A veces las personas experimentan una fuerza que jamás habían sentido, y casi siempre sucede cuando los planes se salen de las manos y es preciso resolver. Prueba de ello es la foto en la que se ve a un joven migrante venezolano cruzar el río Grande, en la frontera entre México y Estados Unidos, con una mujer de la tercera edad en sus brazos.
Ese es el drama que tienen que vivir millones de personas que huyen de Venezuela y sus terribles e interminables crisis.
Es eso o morir. Tanto el muchacho como la señora buscaban llegar, como sea, a Estados Unidos. La mínima posibilidad de conseguir una vida mejor vale cruzar el agua y arriesgar sus vidas.
Pero, en el caso de Irma, la señora de 80 años que aparece en la foto, el sueño americano se truncó. “El País” cita un video en el que ella habla con un agente de migraciones y confiesa ser de Maracaibo. Eso aseguraría su deportación.
Porque lo que anunció el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en marzo de este año -dijo que protegería a los venezolanos que están en su país por razones de crisis humanitaria, permitiéndoles vivir legalmente y trabajar- no se aplica a su caso.
Así como ella, otros venezolanos quieren alejarse de “la pobreza e inseguridad” del país, por lo que las escenas que se ven en la frontera entre México y EE UU son dolorosas.
“Se ven hombres jóvenes ayudando a mujeres, madres que cargan a bebés o que llevan de la mano a niños con muñecos y otros que se arrodillan, se abrazan y lloran tras tocar suelo estadounidense, a la que alguno llama ‘tierra bendita’”, agrega “El País”.
El Observatorio Venezolano de Migración (OVM) señala que, en total, son 5.093.987 refugiados y migrantes venezolanos en el mundo. De ellos, 861.049 está en el Perú (al 2020), 1.825.687 en Colombia (2020) y 484.445 en Estados Unidos (hasta el 2018).
Una explicación a la tragedia
Para profundizar más sobre la migración de venezolanos hacia Estados Unidos, El Comercio conversó con José Vicente Haro, profesor de derecho constitucional de la Universidad Central de Venezuela y abogado defensor de los derechos humanos.
Lo primero que él explica es que hay tres factores que motivan a sus compatriotas a abandonar la nación. El primero es el terrible estado de la economía -y la consecuente falta de trabajo e imposibilidad de alimentarse correctamente-, y, a partir de ella, se configura el resto.
“La segunda es la carencia de servicios públicos básicos esenciales, como, por ejemplo, la salud. Los hospitales operan con un sistema minimizado y no hay disponibilidad de medicinas”.
Eso no es todo.
“Hay muchos estados en donde el agua es un bien escaso. Hay quienes tienen problemas con ella o simplemente no la tienen. A ello hay que sumarle que la mayoría tampoco tiene electricidad y es muy difícil acceder al gas”.
El tercer punto, cuenta Haro, es la violencia. El especialista recuerda que, según el Observatorio Venezolano sobre la Violencia, en Venezuela se contabilizan anualmente entre 25 mil y 27 mil muertes violentas.
La cuestión política del país no importa mucho. Haro trae a colación una encuesta reciente que sostiene que el venezolano promedio “asume que ya no hay solución” y que lo que tiene que hacer es cuidarse como pueda y “sobrevivir con los suyos”.
¿Por qué Estados Unidos?
Y allí es donde aparece en el mapa la posibilidad de migrar hacia Estados Unidos, un país estrechamente vinculado con Venezuela.
“¿Te has preguntado por qué en Venezuela el deporte más jugado es el baseball y el sueño de todo niño de barrio es ser pelotero de las grandes ligas? EE UU vino en los años 20 para explotar el petróleo”.
Eso hizo que, anota Haro, durante la época democrática, los venezolanos vieran al país del norte como un lugar en el que todos los servicios públicos funcionan, donde se puede prosperar, donde hay libertades.
¿Por qué no Suramérica?
A esas ideas se les suma la actualidad política de América Latina.
“En el Perú hay un candidato de izquierda que es preocupante. En Chile es muy probable que Piñera entregue el poder a alguien de izquierda. En Argentina están gobernando los amigos de Chávez y Maduro. En Brasil es probable que Bolsonaro no sea reelegido, y Colombia parece que tendrá un futuro similar”.
En ese contexto, sostiene Haro, el venezolano prefiere irse más lejos, a un lugar en donde el socialismo no tiene cabida.
“Los venezolanos ya tenemos 22 años de eso, así que la gente de a pie conversa que está juntando un poco de dinero para dárselos a un familiar y que este se vaya hasta allá”.
A todo esto, se le suma la falta de información. Alguien escuchó que Joe Biden iba a apoyar a la migración, que iba a regularizar a los indocumentados y les iba a dar oportunidades, y fue suficiente para que muchos partieran hacia EE UU. “Pero no saben cuáles son los desafíos y peligros de recalar allá”.
Así es que se pueden ver a jóvenes migrantes cargando a señoras para ayudarlas a cruzar el río Grande.
¿Por qué se animan a hacer todo el tránsito, teniendo en cuenta que es muy probable que terminen siendo deportados a México? Haro responde: “Te lo voy a decir de manera muy cruda: la mayoría de ellos no tienen nada que perder, y cuando eso pasa, lo arriesgas todo”.
Y agrega: “Aquí en Venezuela, ellos tienen la muerte casi asegurada porque no pueden acceder a las medicinas, por la violencia o porque no tienen dinero para comer. Si a esas personas les dices que existe la posibilidad de ir a Estados Unidos, te van a decir: ‘¿por qué no?’ Y lo hacen”.
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