“Esto fue un horror. Aún estoy en shock”, expresó entre lágrimas una habitante del Conjunto Residencial Victoria. Junto con sus vecinos, limpiaba los destrozos y contabilizaba los daños causados por oficiales presuntamente del Conas y del Sebin, quienes el miércoles irrumpieron en el complejo residencial de la avenida Páez de El Paraíso.
Luego de que el comandante de la Guardia Nacional Bolivariana, Antonio Benavides Torres, denunciara ese día que un oficial de ese componente fue herido por arma de fuego desde esas residencias, comenzaron a rodar rumores de un posible allanamiento.
“Toda agresión a un funcionario será castigada de manera contundente. Aquellos que agredan o usen armas de fuego en contra de nuestros funcionarios, los buscaremos hasta debajo de las piedras”, advirtió Benavides Torres en Twitter.
A las 5:00 pm se cumplió la amenaza. “Eran alrededor de 150 hombres encapuchados, vestidos de negro, sin identificación y con armas largas y cortas”, informó un habitante. Denunció que los hombres entraron sin mediar palabras ni orden de allanamiento, golpearon los portones, dispararon lacrimógenas y violentaron las puertas de las cinco torres.
Los gritos de alerta de los residentes se mezclaron con los estruendos de los vidrios partidos y con las pisadas del grupo de funcionarios que subían por las escaleras de los edificios.
“¡Abre la puerta y sal!” fue la orden que recibió una embarazada en una de las torres. Contó que cinco encapuchados entraron, revisaron el apartamento y movieron los muebles buscando a alguien. “Dejé mi teléfono en la computadora, ellos entraron y cuando lo busqué, ya no estaba”, indicó.
Afuera otros golpeaban las puertas con armas largas. En vista de que nadie respondía, uno de ellos disparó hacia el apartamento. Un hueco en la reja, en la puerta y en la pared son las marcas de la agresión. Se despidieron con una bomba lacrimógena detonada en el pasillo frente al ascensor.
En otra torre un menor de edad fue requisado por los encapuchados. “¿A qué te dedicas tú?, ¿eres guarimbero?”, le preguntaron. El joven contestó: “¿Por qué hacen esto?”. “Nosotros somos mandados por tu presidente Maduro”, respondieron.
Durante el allanamiento desaparecieron los extintores de incendios, 18 cámaras de seguridad fueron destrozadas, rompieron los vidrios de ocho carros –a algunos les robaron los reproductores–, dañaron los intercomunicadores y los dos portones, denunciaron los vecinos.
“¿Cómo vamos a recuperar eso?”, se preguntaron ayer un grupo de residentes en medio de un clima de tristeza, mientras esperaban al fiscal del Ministerio Público para que recolectara las evidencias de los hechos.
“Siento rabia e impotencia. Nos dieron una dosis preconstituyente. Si eso es así ahora, ¿qué será cuando la aprueben? Esto es una dictadura, ni con la de Pérez Jiménez sucedió eso”, manifestó una señora mientras recorría las zonas donde la arremetida, que cesó a las 8:00 pm, causó múltiples daños.
Candelaria ardió
La parroquia Candelaria hizo honor a su nombre entre el miércoles en la noche y ayer en la madrugada en las protestas contra la constituyente. Los manifestantes colocaron barricadas de desechos que fueron incendiadas al igual que una tanqueta de la GNB en la esquina de Candilito.
Los vecinos hicieron un fuerte cacerolazo entre las 8:00 pm y las 12:00 am mientras repelían a los funcionarios que lanzaban bombas y perdigones en una batalla campal en las calles y desde los edificios, que se prolongó hasta las 2:30 am.
“Persiguiendo a los muchachos que entraron en el edificio para protegerse, los guardias patearon la puerta, pero tuvieron que irse porque desde las residencias de enfrente les cayó una lluvia de botellas”, dijo una vecina.
Ayer en la mañana se leían los mensajes de “Fuera Maduro” y “La Candelaria en resistencia” en el pavimento de la avenida Urdaneta y sus adyacencias.
“Nosotros somos mandados por tu presidente Maduro”, fue la respuesta que le dio el encapuchado a un joven mientras requisaban su casa.
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