Venezuela lleva más de un mes aplicando vacunas contra el covid-19 y nadie, que no sea parte de la cúpula chavista, sabe cuántas dosis se han usado. Con ese habitual vacío de información oficial, el país se queda con los peores pronósticos para su meta de lograr este año la inmunidad de rebaño.
El 18 de febrero, el país comenzó a inocular al personal sanitario con la dosis rusa Sputnik V, de la cual ha recibido 200.000 unidades, que alcanzarán para 100.000 personas en un país con 30 millones de habitantes.
Otras 500.000 vacunas de la firma china Sinopharm llegaron luego a Venezuela y están siendo aplicadas, entre otros, al personal docente, sin que hasta ahora ninguna autoridad del régimen chavista ofrezca un balance sobre el número de inmunizaciones alcanzadas.
El plan de vacunación definitivo, con sus fases y metas, no ha sido publicado pese a la insistente solicitud del gremio médico, que ha contabilizado 379 trabajadores sanitarios muertos desde que llegó la pandemia, una cuarta parte del total oficial de fallecidos en la nación.
Políticos primero
Aunque lo anunciado establecía que los trabajadores de los hospitales serían los primerísimos en vacunarse, los políticos, también considerados prioritarios por el régimen, comenzaron a inmunizarse cuando faltaban, como todavía faltan según sindicatos, miles de trabajadores de la salud por inmunizar.
La vacunación del personal que labora en la llamada primera línea de combate contra la pandemia continúa en medio de un silencio que impide conocer el número de trabajadores sanitarios protegidos hasta ahora.
Los diputados al Parlamento chavista obtuvieron la inyección de la Sputnik V la primera semana de vacunación, cuando el poco fármaco disponible aún no había llegado a todas las regiones.
Luego, las altas autoridades de la llamada revolución bolivariana recibieron la protección, un selecto grupo del que se desconoce el número y sus identidades, salvo en el caso de Nicolás Maduro, que recibió la primera dosis el 8 de marzo.
Con el plan del régimen, del que se conoce solo lo que anuncian sus portavoces, las principales autoridades de los poderes públicos ya deberían estar vacunadas, pues forman parte del 1% de la población para la que se garantizaron las primeras dosis.
Así, su esposa Cilia Flores y su hijo Nicolás Maduro Guerra obtuvieron la vacuna.
A paso lento
Maduro pospuso varias veces la fecha de llegada de las vacunas al país, hasta que fijó abril como el mes para la «inmunización masiva», una meta que espera lograr, principalmente, gracias a un acuerdo con Rusia para traer 10 millones de dosis, aunque todavía se desconoce el día exacto en que prevé completar esa importación.
Además de las 700.000 vacunas que se aplican, Venezuela está abierta a fármacos de otros países y logró recientemente un acuerdo para la compra de 12 millones de dosis a través del mecanismo Covax, un lote que se estima que llegue a finales de mayo, excluyendo la AstraZeneca por orden de Maduro.
Si el país logra materializar en el segundo trimestre las importaciones anunciadas, alcanzará la cifra de 22.500.000 vacunas, todas de doble aplicación, una cantidad que servirá para inmunizar a 11.250.000 venezolanos, cerca del 40% de la población.
Además, juega en contra la velocidad con que se están aplicando los antídotos, un aspecto medido por el portal Time To Herd, según el cual, al ritmo actual, Venezuela tardaría 90 años en lograr la inmunidad de rebaño -70% de su población vacunada-, si bien Maduro asegura que alcanzarán esa meta en 2021.
Más contagios
Venezuela entrón en una segunda ola de contagios, luego de que el número diario de infecciones se acercara nuevamente al millar, algo que no ocurría desde septiembre pasado. El país ha contabilizado 153.315 casos en total.
Datos oficiales señalan que en la última semana fallecieron cerca de 60 personas por coronavirus, un número impensable en los estándares de Venezuela que tiene una de las cifras más bajas del mundo en cuanto a muertes, con un total de 1.521 fallecidos en 53 semanas.
La lista de fallecidos sigue liderada por el personal sanitario, que en promedio registran una muerte cada día entre sus trabajadores, según la ONG Médicos Unidos, una organización que reclama vacunas para todo el gremio pues calculan que menos de la mitad se ha inmunizado.