La crisis de Venezuela quedó fuera del discurso de Gustavo Petro durante la toma de posesión del domingo 7 de agosto. Un tema trascendental ante la salida del poder de Iván Duque, que en gran parte de su mandato apoyó a los millones de venezolanos asentados en ese país. Y un expresidente que, además, mantuvo una línea firme frente al régimen de Nicolás Maduro y las gravísimas denuncias de violaciones de derechos humanos.
¿Significa que podría tener solidaridad automática con el régimen de Nicolás Maduro y que se deshará de las políticas migratorias hacia los venezolanos o, por el contrario, se trató de un asunto protocolar?
La internacionalista Beatriz de Majo, experta en relaciones comerciales y articulista de El Nacional, le restó importancia al hecho de que Petro no haya mencionado el tema de Venezuela porque se habría metido en asuntos de política exterior y de diplomacia. Ese, afirmó, no era el momento oportuno ni conveniente para hablar de ellos. Consideró que se trató de un discurso muy interno y dirigido estrictamente al hombre de a pie de Colombia.
«Hubiera tenido que hablar también de otra buena cantidad de cosas de la política internacional que tampoco mencionó, así que no me llamó la atención. Que él considera que puede hacer algo al respecto, sin duda que lo hará, porque los millones de venezolanos en la frontera son un contingente tan grande que tiene que resolverlo de alguna manera. Dándole alguna institucionalidad y tratando de incorporarlos al devenir de Colombia», señaló.
Centrado en tres elementos fundamentales
Carlos Romero, politólogo y doctor en Ciencias Políticas, coincidió. Expresó que las palabras de Petro se centraron en tres elementos fundamentales para la vida colombiana: la erradicación de la violencia, la continuidad de los compromisos de paz y el reacomodo de la economía en el contexto internacional.
Dijo que la omisión no implica que Petro no tenga conciencia de su importancia para Colombia. Recordó que en varias ocasiones, durante la campaña electoral y luego de ganar las elecciones presidenciales, habló sobre esos temas. De alguna manera reconoció que su predecesor tuvo una consideración especial por los migrantes pese a los contratiempos con las autoridades del chavismo.
Para Romero, profesor titular de la Universidad Central de Venezuela, se trató de una alocución general en la que no hubo detalles. «Fue un discurso organizado, bien presentado, coherente, bien recibido que, de cierta manera, ilustra el importante cambio político que se está dando en Colombia a partir de la victoria presidencial de Petro», analizó.
La internacionalista cuestionó que Petro haya hablado de la redistribución de la riqueza pero que no haya dedicado una sola palabra a la necesidad de que Colombia produzca para que haya generación de empleo. «(Dijo) cosas un poco mochas, pero muy típicas de este izquierdismo trasnochado del cual este hombre es un fiel representante», expresó.
De Majo y Luis Angarita, internacionalista y profesor titular de la Universidad Central de Venezuela, dieron mayor consideración a la gran cantidad de simbolismos durante el acto de asunción, que tuvo lugar en la plaza de Bolívar de Bogotá.
Angarita señaló no solo que Petro haya pedido que se trasladara la espada de Simón Bolívar al acto, sino que no hubo alfombra roja, que saludó primero al pueblo antes que a las Fuerzas Armadas y que llegó al palacio presidencial de Nariño y saludó a todo el personal llano. «Tratando de dar una imagen de que es un gobierno del pueblo, para el pueblo; que la izquierda es del pueblo y que es un gobierno de las personas», manifestó el profesor.
Un acto “patético”
De Majo, sin embargo, calificó de patético el acto de asunción. En el fondo, afirmó la internacionalista, está el populismo izquierdista típico del chavismo que no conduce a nada y que si realmente Petro quería hablar de Colombia como un país nuevo no era el momento para centrarse en otros temas.
«No le daría tantísima importancia al tema de la espada de Bolívar. No existe ningún gobernante de izquierda que no quiera hacer apelación a esos elementos históricos que son aglutinantes de la población, y sobre todo de la población que no conoce la historia, que no sabe la significación de la espada de Bolívar. Que simplemente tiene un galimatías armado dentro de su cabeza que le hace pensar que de alguna manera este nuevo prócer que se llama Gustavo Petro se parece a Simón Bolívar», expuso De Majo.
Señaló que quedó muy claro que Petro realmente está pensando en crear una nueva Colombia, aún sin saber cómo, pero que sí sabe lo que no quiere para su país. Sobre todo, indicó, eliminar la gran distancia social que existe entre los colombianos. «Y la verdad es que Colombia necesita desesperadamente tener más igualdad social para poder progresar. Y todo lo que puedan hacer en ese sentido debería ser bueno, solo que no está claro», manifestó.
¿Un asunto estratégico?
Luis Angarita cree que pudiese tratarse de una estrategia. Una moderación del discurso en un intento de mostrarse como una izquierda moderna y de no retratarse ni identificarse con sectores radicales ni fracasados, como el posible caso de Maduro. Con esa ausencia del tema de Venezuela, afirmó, se alejó de la solidaridad automática.
