo el mundo”, como los jóvenes llaman en las redes sociales al exembajador en la Argentina, obligó al Palacio de Miraflores a reordenar las candidaturas satélite con las que busca confundir al elector y mostrar una supuesta diversidad ideológica.
Tarjetón electoral
Finalmente el tarjetón electoral solo para hombres (tras el bloqueo contra Machado y Corina Yoris) cuenta con 10 candidatos en representación de 37 partidos. Un documento electoral no puede ocultar las innumerables trampas empleadas por el chavismo. La primera es que Maduro aparece en 13 lugares, en posiciones destacadas, como abanderado del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y 12 de sus aliados del Gran Polo Patriótico.
Entre ellos destaca el histórico Partido Comunista de Venezuela (PCV), conocido como el “gallo rojo”, a quien no solo se le prohibió presentar a su candidato, Manuel Isidro Molina. El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) arrebató el PCV a sus verdaderos dirigentes y se lo entregó a un grupo de aliados de Maduro, que se sumaron al apoyo del presidente pese a la indignación de sus seguidores.
La misma estrategia siguieron los jueces chavistas con otros partidos aliados de la revolución, como Podemos, Patria Para Todos (PPT), Tupamaros, Movimiento Electoral del Pueblo (MEP) y Unidad Popular Venezolana (UPV). En total, la mitad de los aliados, seis de 12, fueron secuestrados por sus críticas a Chávez o Maduro.
No solo son los únicos empujados desde el poder. Movimiento Enamórate, Partido Verde y Futuro fueron legalizados de forma exprés en pocos días, cuando por ejemplo Vente Venezuela, partido de Machado, lleva una década intentándolo.
El siguiente candidato con más apoyo es Antonio Ecarri, el hombre en Caracas del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero, a quien Maduro considera “un muchacho con mucho futuro, que está moviendo gente en la calle”. A Ecarri lo apoyan seis movimientos, incluidos tres que formaron parte de la oposición y que también fueron intervenidos por el Supremo para abandonar la unidad opositora: el Movimiento Ecologista, Avanzada Progresista y MIN Unidad.
El último en sumarse a la causa de Ecarri es Fuerza Vecinal, que en principio había optado por apoyar al controvertido gobernador Manuel Rosales. Esta decisión ha provocado un verdadero terremoto político: dirigentes y simpatizantes de todo el país se han sumado a la causa de Edmundo.
A Luis Eduardo Martínez, apodado el Burro, lo apoyan seis partidos, comenzando por el suyo propio, la llamada Acción Democrática judicializada. Los jueces de Maduro impusieron a este partido histórico unos dirigentes que colaboran con el gobierno sin mayor rubor.
El mismo proceso sufrieron sus aliados Movimiento Republicano, la marxista Bandera Roja, el Copei socialcristiano también intervenido y Derecha Democrática Popular (DDP), dirigida por Luis Ratti, un oscuro operador político del gobierno.
El exalcalde y exprisionero político Daniel Ceballos dispone del apoyo de su partido, Arepa Digital, creado en pocos días, y de Voluntad Popular, partido de Leopoldo López intervenido por el gobierno. A Ceballos, rehabilitado en la misma sentencia que mantuvo la inhabilitación de Machado, se le considera un traidor en el seno de la oposición democrática.
Muy parecido es el papel de José Brito, uno de los diputados denominados “alacranes” por formar parte del grupo financiado por el magnate colombiano Alex Saab, a quien la antigua Fiscalía venezolana considera el principal testaferro de Maduro. Brito se ha favorecido con la intervención judicial de Primero Justicia. Es uno de los colaboracionistas más cercanos al poder bolivariano.
Al menos tan polémico como Javier Bertucci, el pastor evangélico al frente de la Alianza El Cambio, que se hizo famoso con el reparto de sopas en 2018 tras protagonizar uno de los capítulos de los Panamá Papers. El exalcalde Claudio Fermín es mera comparsa en esta historia electoral.
Cierran el tarjetón dos de los aspirantes que sólo disfrutan de un apoyo partidario, en ambos casos beneficiados por la magnanimidad revolucionaria, que permitió su inscripción de forma exprés. Se trata de Benjamín Rausseo, el popular humorista Conde del Guácharo, y del antiguo opositor Enrique Márquez, expulsado en 2018 de UNT, quien aseguró que se mantenía en carrera electoral ante “posibles obstáculos” del régimen contra la oposición.
A ambos (con Rausseo a la cabeza del pelotón de otros candidatos, según las encuestas) se los ve como los más potables en el caso de que la espada de Damocles del TSJ o del propio Consejo Nacional Electoral (CNE) caigan contra González Urrutia. “Hablar de garantías es muy difícil, pero tengo esperanzas”, concluyó el candidato sorpresa de la oposición.