Leopoldo López, fundador de Voluntad Popular, dice estar en España de forma «circunstancial». Ve con «envidia sana» la democracia española, pero sostiene que su objetivo sigue siendo regresar «relativamente pronto» a Venezuela, un país donde promete seguir con su «idealismo» político y en el que espera que siga existiendo una «vocación unitaria» de la oposición frente a la «dictadura criminal» de Nicolás Maduro.
López llegó a España en octubre de 2020, casi año y medio después de refugiarse en la Embajada española en Caracas y de pasar varios años más encarcelado por su vinculación con las protestas que se desataron en 2014, las primeras grandes movilizaciones –«gigantescas», afirma– contra el chavismo tras el fallecimiento de quien fuese precursor de este movimiento, Hugo Chávez.
López explica en una entrevista con Europa Press que en Venezuela «todo el mundo se siente bajo estado de sospecha», un escenario que la oposición confía en cambiar mediante elecciones «libres» y «democráticas».
La oposición reivindica como presidente legítimo de Venezuela a Juan Guaidó, una tesis que comparten decenas de países que no reconocieron ni las presidenciales de 2018 ni las parlamentarias de 2020.
Si hubiese elecciones libres, según López, «no hay manera de que gane el sector madurista». En cambio, si no hay «ningún tipo de garantías», como habría ocurrido en las últimas citas con las urnas, «el resultado será el que decida la dictadura», apostilla.
Precisamente los últimos comicios parlamentarios evidenciaron las grietas de la oposición, con un sector encabezado por Guaidó partidario del boicot desde un primer momento y otro liderado por Henrique Capriles que tanteó la posibilidad de buscar un mínimo de garantías para participar.
López recuerda que, discrepancias al margen, «al final solo participaron la dictadura y los ‘alacranes'», el término por el que se conoce a opositores que se han desmarcado de las tesis generales para supuestamente seguirle el juego al chavismo. El líder de Voluntad Popular denuncia que algunos diputados fueron «comprados» con «entre 500.000 y un millón de dólares».
«Estamos buscando transitar el camino que garantice que el futuro de los venezolanos esté en manos de los venezolanos», advierte, defendiendo que por parte opositora lo han intentado todo en estos últimos años, incluidos varios procesos de negociación que han terminado fracasando.
López cree que «el concepto de diálogo no se aplica a la situación de hoy en Venezuela» tras los sucesivos fracasos, que atribuye a la «falta de voluntad» de Maduro, y apuesta en cambio por nuevos «mecanismos» en los que abre la puerta al «apoyo, compromiso y acompañamiento» de actores internacionales.
Así, si bien evita «especular» sobre posibles fórmulas, apuesta por un cambio de estrategia, de tal forma que no haya conversaciones sobre «una larga lista de temas» que solo servirían al régimen para «ganar tiempo», sino que la mente en todo momento esté puesta en una convocatoria electoral con garantías.
«No es fácil» y «con la voluntad de Nicolás Maduro no llegaremos a ese escenario», admite López, que sin embargo ve margen para una «coordinación activa» que involucre a actores internos y externos. «Solo puede tener éxito si hay un apoyo decidido hacia la democratización por parte de los países democráticos», apostilla.
Un frente común
El dirigente opositor avisa de que «el error estaría en tener múltiples estrategias con múltiples objetivos», un mensaje que también aplica a los movimientos antichavistas, ya que reconoce que estos no siempre han remado en la misma dirección.
El «principal desacierto», en su opinión, ha sido «no haber cohesionado en momentos críticos la unidad», lo que terminó por convertir a la oposición en un «flanco débil» frente a un chavismo que se ha esforzado precisamente por aplacar cualquier atisbo de disidencia interna. Sin embargo, cree que ahora se está «recuperando» esta unidad.
Así, existiría «una vocación unitaria de seguir adelante en la lucha» y «un sector democrático que está vivo», algo que ha querido contraponer con la situación en otros países. «En otras dictaduras, no tienes referentes de los sectores democráticos», apunta.
López reside actualmente en España junto a su familia y su padre es eurodiputado por el PP, pero su meta, como la de «muchos» otros en el «exilio», es volver. «Espero regresar relativamente pronto», confía, anticipando una vuelta tras la que prevé seguir dedicado a la política, pese a las dificultades de los últimos años.
«Yo me dedico a la política, lo hago con pasión, entrega, con mucho idealismo», asegura. Sobre la posibilidad que le tocará asumir llegado el caso, señala que será «la que de las circunstancias», y prefiere no hablar de futuros liderazgos opositores, más allá de recalcar que la oposición debe llegar de nuevo con una candidatura única a futuras elecciones presidenciales.
En el escenario actual, Guaidó sigue siendo el líder, según López, que aplaude el «coraje» de su socio de partido para asumir las riendas. Esgrime que Guaidó tiene una característica «insustituible» que no se da en el caso de otros opositores, como es la «legitimidad» que le concede ser el jefe de la Asamblea Nacional elegida a finales de 2015 y que sirve a día de hoy de «anclaje».
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