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas y consulares, la reapertura de las fronteras y la reactivación del comercio es importante para los venezolanos y colombianos porque se trata del paso binacional más activo de la región, dijo el analista. Agregó que un acercamiento entre Gustavo Petro y Nicolás Maduro significará una victoria a los planes de reconocimiento que tiene la política exterior del gobierno venezolano.
Para Angarita, el simbolismo tiene que ver con las formas de hacer gobierno. Planteó que más allá de todas las pretensiones que puede tener el discurso de izquierda, igual hay un pragmatismo a la hora de crear políticas públicas, de equilibrios y consensos, que tienen que producirse a lo interno y de estrategias equidistantes de no perder también al principal aliado colombiano, que es Estados Unidos. «De modo que el discurso de izquierda tiene el límite de enfrentarse con la realidad de hacer una política pública», expuso.
La paz, prioridad en Petro
De Majo afirmó que la primera de las prioridades de Petro es la paz. «El tema lo tiene descolocado porque para que redistribuya la riqueza y socialmente se ocupe de la cantidad de colombianos que están dentro del límite de la pobreza, tiene que poner al país a funcionar en lo económico. Para eso se necesitan inversiones, y para que haya inversiones es indispensable la paz. Sabrá Dios en qué paz está pensando», dijo.
«Puede estar pensando en una paz en donde la impunidad sea la regla. Eso fue, en parte, lo que hizo Juan Manuel Santos, con su paz en La Habana; le dio la oportunidad a todos los guerrilleros de sentarse en el Congreso y de no retribuir al país por todas las barbaridades que cometieron. Ni siquiera a los principales agraviados, que son todos los muertos y familiares de las personas violadas, secuestradas, saqueadas», añadió.
De Majo dijo que le preocupa que el presidente de Colombia le dedique lo más importante de su tiempo a tratar de establecer una paz con el Ejército de Liberación Nacional.
«Sería a cambio de algo, y a mí me da la sensación de que sería para facilitarle la vida a la guerrilla. Es decir: impunidad a cambio de paz. La paz se negocia en el primer momento, pero una vez que la guerrilla se da cuenta de que, al dejar las armas, no puede vivir del cultivo de la tierra ni de puestos en los ministerios ni en una empresa, piensa en regresar al narcotráfico. Creo que Colombia está condenado a ser un país violento y narcotraficante mientras se lo permitan las grandes naciones. Francamente, eso sí me preocupa muchísimo», expuso la internacionalista.
Romero destacó que la paz de Colombia es una apuesta de Petro y que el mandatario deberá recobrar la confianza sobre el proceso de paz que se perdió, afirmó, por la actitud del expresidente Duque al abandonar los compromisos que se habían logrado en La Habana y la posibilidad de hacer la paz con otros sectores de la guerrilla.
Las relaciones con Maduro
El politólogo cree que el restablecimiento de las relaciones entre Colombia y Venezuela resultará muy beneficioso. Sobre todo para las personas que habitan en la zona fronteriza. «Tenemos tres años con las fronteras cerradas. Hay un rompimiento de las relaciones diplomáticas, comerciales y consulares. Es decir, hay una especie de fractura que poco a poco va a ir mejorando», manifestó.
Expuso que la oposición venezolana debe poner «su granito de arena» porque se descuidó en sus relaciones con Petro y se centró en las relaciones con Duque.
«Hasta cierto momento prácticamente estaban beatificando al presidente Duque, dejando a un lado la posibilidad de que Petro ganara, y en política siempre hay que tener las puertas abiertas», expresó el internacionalista. Reconoció asimismo que costará que la oposición establezca una relación de confianza inmediata con el actual gobierno de Colombia, pero advirtió que es necesario que ocurra lo más pronto posible.
«Que haya una comisión de la oposición venezolana que vaya a Bogotá para también el gobierno de Colombia tener un interlocutor en el contexto de la lucha política venezolana», sugirió.
Los primeros acercamientos
Dos días después de que Gustavo Petro asumió la Presidencia de Colombia, el general venezolano Vladimir Padrino López anunció que, siguiendo instrucciones de Maduro, establecería contacto inmediato con el ministro de Defensa de Colombia para la normalización de las relaciones militares.
Poco después, este mismo martes, el mandatario colombiano, aunque descartó una reunión próxima con Maduro, aseguró que los países han avanzado en las conversaciones. Expresó que antes de la posesión ya estaba ocurriendo un acercamiento, que incluye la apertura de la frontera terrestre para el paso peatonal, las conexiones comerciales, culturales, sociales, familiares, militares y otros.
A finales de julio, el canciller de Petro, Álvaro Leyva, viajó al estado Táchira. Se reunió con Freddy Bernal, gobernador chavista de esa entidad, para aceitar el proceso de restablecimiento de las relaciones entre Colombia y Venezuela.