En vísperas de la Cumbre Iberoamericana que se celebrará el próximo sábado en Santo Domingo, el ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares (Madrid, 1972), recibió al Grupo de Diarios América (GDA), al cual pertenece El Nacional para reflexionar sobre las prioridades de este cónclave, así como de la presidencia española de la Unión Europea (UE), que se inicia el próximo 1 de julio. De hecho, uno de los primeros eventos organizados por la cancillería española será la cumbre entre los líderes de la UE y América Latina, que tendrá lugar el 17 y el 18 de julio en Bruselas. Albares, un diplomático de carrera, asumió su cargo en julio de 2021 con el mandato de poner fin a la crisis diplomática con Marruecos. Tras conseguir este objetivo, ahora fija su mirada en América Latina.
—¿Cuál será el mensaje que llevará España a la Cumbre de Santo Domingo?
—Primero, es un mensaje de comunidad, de unidad, de compartir valores en esta comunidad iberoamericana. Va a ser la primera cumbre presencial desde la pandemia del Covid-19 y tiene un valor especial. Es un momento muy convulsionado, muy complejo en el mundo.
—¿En qué ámbitos cree que se puede avanzar más en la cumbre?
—Va a haber una carta de derechos digitales iberoamericanos en un momento en el que cada vez más es necesaria una regulación, una protección en este ámbito digital. También firmaremos una carta medioambiental, teniendo en cuenta que América Latina, con el Amazonas, tiene tanto que aportar a la lucha contra el cambio climático y en la defensa de la biodiversidad. Y, por último, la seguridad alimentaria va a estar en el centro de la cumbre. Tenemos que dar una respuesta a esta situación de escasez de fertilizantes, de incremento del precio del grano. Es muy importante, especialmente, para América Central. Por lo tanto, será una cumbre rica, densa, simbólica, y para España se inicia lo que queremos que sea el año de América Latina en Europa. Será un momento para hablar con muchos de los líderes de la Celac, y tendrá su continuidad con la cumbre UE-Celac los días 17 y 18 de julio en Bruselas.
—¿Cree que en esta cumbre en Bruselas debería asistir Nicolás Maduro?
—La UE debe decidir quién asiste en su nombre y Celac quién asiste en el suyo. Es como ha actuado la UE con otras regiones, como África.
—¿Cómo valora el proceso político en marcha en Venezuela?
—Con esperanza. Lo he dicho muchas ocasiones. Nosotros apoyamos el diálogo entre venezolanos. Esperamos que el camino de la democracia se abra con fuerza en Venezuela y que sea de forma pacífica, desde Venezuela. Ha habido ya un primer paso, el acuerdo humanitario. Es un paso importante, y lo hemos saludado públicamente. Ahora hay que dar un nuevo paso, llegar a un acuerdo político.
La presidencia de España
—¿Qué oportunidad representa para América Latina la presidencia española de la UE que empieza en julio?
—España ha sido siempre el puente y el abogado de América Latina en Europa, y lo que queremos es volver a poner América Latina en el centro de la agenda europea. Europa lleva demasiado tiempo viviendo de espaldas a América Latina. En primer lugar, habrá esa cumbre de julio, un hecho político muy importante. Asistirán más de 60 líderes políticos. América Latina es de lejos la región más eurocompatible del planeta, y nada más normal que nos hablemos. Pero hay que avanzar también económica y comercialmente. Por eso, hay que avanzar definitivamente en los acuerdos comerciales con México, Chile, Mercosur, y tiene que haber un programa financiero y de trabajo que continúe los resultados de esa cumbre. No puede ser que América Latina sea el centro de Europa cada vez que un español pasa por la presidencia de la UE. Queremos que sea algo estructural. Y por eso habrá también un foro empresarial, uno de la sociedad civil, y un encuentro de ministros de Economía y Finanzas.
—Precisamente, ha mencionado el acuerdo con el Mercosur que lleva encallado desde hace años. ¿Cree que hay opciones reales de concluirlo en los próximos meses?
—Ese será el esfuerzo de la presidencia española, ya que es mutuamente beneficioso para dos economías que son compatibles. Pero, además, esos acuerdos no son solo acuerdos comerciales, son también una señal de compromiso político.
