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Maduro opta por una mayor radicalización con la designación de Cabello y eleva la incertidumbre poselectoral

Pese a la presión internacional, el presidente venezolano rediseñó esta semana su gabinete y siguió con la represión. La oposición, sin embargo, confía en que sí habrá transición
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Cuando a mediados de esta semana se cumplió un mes de la cuestionada victoria presidencial de Nicolás Maduro en las elecciones del 28 de julio en Venezuela, a la crisis se le sumó un reajuste en el gabinete de Gobierno que le da un mayor protagonismo al implacable número dos del chavismo, Diosdado Cabello, un nuevo apagón que dejó sin energía a miles de personas y las amenazas de la Fiscalía de detener al opositor Edmundo González.

Todo esto parece elevar aún más la incertidumbre de la situación política y social en el país vecino, donde las recientes movidas del chavismo hacen recordar las mismas prácticas políticas que ha introducido Daniel Ortega, en Nicaragua, o el régimen de los Castro, en Cuba. De hecho, ONG creen que la llegada de Cabello al Ministerio del Interior podría agravar la represión en el país.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. AFP

La presidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Roberta Clarke, de hecho, dio un oscuro panorama este miércoles ante el pleno de la Organización de Estados Americanos (OEA) tras denunciar abusos de derechos humanos, represión, impunidad total y terrorismo de Estado en Venezuela durante este periodo poselectoral.

Maduro y sus aliados en el gobierno se muestran férreos en no entregar el poder después del 10 de enero de 2025, cuando corresponde una transición por mandato constitucional. También han desoído a la oposición y a la ciudadanía que esta semana protestaron luego de que María Corina Machado citó a una tercera movilización ciudadana para pedir que se reconozca la victoria de González, la cual –dicen– está avalada por las actas electorales que recabaron durante la jornada electoral, pero que el Consejo Nacional Electoral (CNE) y el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) se niegan a revelar.

Mientras tanto, el chavismo se aferra a hacerle creer al mundo que ganaron las presidenciales pese a la ola de presión de Estados Unidos, la Unión Europea y 11 países de América Latina que piden una transición democrática.

Maduro, incluso, aprovechó esta semana para hacer una nueva cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos (ALBA) en la que quedó claro cómo la región se está reconfigurando a través de Cuba, Nicaragua y Venezuela, y con una Bolivia que aplaude. Ese día, Ortega, iracundo, cuestionó la postura de los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que pidieron transparencia en los resultados electorales. “Arrastrado”, le dijo Ortega a Petro, quien le respondió asegurando que al menos él como presidente de Colombia no arrastraba los derechos humanos.
Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, mantienen un férreo control de la agenda política en Nicaragua.

Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, mantienen un férreo control de la agenda política en Nicaragua. Getty Images

Ola de represión

Pero más allá de las acusaciones, lo peligroso, especialmente para quienes viven en Venezuela, es normalizar las prácticas represivas, amenazas e intimidaciones que por años desarrollan y perfeccionan Cuba y Nicaragua.

En un mes, Maduro ha encarcelado a 2.500 personas, algo casi inédito en pleno siglo XXI, acusándolas de terrorismo. Este número incluye más de 100 niños que ahora se encuentran compartiendo celdas con presos comunes.

“Les pido a los presos comunes que cuiden a estos niños”, dijo la opositora María Corina Machado justo el día que se cumplió un mes de las elecciones, y que la disidencia mostró con más de 24.000 actas que el ganador fue González, con 7’303.480 votos, y el segundo fue Maduro, con 3’316.142 votos.
María Corina Machado, líder de la oposición en Venezuela.

María Corina Machado, líder de la oposición en Venezuela. EFE/ Ronald Peña R.

A propósito, a principios de semana, el vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello, asumió el Ministerio del Interior de Justicia y Paz. Es decir, prácticamente el control de toda la población en cuanto a temas de seguridad, policía y migración. Para defensores de derechos humanos, la llegada de Cabello, si bien representa ya al chavismo, puede ser un mensaje de que Maduro busca una mayor radicalización.

