Bajo un microscopio, el biólogo Melfran Herrera estudia un mosquito Anopheles. Con mucho cuidado saca sus ovarios para ver si ha puesto huevos. Si es así, se trata de un mosquito viejo que ya ha consumido sangre, probablemente infectada, y que podría tener la edad suficiente para convertirse en transmisor de la temible enfermedad de la malaria, también conocida como paludismo.
Herrera es especialista en control de insectos transmisores de enfermedades con más de 20 años de experiencia, y trabaja como supervisor de control vectorial con Médicos Sin Fronteras en el estado Sucre, donde la organización apoya al Programa Nacional de Malaria de la Dirección Regional de Salud Ambiental, para disminuir y controlar la enfermedad. Esta es una de las entidades con mayor incidencia de malaria en el país y por eso, desde 2019, Médicos Sin Fronteras se enfoca en tres ejes fundamentales: diagnóstico y tratamiento, promoción de la salud y control vectorial.
El control vectorial se refiere a todas las estrategias que se implementan para evitar la transmisión de enfermedades, por medio de los insectos que la portan, los llamados vectores. Pero la práctica es más compleja de lo que parece, pues para tomar medidas realmente efectivas es necesario estudiar absolutamente todo sobre estos mosquitos.
Lo primero es ubicar los posibles criaderos de esos insectos, lo cual implica ir a caños y lagunas cercanas a las poblaciones con casos de malaria para recolectar muestras de agua y confirmar si en efecto hay larvas de Anopheles y en qué densidad. Lo siguiente es ir a las casas de las personas que viven en comunidades afectadas para seguir y atrapar a los mosquitos, con la intención de estudiarlos: determinar las especies presentes, conocer su abundancia y promedio de vida, el horario predilecto en que pican, si entran a las casas y si reposan sobre las paredes.
Cuando se tiene esta información, se analizan los resultados para determinar estrategias eficaces y sustentables de control vectorial. Es así como se define, por ejemplo, la aplicación de biolarvicidas en algunas lagunas, los horarios de fumigaciones, rociar las paredes intradomiciliarias o las distribuciones de mosquiteros para la protección personal. Todas estas medidas, acompañadas por diagnóstico y tratamiento temprano de la enfermedad y promoción de la salud para que las personas sepan cómo cuidarse y qué medidas adoptar en caso de infección, tienen un impacto directo en la reducción de la malaria.
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Médicos Sin Fronteras en Sucre
En Venezuela la malaria estaba prácticamente controlada en la década de 1960, pero hace unos años reapareció con fuerza. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en 2017 se registraron más de 400.000 casos, lo que convierte al país en uno de los más afectados de Latinoamérica.
En Sucre, Médicos Sin Fronteras trabaja en los focos de Yaguaraparo, Coicual, Putucual, Guaca, Caño Ajíes, Agua Clarita y San Vicente. Además del trabajo de control vectorial, los equipos médicos de los centros de salud de estas comunidades y de la Maternidad de Carúpano se encargan de complementar el trabajo a través de la detección temprana y el tratamiento de la malaria, y los equipos de promoción de salud refuerzan todo lo relacionado con cuidado y prevención. Esta fórmula es sin duda necesaria para el éxito de la reducción de la malaria.
La incidencia de casos de malaria en las zonas donde Médicos Sin Fronteras está presente y trabaja en colaboración con las autoridades locales, ha disminuido en 80% desde 2019. En el primer semestre de ese año se reportaban 8.566 casos de la enfermedad en estas áreas, mientras que en 2021 se reportaron 1.641 durante el mismo período.
Es así como Noble García llevó a su nieto al ambulatorio de San Vicente, zona rural del estado Sucre, con síntomas de malaria. Para ellos no son síntomas nuevos, en los últimos años Noble ha tenido la enfermedad por lo menos tres veces y su nieto ya la ha padecido una vez. Sin embargo, cuenta que la situación en el último año ha cambiado. “Ya no se ve tanta gente con el paludismo, ya sabemos cómo cuidarnos y aquí hemos recibido el tratamiento”, dice.
Noble espera el resultado de su nieto, a quien los equipos del ambulatorio, con soporte de Médicos Sin Fronteras, han tomado una gota gruesa de sangre del lóbulo de su oreja para examinarla y determinar si está infectado. El resultado es positivo, y forma parte de los 200 millones de casos que cada año se diagnostican en el mundo, pero por fortuna su resultado fue determinado a tiempo. Ahora recibirá tratamiento y en unos días estará recuperado.
Presencia en Venezuela
Médicos Sin Fronteras está presente en Venezuela desde 2015 y trabaja en la reducción de la malaria en los estados Anzoátegui, Bolívar y Sucre. Durante el primer semestre de 2021, en estas tres entidades fueron efectuadas 80.631 pruebas de malaria, se diagnosticaron y trataron 14.858 casos y se distribuyeron 23.000 mosquiteros en diversas comunidades.
La organización tiene operaciones en Amazonas, Anzoátegui, Bolívar, Miranda, Sucre, Táchira y Distrito Capital. Médicos Sin Fronteras es una organización médicohumanitaria imparcial, neutral e independiente con presencia en más de 70 naciones. La totalidad de sus fondos provienen de donaciones particulares alrededor del mundo.
Con información de Médicos Sin Fronteras.
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