En medio de la presión internacional sobre Venezuela por los cuestionados resultados de las presidenciales del 28 de julio, el mandatario Nicolás Maduro escribió a finales de esta semana en la red social X que estaba dispuesto a dialogar con Estados Unidos. El líder chavista, sin embargo, puso una condición: que fuera el memorando de entendimiento suscrito en Catar a finales de septiembre del año pasado el punto de partida para retomar las conversaciones.
El documento sobre lo que fue acordado en ese entonces fue publicado íntegramente por Maduro en su cuenta de X. El chavismo insiste en que los estadounidenses no cumplieron los puntos allí pactados. Lo cierto es que la mayoría de ellos fueron incumplidos por Caracas. El acuerdo de Catar no solo es importante porque sienta las bases de un acercamiento amplio entre Washington y Caracas, sino también porque Doha puede tener la clave para destrabar las tensiones que se han abierto tras las cuestionadas votaciones de hace una semana.
En el memorando hay compromisos de Estados Unidos de otorgar licencias petroleras a la industria venezolana y una serie de alivios económicos a la maltrecha economía venezolana si las autoridades chavistas adelantaban a lo largo de este 2024 el proceso de elecciones presidenciales, definían un calendario electoral y se le otorgaban plenas condiciones a la oposición para participar.
Como un primer gesto, Washington le concedió en octubre del año pasado una serie de permisos a Petróleos de Venezuela (Pdvsa) para hacer negocios con los norteamericanos. Sin embargo, el Departamento del Tesoro estadounidense retiró estos permisos en abril de 2024 (seis meses después) porque la autoridad electoral del país vecino impidió la inscripción de María Corina Machado, la opositora que ganó las primarias. Para la administración del presidente Joe Biden esta fue una primera línea roja que traspasó Caracas.
Adicionalmente, en el acuerdo se disponía “rechazo de cualquier forma de violencia en el ejercicio de la política”, así como el acceso. En este caso, diversas ONG informaron que desde el inició de la campaña, al menos 100 personas de la oposición fueron detenidas. Además, todo aquel que colaborara con María Corina Machado y Edmundo González de forma indirecta -conductores o dueños de restaurantes, por ejemplo- sufrieron represalias por parte de las autoridades, como el cierre de sus establecimientos, tal como lo informó este diario en diversas crónicas.
También se preveía que el Centro Carter supervisara los comicios. A propósito, esa organización dijo este martes que la elección presidencia no cumplió con los estándares de imparcialidad democrática. Los comicios “no se adecuaron a los parámetros y estándares internacionales de integridad electoral y no puede ser considerada como democrática”, indicaron en un comunicado.
Las quejas de Nicolás Maduro que podrían distanciar la negociación con Washington
De momento, las posiciones entre Washington y Caracas parecen muy distantes. Maduro calificó este viernes las denuncias de fraude electoral como «una trampa» apoyada por Estados Unidos para justificar «un golpe de Estado».
Maduro criticó que el jefe de la diplomacia de la Casa Blanca, Antony Blinken, respaldara las acusaciones de fraude de la oposición, después de que el funcionario estadounidense sostuvo el jueves en un comunicado que había «abrumadora evidencia» de un triunfo del opositor Edmundo González Urrutia en las presidenciales del pasado domingo 28 de julio.
«Blinken se desespera en un gesto inusual en la diplomacia estadounidense y sale a decir que ellos tienen los resultados», declaró el gobernante. «Lo que tiene es la trampa que intentaron imponer», añadió en una conferencia de prensa ante corresponsales extranjeros en el palacio presidencial en Caracas.
El líder chavista también amenazó este viernes a Estados Unidos y «sus asociados en el mundo» con dar los bloques petroleros y gasíferos que operan en el país caribeño a sus aliados del grupo de economías emergentes BRICS si las autoridades de la nación norteamericana «cometen el error de su vida». Todo esto podría dificultar aún más el acercamiento entre las partes.
«Si esta gente de allá del norte y sus asociados en el mundo cometen el error de su vida, entonces, esos bloques de petróleo y esos bloques de gas que ya estaban firmados pasarán a nuestros aliados de los BRICS», dijo el jefe de Estado a través del canal estatal VTV.
El líder chavista aseguró que las «inversiones más grandes» que tiene hoy Venezuela en petróleo y gas «vienen de los BRICS», fundado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, grupo que cuenta -señaló- con un «portafolio de oportunidades» que interesa al país caribeño, empeñado -agregó- en «desarrollar la vocación exportadora».
En Venezuela, la estadounidense Chevron trabaja en asociación con la estatal Pdvsa en cinco proyectos de producción en tierra y en alta mar, incluyendo la Faja Petrolífera del Orinoco, en el oriente de la nación suramericana, que cuenta con las mayores reservas probadas de petróleo.
En noviembre de 2022, Estados Unidos otorgó una licencia a Chevron para reanudar operaciones en el país caribeño, lo que, según expertos, ha contribuido en el aumento de la producción petrolera venezolana, que alcanzó una media de 904.000 barriles por día (bpd) en el segundo trimestre de este año.
Si bien Washington retomó sus sanciones contra Caracas en abril pasado, tras seis meses de alivio, ha emitido licencias a empresas internacionales para que puedan operar en Venezuela. Algo de garrote y zanahoria.
¿Por qué Catar es un actor clave?
Así las cosas, Catar podría ser una pieza clave en el tablero para la negociación. En los últimos años, el rico emirato del Golfo pérsico ha acompañado algunas de las negociaciones más complejas de la geopolítica internacional. Han sido intermediarios entre Israel y Hamás para alcanzar la única tregua que han tenido desde que se inició el conflicto el pasado 7 de octubre. Ahora, Doha también es clave para impulsar una segunda pausa en el conflicto.
También Rusia y Ucrania, Chad y Sudán, talibanes y americanos, Irán y Estados Unidos, y otra infinidad de partes en disputa se han beneficiado del saber hacer catarí para trasladar mensajes y abrir contactos entre grupos que políticamente no se hablan entre sí o son unos parias entre la comunidad internacional.
De acuerdo con la agencia Efe, Catar ocupa una única posición geopolítica como “oveja negra” de las monarquías árabes, suficientemente cercano a ellas como para ser considerado un “hermano” de ortodoxia islámica y régimen monárquico, pero con una independencia feroz que en ocasiones irrita, y mucho, a sus vecinos.
Y es que Catar habla con todo el mundo, ya sean talibanes de Afganistán, rebeldes sudaneses, facciones libias o grupos como Hamás, que pasan por Doha con asiduidad o directamente residen allí bajo el cuidado del gobierno del emir Tamim al Thani, quien a su vez mantiene fluidas relaciones con Oriente, Occidente y los países africanos e islámicos.
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