En su biografía de Twitter, Humberto Calderón Berti ya no se presenta como embajador de Venezuela en Colombia. El miércoles, el prefijo ‘ex’ apareció antes del cargo que desempeñó desde que el presidente encargado, Juan Guaidó, lo designó como su representante en Bogotá, el 29 de enero de 2019, hasta el martes, cuando lo destituyó mediante una carta.
En la misiva, Guaidó se limitó a decir que había decidido hacer modificaciones en relación con su política exterior, “a fin de lograr los objetivos trazados” por su gobierno. No ha dicho más desde entonces.
A los medios de comunicación interesados.
Mañana a las 10am ofreceré declaraciones sobre los últimos acontecimientos, de forma abierta y sin restricción alguna, en la siguiente dirección:
Hotel NH, Calle 85 #12-28.
Bogotá, Colombia— Humberto Calderón B. (@calderonberti) November 28, 2019
La situación causó un debate de más de 48 horas en el que ni el chavismo se ha abstenido de opinar, pero en el que no quedan claras las razones por las cuales se tomó la decisión de la salida del reputado diplomático ni particularmente los tonos y formas a través de los cuales se dio el desenlace.
La historia se remonta a junio de este año, cuando Calderón Berti anunció vía Twitter que se investigaba a dos venezolanos por haberse apropiado, supuestamente, de unos fondos destinados a la manutención de los militares que habían desertado hacia Colombia el 23 de febrero, día en el que se intentó pasar la ayuda humanitaria a través de Cúcuta.
Estas dos personas, un hombre y una mujer, militaban en Voluntad Popular, el mismo partido de Guaidó y del líder opositor Leopoldo López.
El escándalo lo reveló el medio internacional Panam Post, y Guaidó reaccionó pidiéndoles una investigación a las autoridades colombianas. Pero ahí llegó el trino de Calderón Berti en el cual aseguraba que hacía dos meses él ya la había iniciado. El gesto no cayó bien en el gobierno interino ni en el liderazgo de VP.
El «Cucutazo»
Según fuentes consultadas por El Tiempo en Caracas y Bogotá, que prefirieron reservar su identidad, en las filas del gobierno encargado se sintió que Calderón Berti quería aprovechar el escándalo, que en Venezuela se conoce como el Cucutazo, y en ese sentido lo habría “sobredimensionado” para perjudicar la posición de Guaidó dentro de la oposición.
Las fuentes consultadas en Caracas por este diario aseguraron que por ese motivo, desde la cabeza del VP se había pedido desde hace algún tiempo a Guaidó que solicitara al comisionado presidencial para las Relaciones Internacionales, el diputado en el exilio Julio Borges, que destituyera a Calderón Berti, pero que este se había negado.
El Tiempo intentó comunicarse con Borges para confirmar la información, pero fue notificado de que no estaba autorizado para dar declaraciones.
“Guaidó no aguantó más y antes del encuentro de los ministros de los países del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, previsto para el 3 de diciembre, en Bogotá, decide sacarlo para detener la agenda de Calderón”, dijo a El Tiempo un dirigente opositor exilado en Bogotá.
De hecho, Diosdado Cabello afirmó en la transmisión de su programa Con el mazo dando, el miércoles en la noche, que el despido se debió a que Calderón Berti continuaba investigando el desvío de fondos que serían destinados para ayudar a los militares venezolanos que desertaron en febrero, con ocasión de la jornada de ingreso de ayuda humanitaria a Venezuela.
Otro despedido
Aquí es cuando entra el nombre de Arturo Vilar, el segundo al mando en la embajada, a quien señalan de haber ayudado a Calderón Berti a crear esa matriz de opinión contra VP, pero que luego se distanció de este –según las fuentes–, al dar una versión de que el embajador estaría conspirando con otros sectores de la oposición para desplazar a Guaidó. Calderón Berti destituyó a Vilar poco antes de que a él lo destituyeran.
“Los diputados afuera (en el exilio) no tienen oficio, y entonces hay que sacrificar a gente buena y ponerlos en puestos de decisión”, dijo al El Nacional un embajador venezolano desde el anonimato.
El nombre que más suena para remplazarlo, precisamente, es el del diputado de Primero Justicia en el exilio, Tomás Guanipa.
El internacionalista y ex embajador venezolano Emilio Figueredo, aunque en desacuerdo con la afirmación de El Nacional, sostiene para este diario que efectivamente hay falencias en la diplomacia de Guaidó: “Una de las deficiencias de este sistema provisional es que no hay una estructura de manejo de relaciones exteriores. Los embajadores están todos por la libre, lo cual no es bueno, da lugar a infinidad de contratiempos y errores”.
Más allá de esto, lo que queda en evidencia es una pelea intestina en las huestes opositoras al régimen de Nicolás Maduro, en momentos cuando Guaidó intenta relanzar la lucha de la oposición en la calle y se percibe que está perdiendo apoyos internos, y que en el ámbito diplomático los avances, sin contar el reconocimiento a su gobierno de casi 50 países, parecen estancados.
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