La madrugada del primero de junio un incendio acabó con 80% de la colección de la biblioteca del Núcleo Sucre de la Universidad de Oriente (UDO). Los bomberos, ante la falta de apoyo de los cuerpos de seguridad del Estado, tuvieron que esperar hasta que amaneciera para actuar porque cuando está oscuro las instalaciones de la casa de estudios todavía están tomadas por delincuentes.
En la tarde empezaron a correr en redes sociales las imágenes de los libros apilados y chamuscados mientras las llamas amenazaban con acabar con lo que quedaba. Surgieron expresiones de indignación y preocupación ante el ataque contra la academia, el conocimiento y la cultura.
«Quemar una biblioteca no es un acto vandálico comparable conarrancar el pasamanos de la escalera. Querer destruir el conocimiento es una fase superior del odio. El fuego puede extenderse», afirmó en su cuenta de Twitter la escritora Ana Teresa Torres.
«Quemar una biblioteca debería considerarse una forma de genocidio. Es arrasar la mente de miles, sus investigaciones, sus pensamientos, sus conocimientos. Incinerar la razón y la ciencia de miles. Una forma de exterminio», manifestó el escritor y director de teatro José Tomás Angola.
En la UDO no encuentran una razón lógica para quemar una biblioteca salvo que sea una saña contra la institución, que en los últimos tres años ha sido objeto de robos de computadoras, cobre, cableado eléctrico, tuberías, estantes, vidrios y ventanas, entre muchas otras cosas.
La rectora de la UDO, Milena Bravo, señala que el informe preliminar de los bomberos apunta a que el incendio fue provocado: «Son bandas armadas que están en Cumaná y que son conocidas por las autoridades encargadas de la seguridad de la ciudad, pero a la universidad no le prestan apoyo en ese sentido. Se dice que están organizadas, entran a la universidad y actúan impunemente porque saben que no les van a hacer absolutamente nada».
Se han realizado, cuenta la rectora, denuncias ante el Cicpc y la Fiscalía, han enviado cartas a la gobernación de Sucre y no han recibido respuesta. «Para la UDO no ha habido ni una sola respuesta sobre alguna investigación de la Fiscalía de todas las denuncias que se han hecho. Eso lo tengo que decir contundentemente», expresó.
«La universidad toda está siendo atacada, en todos sus núcleos y extensiones. Lo que ocurre es una cosa que no tiene nombre. Solo mentes perversas pueden participar en una cosa tan diabólica como esta. Quemar una biblioteca es quemar la cultura, la academia, las bases fundamentales de un país. Obviamente eso viene orquestado de alguna manera. No tenemos otra explicación lógica. En el consejo universitario un consejero dijo que los malandros entran a robar, sacan los libros, los tiran al suelo y se llevan los estantes. Pero esta vez vinieron a quemar. Yo creo que a un malandro no le interesa quemar libros, pierde tiempo. Entonces hay que sacar algunas conclusiones», agregó.
Las pérdidas son incalculables. Pérdidas que no tienen precio. La universidad, recuerda, creó esta biblioteca hace más de 60 años y se logró una importante colección tanto de títulos para consulta como de tesis de grado y de posgrado. Fue un material de conocimiento incalculable e invaluable que, lamenta la rectora, no volverá. «A uno se le pone el corazón chiquito», dice. Pero adelanta que tendrán una biblioteca nueva con los libros que se salvaron y con los que les donarán, pues ya iniciaron una campaña para recibir publicaciones que sirvan a los estudiantes para consulta.
En el Núcleo Sucre de la UDO no solo han quemado la biblioteca, también fue incendiado en abril el Instituto Oceanográfico, lo que significó la pérdida de equipos y papeles, y a mediados del año pasado ocurrió lo mismo con el auditorio de la sede.
Recientemente fue desmantelado el techo de la Escuela de Ciencias de la Tierra del Núcleo Bolívar. «Eso es una escuela única en Venezuela. De allí salen los mejores ingenieros en Geología y en Minas que producen para el estado Bolívar», subraya Bravo.
Cuando no van a robar, cuenta la rectora, rompen las puertas, sacan las ventanas, rompen los vidrio o parten los escritorios.
Actos vandálicos similares se han registrado en otras instituciones. De acuerdo con la organización Aula Abierta, que defiende y promueve los derechos universitarios, durante la cuarentena ha habido hasta mayo al menos 72 casos de robo o desvalijamiento en las universidades del país.
La Universidad del Zulia es la más afectada con 31 casos. Le siguen la UDO con 21 y la Universidad de Los Andes con 12.
A pesar de la gravedad de las agresiones, Bravo es firme en una posición: la educación universitaria seguirá existiendo en el país. «Y la UDO es un icono de Oriente y solo el pueblo oriental decide su destino. Por eso digo: alerta Oriente del país, a nuestra universidad se la están llevando y nosotros los orientales tenemos que defenderla. No puede ser que un grupete, porque siente que tiene poder, irá contra Oriente y toda una universidad».
¿Razones políticas?
La rectora espera que la gente saque sus propias conclusiones de por qué ocurrió el incendio. Pero señala que luego de la discusión en el consejo universitario concluyeron que no podía haber otra explicación que no sea política: «¿Qué es lo que molesta? ¿Que UDO sea autónoma, libre, plural y, sobre todo, democrática? Esa es la esencia de la verdadera universidad, de la universidad que alberga diversidad de ideas, colores, sabores, opiniones, esa es la universidad que queremos. No hay explicación para esto porque la agresión hamponil o el vandalaje tienen una explicación lógica hasta cierto punto. Pero cuando se adentra en el daño, tenemos que buscar otra explicación. ¿Es política? Eso es lo que se tendrá que responder», dice.
Sin embargo, descarta que el ataque sistemático contra la casa de estudios sea porque el año pasado reconoció a Juan Guaidó como presidente, pues las agresiones se han registrado desde 2017. «La universidad es plural, libre y democrática. Y si su consejo universitario en un momento determinado emitió un comunicado hablando de la necesidad de seguir trabajando en democracia, de seguir siendo libres, plurales, autónomos, fueron todos los miembros quienes votaron por unanimidad para decir que sí vamos con la democracia».
En este momento, indica la rectora, la importante es llegar a un consenso para prestarle seguridad a la universidad, donde hay unos 800 profesores en el Núcleo Sucre entre contratados y de escalafón. La matrícula se ha reducido de manera considerable. Bravo no ofrece cifras sobre la cantidad de alumnos, pero explica que esto se debe a que la casa de estudios no tiene transporte ni comedor, y como muchos de estudiantes son de bajos recursos han tenido que dejar las aulas para ponerse a trabajar.
Respecto a la posibilidad de impartir clases a distancia, dice que es muy difícil hacerlo por las circunstancias paupérrimas del país. «Ofrecer educación virtual es una cosa muy seria, tan importante como tener una escuela de medicina. Significa que tienes que tener una plataforma para conectar a los estudiantes y al profesor. No es tan fácil como tener una computadora en tu casa y el estudiante un teléfono inteligente», explica.
Porque, además, los profesores con sus bajos sueldos y los estudiantes de pocos recursos no pueden comprar los equipos que necesitan. «Uno de los elementos fundamentales para hacer educación virtual es la conectividad, que es muy mala en Venezuela, eso lo sabe el país entero».