Sin embargo, una fuente que prefiere mantenerse en el anonimato dijo que por ahora nadie está hablando o mediando con Maduro. “Ni Petro ni Lula, y eso es muy grave, pero no porque los países no quieran, sino porque él (Maduro) está aislado y por eso hay que seguir intentando tenderle puentes para que no sea un dictador a partir del 10 de enero”, explicó esta persona. Además, solo en la última semana han sido encarcelados al menos cuatro dirigentes de la oposición: Perkins Rocha, abogado de Machado; Biaggio Pillieri, coordinador del partido Convergencia y aliado de Machado; Jesús Pillieri, dirigente juvenil e hijo de Biaggio, y Nélida Sánchez, coordinadora nacional de formación de la organización Súmate, encargada de temas electorales.

Entonces, si bien con la victoria de Petro, Lula y Gabriel Boric -presidente de Chile- se creía que la izquierda en América Latina se fortalecería y configuraría como un proyecto político, hoy parece que no.

Para el analista venezolano Mariano de Alba, antes de las presidenciales ya se venía dando esta realineación en la izquierda latinoamericana, pues Colombia y Brasil han sido críticos con el autoritarismo nicaragüense.

“Y ahora no les gusta nada de lo que ven que hace el gobierno de Maduro, pero estiman que todavía podría haber un espacio para promover una negociación en Venezuela. Así que mantener ese canal de comunicación con Maduro es lo que está marcando la agenda”, considera De Alba, a diferencia de otras fuentes consultadas por este diario.

En medio de esas consultas realizadas, El Tiempo planteó algunos interrogantes a una fuente en Bogotá con conocimiento de las negociaciones sobre cómo iban los diálogos entre Petro y Maduro y la situación en general. La fuente solo respondió: “Se está complicando”.

Sin embargo, Mariano de Alba cree que los vecinos se aferran a la esperanza de la negociación. “Si llegamos al 10 de enero, es probable que Brasil y Colombia en la práctica no reconozcan el nuevo periodo de Maduro y busquen mantener una relación diplomática limitada”.

De acuerdo con Nastassja Rojas Silva, profesora de la Universidad Javeriana, no hay que tener dudas del perfilamiento dictatorial de Caracas calcado al de Managua. “Eso ya pasó. Sucedió entre el 28 y 29 de julio al anunciar a Maduro como ganador sin evidencia”.

Y, apartando el elemento electoral, Rojas Silva hace énfasis en lo que eso conlleva: el cierre del espacio cívico al invalidar a las organizaciones de la sociedad civil, la represión generalizada a niveles anteriores de la crisis, las desapariciones forzadas, el control y anulación de pasaportes y el anuncio de que ningún otro partido se puede presentar en elecciones. “Son actos que dejan más que evidencia de que se trata de un régimen totalitario”.
Gustavo Petro, presidente de Colombia

Gustavo Petro, presidente de Colombia. Presidencia de Colombia

Y la analista añade que “el nombramiento del nuevo gabinete de Maduro es un claro mensaje de que el chavismo no está negociando y se va a seguir endureciendo”.

Con todo este panorama, Machado advirtió la pretensión del régimen de encarcelar a González con el pretexto de que el opositor no se presentó en las citaciones hechas por la Fiscalía, en las que se le acusa de usurpación de funciones y forjamiento de documentos.

Sin embargo, Machado confía en que el régimen se verá “obligado a ceder”. Así lo dijo frente a cientos de personas que la acompañaron el 28 de agosto en la calle para seguir reclamando la victoria. La opositora, además, está convencida de que la negociación no ha empezado, pero “sí la transición (…), y el 10 de enero de 2025 Edmundo González se juramentará como el nuevo presidente de Venezuela”.

En cuanto a los apagones, el Gobierno denunció un presunto sabotaje, cuyo ataque se dio en la central hidroeléctrica de Guri, según Maduro. Sin embargo, el mandatario venezolano se rehusó a entrar en detalles.

Los apagones son frecuentes en Venezuela desde hace una década, y los expertos los vinculan a falta de inversión, impericia y corrupción.

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