Juan Guaidó tiene la mirada puesta en el Primero de Mayo. La convocatoria a la marcha más grande de la historia de Venezuela, como la calificó, genera altas expectativas. El presidente encargado, a tres meses de su juramentación, enfrenta una prueba difícil en la que espera contar con la participación de la ciudadanía.
“La inmovilización no nos lleva a nada, la desesperanza menos”, afirma.
“Cuando decimos que va a ser una movilización histórica significa que tomemos consciencia, como ciudadanos, de que es necesaria nuestra participación para superar una crisis que no tiene precedentes”, señala.
Recalca que Venezuela vive en dictadura y que en su gestión se ha logrado mayor reconocimiento internacional y solidez institucional con la Asamblea Nacional, a pesar del asedio: “Racionalmente estamos mucho mejor que nunca para cesar la usurpación”.
—¿Realmente cree que va a ser la marcha más grande de la historia?
—Una de las más grandes, sin duda. Toda Venezuela se va a movilizar exigiendo el cese de la usurpación.
—¿Y si la gente no responde?
—Insistiremos, como ya ha pasado una y otra vez. La otra opción es quedarnos como estamos.
—¿No sería un fracaso que la participación no fuese la que espera?
—No. Esa es nuestra labor de coordinación y liderazgo: convocar, orientar, exigir y crear una ruta. Es decisión del ciudadano definir su nivel de participación o compromiso.
—¿Cuánto más hay que insistir?
—Ya Maduro perdió, está derrotado. Hace meses que no hay ningún anuncio formal de gobierno, que no inaugura ninguna obra y no lo va a hacer porque no tiene dinero, no recibe préstamos y no tiene relaciones bilaterales con ningún país del mundo, más allá de Rusia, China o Turquía. Yo creo que queda muy poco.
—¿Qué significa poco?
—En los tres meses de esta etapa el mundo reconoce que somos mayoría. ¿Qué nos falta? Primero, los empleados públicos, que siguen controlados por el régimen, a veces por miedo, por temor a perder el sueldo que no alcanza para nada; y, segundo, los militares, que también por miedo o por no tener claridad de lo que viene no han terminado de dar el paso. ¿Cuál es la labor nuestra?, y pasó en algunos países, que luego de grandes manifestaciones ese sector dé un paso adelante. Maduro no gobierna, no tiene cómo, subsiste, resiste.
—Resiste Maduro, pero el costo es del ciudadano.
—Sin duda, el ciudadano es el que sufre. Maduro perdió y hace que el día a día sea costoso para los venezolanos, por eso es urgente generar la transición y que superemos la emergencia.
—¿Hay puentes con los militares?
—Con todo el mundo.
—¿Con el gobierno de Maduro también?
—Hay puentes con todos los funcionarios que quieran ponerse del lado de la Constitución de la República.
—¿Con Maduro?
—Maduro es quien hace sufrir a todos los venezolanos. Hay puentes con todos los que quieren acabar con el sufrimiento del venezolano, a todos les hemos extendido las manos. Vivimos en un colapso democrático, no hay Estado de Derecho en Venezuela, están secuestradas las instituciones desde hace mucho tiempo y estas son las consecuencias de toda la tragedia que durante años hemos sufrido. Con todos los funcionarios civiles y militares hemos intentado establecer contactos de cara al cese de la usurpación.
—¿Esos intentos son con el entorno cercano de Maduro?
—Vivimos en dictadura por lo que decir nombres, cercanías, lazos estrechos, sería irresponsable de cara a la transición. Hay que construir las capacidades para enfrentarla, reunir la fuerza necesaria para en definitiva vencerla.
—¿Qué errores se han cometido?
—Hemos cometido muchos durante años.
—¿En estos tres meses?
—No ir más rápido, a lo mejor; tender puentes de mejor manera; comunicar mejor; ampliar la Ley de amnistía, que se explique por sí sola. Lo que sí es cierto es que hemos hecho todo lo posible, lo que está a nuestro alcance para estar al borde del cambio en Venezuela.
—¿No cree que el ánimo de la población se está diluyendo?
—La estrategia para enfrentar una dictadura sangrienta y violenta, que persigue y hostiga, no es sencilla y no lo ha sido por años. El mecanismo principal que tenemos es el de la protesta ciudadana. No estamos estancados, hemos avanzado mucho, a pesar de la tragedia que vivimos. El cambio lo queremos hace años, pero lo que no podemos permitirnos es la desesperanza, dejarle algún espacio al régimen para que sienta que nos puede derrotar. Hoy estamos en un pico de exigencia ciudadana natural por la situación del país.
—En sus visitas a Zulia y Falcón, ¿cómo percibió a la gente?
—Sufriendo. En Venezuela todos sufrimos por una causa distinta, unos porque no tenemos luz, otros porque están sin agua, porque no tenemos acceso a medicinas, porque lo que gano no me rinde o porque mi hijo se tiene que ir. Todos cargamos una cruz. Ver a Zulia y Falcón apagados parte el alma. Vi esperanza, a pesar de las dificultades. Yo le digo a la gente que no se vaya, que se quede, porque vamos a cambiar a Venezuela.
—¿Cuándo?
—Pronto, muy pronto.
—A Maduro, ¿le diría algo?
—Creo que hay poco que decirle a alguien que ya perdió la humanidad. Ya acabó, se pasó su tiempo. La mejor decisión que podría tomar es irse.
—¿Cuántas marchas más?
—Las que sean necesarias. La gente está bastante motivada por su país, aunque es natural que por el día a día agobiante y frustrante uno tienda a desanimarse y a pensar en cuánto más hace falta. Yo creo que el Primero de Mayo comienza una fase definitiva en este proceso en el que los empleados públicos y las fuerzas armadas juegan papel primordial. Sabemos que están del lado del cambio y los vamos a sumar a este proceso.