«Recuperando espacios». El líder opositor Juan Guaidó, presidente interino de Venezuela, usa un gerundio y un sustantivo para resumir la estrategia que lleva a cabo su equipo más próximo y el Parlamento en su desafío contra la revolución.
Un día se nombran embajadores y al siguiente se frena desde la Asamblea Nacional la venta de oro en un país europeo. Horas más tarde se congelan nuevos activos venezolanos, hasta ahora en manos de oficialistas, y en paralelo Julio Borges, ex presidente del Parlamento, participa con voz propia en la reunión del Grupo de Lima. Desde adentro, pero siempre con la mirada al exterior. La Conferencia Mundial de la Crisis Humanitaria, que empezó este jueves en Washington, también significó otro hito: el primer acto internacional convocado por el jefe legislativo.
«Más de 60 delegaciones internacionales articularán esfuerzos para que la ayuda humanitaria llegue a quienes la necesitan», se congratuló el líder opositor, que usa sus redes sociales para transmitir órdenes y para informar, ante el muro de la censura levantado en el país. Twitter e Instagram difunden y multiplican los «decretos» del presidente encargado como si de una gacetilla oficial paralela se tratara. Tanto preocupa su repercusión a través de las redes que YouTube fue bloqueado durante su discurso en la marcha del Día de la Juventud. Es precisamente del rotundo respaldo popular de donde nace su principal fuente de poder.
«¡Avanzamos en nuestra lucha! Anunciamos la creación del Centro de Ayuda Humanitaria en Curazao, tercer punto de acopio (tras Cúcuta, en Colombia, y Roraima, en Brasil). Gracias al canciller de Holanda por apoyar la causa de los venezolanos más necesitados», dijo Guaidó.
A toda velocidad y en todos lados. Una de las operaciones frenadas por las fuerzas parlamentarias parece sacada de un guión de la «Operación Imposible» criolla. El primer ministro búlgaro fue informado por Estados Unidos de un depósito sospechoso de 120 millones de euros en un banco local, realizado por un abogado ruso. El diputado Carlos Paparoni denunció que se trataba de fondos de Pdvsa, de «viaje» hacia un paraíso fiscal. Medios búlgaros aseguran que el socio revolucionario es conocido por traficar con anfetaminas y diamantes africanos.
La Asamblea Nacional designó a la nueva directiva y junta administradora de Pdvsa, conformada por un equipo de «experiencia significativa», según Francisco Monaldi, uno de los expertos petroleros del país. Cuatro hombres del petróleo, más el exalcalde exilado David Smolansky, que también funge como delegado especial de la Organización de los Estados Americanos (OEA) para la diáspora venezolana.
Lo mismo ocurre con los directivos elegidos para Citgo, la filial de Pdvsa en Estados Unidos. «Dimos un paso decisivo para asegurar y proteger los activos venezolanos», remachó Carlos Vecchio, embajador del Parlamento en Washington. «Fue un anuncio histórico», corroboró el propio Guaidó. «Una platica [dinero] en todos lados», resumió a La Nación uno de sus hombres de confianza.
La oposición avanza en su toma de pequeñas cuotas de poder, «algo inédito», confirma Piero Trepccione, politólogo cercano a los jesuitas. «Y eso es así porque Nicolás Maduro aún tiene respaldo geopolítico y militar», añade.
¿Hasta dónde puede avanzar la estrategia de recuperación de espacios, esgrimida por Guaidó? «Hasta el final», confirman en su entorno. «Ya no hay retorno. La idea es avanzar en todos, hasta el militar como última instancia. O se fractura el poder y se da el cambio político o se divide el país por intereses geopolíticos», concluye Trepiccione.
Guaidó, su equipo y diputados más cercanos de la Asamblea no pierden ni un día, sabedores no solo de que enfrenta a un gigante revolucionario, sino también conocedores de la ansiedad mayúscula que embarga a los venezolanos. A la impaciencia natural de una sociedad abatida por la crisis, se suman los habituales «torpedos» de los más radicales, cuya permanente insatisfacción esconde su táctica política.
En medio de la batalla de estos días ya se lanzan candidaturas presidenciales, cuando ni siquiera se ha cumplido el primer paso del «catecismo Guaidó», el cese de la «usurpación del poder». Después le toca el turno al gobierno de transición y a la convocatoria de unas elecciones libres y democráticas, precedidas de primarias.Una de las principales críticas que desde el bando más radical se hace contra Guaidó es su constante búsqueda de aliados, como los chavistas disidentes, y su empeño por fortalecer y ampliar la unidad democrática.
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