De entrada, Medea Benjamin, una reconocida activista estadounidense, comenta que no fue fácil ingresar a la cárcel de Miami donde está recluido el empresario colombo-venezolano Alex Saab, acusado en Estados Unidos de lavado de dinero y de ser testaferro de Nicolás Maduro.
Su defensa asegura que estas acusaciones son falsas y que Saab —a quien consideran un diplomático— es víctima de EE UU, a donde fue extraditado en 2021 tras 16 meses preso en Cabo Verde.
Benjamin, cofundadora e integrante de la organización Code Pink, relata a El Tiempo que después de casi dos meses y mucho papeleo, pudo conversar en persona con Saab, quien estaría dispuesto a un canje humanitario.
—¿Cómo fue el proceso para visitar a Saab si solo han permitido que lo vean sus abogados?
—Pedí la visita, llené muchos papeles y luego me dieron el permiso. Estuve dos horas en la prisión y hablamos de muchas cosas.
—¿Qué cosas hablaron?
—Él quiso hablar de su estancia ahí, de cómo fue tratado en Cabo Verde y lloró por las cosas que le hicieron en ese país. Pero no solo las cosas que le han hecho a él sino a su familia, las sanciones en contra de sus hijos mayores que no tienen nada que ver con Venezuela.
—¿Qué le han hecho a la familia de Saab?
—Han hostigado a la familia, a Camila, su esposa, a quien han chantajeado tratando de quebrarle, diciendo que si firma un papel, si dice frente a la cámara que se desentiende del gobierno de Venezuela, puede ser un hombre libre. Pero él tiene un compromiso con el pueblo de Venezuela y se mantiene muy firme.
—¿A qué se refiere con que se mantiene firme?
—Yo me sorprendí de la valentía que tiene, el sentido de honor que tiene con su pueblo.
—Hay acusaciones en su contra…
—Él me contó las maniobras que tuvo que hacer solo para hacer llegar la comida a Venezuela, llevando buques, cubriendo los nombres de los buques y otras cosas para poder hacer llegar alimentos, como dice él, a 6 millones de personas.
—Bueno… ¿Qué otras cosas dijo Alex Saab?
—También habló de su salud y de que no ha podido tener realmente una visita médica seria, que ha visto al médico en la prisión, pero solo dice que sí tiene la presión muy alta y que debe relajarse y poner los pies en alto.
—¿Qué enfermedades tiene?
—Tiene problemas serios en el estómago y problemas de depresión y quiere que lo vea un médico.
—¿Cómo lo vio físicamente?
—Por apariencia, bien. Estaba muy contento de tener la visita, sonrió mucho. Pero los problemas de salud que tiene no son del todo visibles. Él fue paciente de cáncer, sigue con los problemas del estómago, debe tener una dieta especial y claro que en la prisión no la tiene. Necesita medicamentos especiales y no se los dan.
—¿Por qué defiende a Alex Saab?
—Hemos estado siempre en la campaña para la libertad de Alex Saab, pero yo confieso que no me había enterado de muchos detalles, y una cosa es una protesta y gritar libertad y otra cosa es entrar en una prisión tan gris y ver a este hombre y el mal que está haciendo el gobierno de Estados Unidos contra él.
Él no tenía necesidad de estar trabajando por Venezuela. Tenía un buen negocio en Colombia con 50.000 empleados, era un hombre con mucho éxito en sus negocios y ver a un hombre que en una época tenía todo y ahora está reducido a un hombre en la prisión.
—Pero, ¿qué le hacen a Saab en la prisión?
—El maltrato que le dan a todos los prisioneros. Me da mucho rencor contra el gobierno de los Estados Unidos que ha creado un caso contra Saab solo porque pasó algún dinero por bancos de ese país. Estados Unidos está ejerciendo su fuerza metiéndose en un caso que no tiene que ver con Estados Unidos, pero hemos visto cómo reconocen a Juan Guaidó y todo lo que han hecho para tratar de cambiar el gobierno de Maduro. Entendí muy bien cómo es un caso de un prisionero político.
—¿Cómo es la prisión? ¿Se encuentra solo? ¿Está aislado?
—No, no se encuentra solo, está cerca de otros prisioneros. Pero sí recuerda cuando estuvo en Cabo Verde. Me han dicho los abogados que él tiene buena relación con los demás prisioneros y es interesante porque parece que él funciona ahora como mediador cuando hay luchas entre los prisioneros, le tienen mucho respeto.
Por lo menos tiene la posibilidad de hablar por teléfono con su esposa, tiene contacto con sus abogados que son los únicos que van a la prisión.
—Pero usted logró ingresar…
—En mi caso fue un caso excepcional, y el permiso lo conseguí a través de un abogado y tardó.
—Cuando habla de torturas, ¿cuáles son esas torturas?
—Él hablaba de lo que pasó en Cabo Verde, choques eléctricos. Dice que en Cabo Verde estuvieron estadounidenses y luego de mucho tiempo fue que pudo ver a venezolanos. Dijo que al principio hasta le tiraron la comida en el piso.
—Ya que tuvo la oportunidad de hablar con Saab, ¿le dio algún mensaje? ¿Cómo ve su situación?
—Dijo que está muy contento de que las condiciones económicas estén mejorando en Venezuela a pesar de todo lo que está haciendo Estados Unidos. Dijo que Guaidó era un payaso ahora en Miami.
Dijo que había que seguir luchando para que se levanten las sanciones. También ha encontrado venezolanos en prisión y que muchos de ellos quieren regresar a Venezuela porque pensaron que llegando a Estados Unidos iban a encontrar el sueño americano y lo que encontraron fue una pesadilla.
También habló de su familia, de que se van a reencontrar. Aseguró que el gobierno de Venezuela hacía todo lo posible por conseguir su libertad. Hablamos de lo que se hizo hace casi un año con un cambio de prisioneros entre Estados Unidos y Venezuela y tiene esperanza de que pueda pasar en el caso de él, porque no tiene fe en el sistema de justicia de EE UU.
—¿Cómo sabe Saab sobre las noticias que usted comenta?
—No tiene acceso a Internet, cuando ve a los abogados ellos le muestran. Recibe noticias a través de la radio, pero la más conservadora de Miami. Tiene una llamada al día.
—Entonces él se considera un preso político…
—Él sabe que este caso es político. Con todos los argumentos que dieron al juez de que él es un diplomático y todo sigue en su contra. Ahora con el proceso de apelación sabe que en Miami no va a tener justicia y por eso pone su esperanza en un mejoramiento de relaciones entre Venezuela y Estados Unidos.