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La guerra en Ucrania
—Europa está muy volcada hacia la guerra de Ucrania, ¿teme que América Latina quede relegada lejos de las prioridades?
—No es una preocupación, pero sí una reflexión que me hago. Lo que está ocurriendo en Ucrania es de una gravedad enorme para el mundo entero porque está en juego la propia Carta de las Naciones Unidas, la igualdad soberana de los Estados, el rechazo a la guerra como forma de resolver conflictos entre Estados. Pero lo que sí es cierto es que ese interés, ese respaldo que damos a Ucrania no puede hacerse en detrimento de otras regiones y de América Latina. No tiene por qué hacerse. Y por eso en España hemos incrementado nuestros fondos de ayuda al desarrollo.
—Hablando de Ucrania, la mayoría de países de América Latina han adoptado una posición bastante diferente a la de Europa. ¿Será España también el abogado de Europa en América Latina? ¿Intentará convencerlos de que exporten armamento a Ucrania?
—En primer lugar, la mayor parte de los países de América Latina rechazan esta guerra de agresión ilegal y se demostró en la votación en la ONU, donde la mayor parte de estos países se sumaron al rechazo de esta guerra, y apoyaron la resolución [de condena]. En segundo, no es una guerra europea, es una guerra que nos concierne a todos, y en América Latina se ha entendido muy bien. Esta es una región de paz, no suele haber guerras en América Latina, se cree en el multilateralismo. Y sobre el envío de armas, España ha tomado su decisión, y es ayudar a la legítima defensa de Ucrania para defender su integridad territorial. Nosotros no le decimos a los otros gobiernos qué es lo que tienen que hacer, pero sí hablamos de defensa de la legalidad internacional.
—En Europa parece haber dos grandes campos en una situación de estancamiento de la guerra, los que quieren derrotar a Rusia cueste lo que cueste, y quienes apuestan por un final negociado. ¿España dónde se sitúa?
—Esta es la guerra de un solo país, y diría incluso que de un solo hombre: Vladimir Putin. La UE y España no son parte de esta guerra. España se sitúa entre los países que quieren que los soldados rusos vuelvan a sus fronteras lo antes posible. Estamos en el grupo de los países que quiere que se respete la Carta de la ONU, que cree en el derecho de Ucrania a existir libre y soberanamente. Si triunfa la agresión rusa, el mundo será más inestable y más inseguro.
—¿Eso incluye que Ucrania debe recupere también la península de Crimea?
—Eso incluye que recupere el territorio dentro de sus fronteras legalmente reconocidas a nivel internacional.
Represión en Nicaragua
—Volviendo a América Latina, ¿qué medidas se deberían adoptar para frenar la represión en Nicaragua?
—La posición de España es muy clara, y la de la UE también. Hay un paquete de sanciones europeas desde hace meses por esta pena infame de convertir opositores políticos en apátridas, y concedimos la nacionalidad española a todos ellos, y son ya más de 80 los que lo solicitaron.
—¿Y no es necesario un nuevo paquete?
—Lo deberíamos decidir en conjunto los 27 [países de la UE].
—¿Cómo valora la situación en Perú, donde el expresidente Pedro Castillo se encuentra arrestado?
—Queremos que todo lo que suceda en Perú pase dentro de los cauces pacíficos, democráticos y constitucionales. Es la única salida. Perú tiene una Constitución, democráticamente establecida y que ofrece unos determinados cauces. Por eso nos opusimos al intento de Castillo de disolver el Parlamento.
—En Colombia, hay controversia respecto a la intención del presidente Gustavo Petro de aprobar una ley que otorgue beneficios penitenciarios a los grupos armados que colaboren con la justicia, incluidos narcotraficantes. ¿Cuál es su posición?
—No tengo una opinión respecto a la política interna colombiana. Lo que sí expresó España a Colombia es que está a su disposición para todo aquello que pueda ser útil para que avance hacia una paz definitiva. Y Colombia ha ofrecido a España ser país acompañante en ese proceso de paz. Y es lo que vamos a hacer de forma constructiva con el resto de países. Han sido demasiados años de violencia y de tantas muertes inocentes.
Por Ricard González, La Nación/ Argentina/ GDA
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