La oposición de Venezuela marcó este miércoles el comienzo de una carrera por la candidatura presidencial que terminará dentro de 249 días con la definición, en una elección primaria, de la persona que enfrentará al chavismo en 2024, cuando están previstos unos comicios que han generado muchas expectativas y ninguna certeza.
El cronograma de primarias del antichavismo, publicado este miércoles en un acto festivo y de aparente unidad, deja numerosas cuestiones sin aclarar, como la posibilidad o no de que compitan dirigentes inhabilitados políticamente, de votar en el exterior, de contar con el apoyo del Poder Electoral, de la financiación extranjera del proceso y de otro largo etcétera.
Oposición de Venezuela
Pese a todo ese vacío de información, la oposición más tradicional ha escuchado el silbato para salir en la busca de sus simpatizantes, desmovilizados desde 2019, cuando apostaron por un llamado gobierno interino que no cumplió la promesa de acabar con el chavismo y, en cambio, incrementó el rechazo de los ciudadanos hacia este sector de la política.
Este proceso primario, con el que esperan agrupar el más amplio número de escisiones antichavistas, no puede garantizar a quien gane que irá a las presidenciales en igualdad de condiciones frente al gobierno, que está abierto a adelantar las votaciones para este año, cambiar las autoridades electorales y otros ajustes impredecibles.
Mientras tanto, una de las certezas con que parten los competidores en las primarias es que la victoria los conducirá a una candidatura de coalición, pero no única, pues varios dirigentes del antichavismo han adelantado que no se medirán en estas votaciones y se presentarán por separado a los comicios de 2024, lo que da ventaja al oficialismo.
Mucho en contra
La oposición ha promocionado la abstención desde 2018, cuando Nicolás Maduro fue reelegido en unos comicios cuestionados. Por lo que ahora deberá convencer a sus adeptos, muchos de ellos radicalizados y sin confianza en el organismo electoral, de que el voto es el camino para sacar a la llamada revolución bolivariana, en el poder desde 1999.
El antichavismo, repartido en mil pedazos, también intenta unirse para aumentar sus posibilidades. Pero la tarea parece imposible al considerar la multiplicidad de organizaciones políticas intervenidas judicialmente -con juntas directivas duplicadas, unas a favor y otras en contra del gobierno- y la lista de dirigentes a las que el Estado les impide ejercer cargos de elección popular.
Además, los adversarios de Maduro acumulan una amplia lista de fracasos electorales y políticos que terminaron hastiando a una parte del electorado que no ve con claridad, al menos hasta ahora, un liderazgo capaz de ganar la carrera y, en efecto, instalarse en el palacio presidencial de Miraflores.
Por si fuera poco, según dato de la ONU, 7 millones de personas abandonaron Venezuela en la última década huyendo de la crisis económica durante el gobierno de Maduro. Una suerte de deuda que estos ciudadanos no podrán cobrar al chavismo a través del voto, pues la legislación vigente impide que cerca de 90% de estos migrantes ejerzan ese derecho.
La única carta bajo la manga que podría inclinar ligeramente la balanza a favor de la oposición es la mesa de negociación política que mantiene con el Ejecutivo, un proceso que oermanece vivo pero agonizante y del que se desconocen los avances tras bambalinas. El bando opositor asegura que sigue allí para lograr mejores condiciones electorales.
Enemigo preparado
Mientras tanto, quienes han gobernado el país petrolero durante 24 años tienen su maquinaria aceitada y todos los recursos que la oposición quisiera. El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), oficialista, demuestra cada semana que sus bases están en las calles, listas para respaldar a Maduro.
Aunque no se tiene confirmación del candidato oficialista, numerosos actos de gobierno incluyen canciones y símbolos proselitistas que alaban a Maduro como «superhéroe» y líder «indestructible». Mientras que el primer vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, el principal arengador del chavismo, ha dicho que el candidato es Maduro.
Luego de un sexenio de contracción económica y, según estimaciones no oficiales, aún con la mayoría de la población en pobreza extrema, el chavismo intentará vencer, una vez más, a los opositores, ahora con reconocimiento internacional y después de dos comicios regionales que fueron vistos como más democráticos que los precedentes.