—¿Quién podrá defender a los 275 presos políticos?
—Hasta ahora nosotros hemos hecho ese trabajo, al menos en 70% de los casos. Pero es Venezuela entera la que debe salir en su defensa.
—¿Y a los militares presos?
—Todos tienen el mismo derecho de ser defendidos por sus abogados de confianza, y no por los que les impongan los tribunales contra su voluntad.
—¿Qué convierte a los presos políticos en “políticos presos”?
—Nada. Un preso político es lo que es por la forma de su detención, por las condiciones en las que se le mantiene detenido y por los motivos políticos que tiene el poder para encarcelarlo.
—¿Se conmovió el mundo ante la imagen de algunos jóvenes liberados, que parecían sacados de Auschwitz?
—Solo unos pocos han sido liberados. En general, solo han sido excarcelados; esa diferencia es importante. En cualquier momento pueden ser encarcelados de nuevo. Y sí, el mundo se impresiona cada vez más de lo que pasa en Venezuela.
—¿Es peor la imagen de El Helicoide que la de Pérez Jiménez?
—Los niveles de represión que padecemos ahora dejan a cualquier otra fase represiva de nuestra historia republicana en pañales.
—¿A qué le supo el premio IABA/Lexis-Nexis por su defensa de los derechos humanos?
—A que el trabajo del Foro Penal, aunque aún nos queda mucho por hacer, se conoce y se reconoce.
—Como músico, ¿una canción para el régimen?
—“Solo le pido a Dios”, de León Gieco.
—¿Para la oposición?
—Exactamente la misma: “Solo le pido a Dios”, de León Gieco.
—¿Vale la pena denunciar, “así la denuncia la reciba el delincuente”?
—Sí. Aunque acá no se procese ni la tomen en cuenta es el primer paso por cumplir antes de acudir a las instancias internacionales. Y todo queda registrado para el momento en el que se rescate el Estado de Derecho y se pueda lograr justicia.
—¿Fiscaliza el fiscal?
—Solo cuando se trata de casos políticos. Como herramienta de la intolerancia oficial es muy efectivo.
—¿Los derechos negados a las ONG?
—El derecho de mostrar la verdad de Venezuela sin ser criminalizadas por ello.
—¿Se deja violar el soberano?
—El miedo, como estrategia del poder, funciona. Aletarga y nos vuelve sumisos. Pero todo tiene su límite.
—¿Hay derecho a que Venezuela sea declarado país no apto para la niñez?
—No. Es una muestra más, quizás la más dolorosa porque condiciona lo que será nuestro futuro, de lo mal que estamos.
—¿Y a que un coronel gané 240 millones de bolívares y un profesor universitario 2 dólares?
—Un país en el que un educador gana infinitamente menos que lo que ganan los que llevan las armas es un país que está muy mal y tiene torcidas sus prioridades.
—¿Y si, de paso, el militar le jura lealtad a Maduro?
—No hay mejor manera de tergiversar lo que debe ser un militar que la de jurarle lealtad no a la patria, sino a una persona, sea quien sea.
—¿Compartiría un foro penal con el régimen?
—Si diera muestras serias y coherentes de querer acabar con la represión y con la prisión y la persecución política, sí.
—¿Cuánto vale un juez oficialista?
—No sé de precios en monedas, pues ni pago ni compro jueces, pero muchos de ellos han pagado su estabilidad y sus cargos con su dignidad.
—¿Hay derecho a que un ministro calce zapatos de 700 dólares y un educador no disponga de 6 dólares para lo mismo?
—No, y el ministro debería explicar de dónde saca el dinero para darse esos gustos.
—¿Los derechos que la ANC tuerce a la AN?
—Para empezar, legisla, y no tiene competencias para ello. Cuando la Constitución habla de que la ANC puede “cambiar el marco jurídico de la nación” se refiere a que su cometido es el de, previa la aprobación del pueblo, cambiar la Constitución, nada más.
—¿Necesita la policía una policía que la vigile?
—Los mejores vigilantes de cualquier funcionario del Poder Público son la ciudadanía organizada y los medios de comunicación libres. No menciono a los jueces ni a los fiscales porque a veces parecen actuar subordinados a los cuerpos policiales, no al revés, como debería ser.
—¿La institución que se viola a sí misma?
—La Fiscalía.
—Y el presidente, ¿cuántas veces viola la Constitución?
—No creo que la tenga como referente ni como guía de sus actos; de hecho, a veces más parece que le incomoda, por eso se empeña en cambiarla y en desconocerla.
—¿Procedería un juicio?
—Yo creo que sí, y ojalá que así ocurra y que sea un juicio justo. Muchos, por lo que han sufrido, tienen más a la mano la venganza, pero como ya dije, la venganza no es justicia. Lo peor que nos puede pasar es que la desesperanza nos haga ser iguales a los que han violado nuestros derechos.
—¿Hay derecho a que una sola familia tome venganza contra todo un país?
—No. Aun en los casos en los que las afrentas sean verdaderas, la venganza no es justicia ni puede ser tenida como política de Estado.
—¿Ha recibido amenazas?
—Sí, desde amenazas de muerte contra mí hasta amenazas de toda índole contra mi esposa y mis hijos.
—¿Quién defiende a los defensores de derechos humanos?
—En general nosotros mismos, aunque cada vez más la comunidad internacional está más preocupada por nosotros.
—¿Qué pasaría en Venezuela si finalmente altos funcionarios vistiesen bragas anaranjadas?
—El camino a la paz pasa, necesariamente, por la puerta de la justicia. Es la única manera de evitar el daño que nos haríamos si dejamos que sean nuestros impulsos más primitivos, y la venganza, los que guíen nuestros pasos.