Decenas de migrantes, la mayoría venezolanos, que permanecían en la frontera entre Bolivia y Chile, donde hace un par de semanas hubo enfrentamientos, se desplazaron a otras zonas como Oruro en busca de alternativas para poder llegar a territorio chileno.
La región occidental de Bolivia se convirtió en la ruta de varios grupos de migrantes venezolanos que en las últimas semanas decidieron transitar el altiplano boliviano. La zona está a más de 3.800 metros sobre el nivel del mar y los conduce hacia Chile.
El paso de ingreso es la población de Desaguadero que comparten Perú y Bolivia, al sur del lago Titicaca, el más alto del mundo. La travesía sigue hasta llegar a Pisiga, un pequeño poblado en la frontera boliviana con Chile, en donde aguardan algún resquicio de la frontera militarizada para acceder a suelo chileno.
La entrada de más de un millar de extranjeros en menos de siete días en febrero provocó desabastecimientos y enfrentamientos. La situación se agravó con el fallecimiento de dos extranjeros: un colombiano y un venezolano.
El paso por Pisiga
Más de 234 kilómetros son los que separan Pisiga, de no más de un millar de habitantes, de Oruro la cuidad cercana más grande y que también es una parada estratégica de los inmigrantes que antes ya han atravesado Colombia y Perú.
Hasta hace algunas semanas se encontraban grupos grandes de venezolanos entre 45 a 75 personas haciendo el viaje hasta la frontera boliviano-chilena. Sin embargo, ahora ese número bajó rotundamente, dijo a Efe el responsable de migración de Oruro, Gilmar López.
El funcionario explicó que esto posiblemente se debe a las fuerzas de seguridad que desplegó Chile y los controles en su frontera. «Ya no les están dejando entrar con normalidad», aseguró.
Los reportes de Migración como de la Defensoría del Pueblo de Bolivia coinciden en que los ingresos de venezolanos son irregulares y que suelen señalar que están solo de paso.
Esa población venezolana muy pocas veces tiene como destino llegar a Bolivia, dijo a Efe el jefe de la unidad de Movilidad Urbana de la Defensoría del Pueblo, Aldo Cortez.
Una misión conjunta de varias instituciones estableció que hace un par de semanas llegaron a reunirse hasta un centenar de inmigrantes venezolanos en un alojamiento de Pisiga. Deseaban pasar la noche y luego pasar hasta Colchane, la población chilena más próxima donde hace dos semanas colapsó esta situación, mencionó el funcionario.
Otras posibilidades
Ahora Pisiga se vació, sostuvo López que indicó que la mayor parte de venezolanos permanecen en Oruro para valorar qué hacer o qué ruta alternativa tomar para llegar a su objetivo.
Algunos evalúan la conveniencia de hacer rutas alternas como el duro paso de Uyuni en Bolivia hasta Calama en Chile, una ruta extrema por las temperaturas bajas.
También está la opción de hacer un recorrido más extenso y relativamente menos difícil hasta Argentina para luego procurar ingresar a tierras chilenas.
Vidas al límite
La Defensoría del Pueblo en Bolivia concluyó que los migrantes venezolanos están en una situación de vulnerabilidad muy grande. Las formas de sustento a las que tienen que recurrir van desde la mendicidad hasta trabajos de baja reputación.
Por esto, la labor de esta organización está enfocada en la ayuda humanitaria y hacer de que en suelo boliviano se evite la vulneración de derechos humano. Eso es algo que, dijo Cortez, no sucedió en el paso de estos grupos por el país.
Inclusive el trato migratorio que reciben es más flexible en la parte boliviana a diferencia de lo que pasa en el lado chileno. Cuando un inmigrante asegura que solo está de paso se debe tramitar una salida obligatoria con un plazo de quince días para salir del país.
«Si en su entrevista ellos quieren quedarse en Bolivia nosotros estamos obligados a legalizar sus papeles», mencionó el responsable de migración de Oruro.
Al no estar registrados regularmente los ingresos de venezolanos a Bolivia, no se tiene una cantidad exacta de los inmigrantes de esa nacionalidad que han pasado por el país.
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