Leocenis García, fundador el movimiento Prociudadanos, publicó una carta abierta al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
En el texto le pide al mandatario estadounidense que cambie de estrategia y deje de apoyar a la presidencia interina de Venezuela, liderada por Juan Guaidó.
«Es hora de hacer un trato con los peces gordos», consideró García.
En su opinión, Trump debería comenzar a negociar con embajadores del régimen de Nicolás Maduro. Aseguró que son ellos quienes tienen el poder y en sus manos está el cambio para el país.
A continuación la carta completa de Leocenis García a Donald Trump:
Estimado señor presidente Donald Trump.
The White House. Washington, D.C.
Leí “The Art of the Deal” escrito por usted y Tony Schwartz en 1987.
De allí, aprendí lecciones muy importantes: La primera, es que debemos aprender del pasado para poder planificar el futuro. La segunda, negociar con los peces gordos; porque alguien que no sea el dueño o jefe de algo no está no está dispuesto a trabajar duro por un buen trato.
Es hora de aprender del pasado.
Respaldar ciegamente al partido socialdemócrata Voluntad Popular y a un militante de esa organización -Juan Guaidó- como presidente interino en Venezuela, es un fracaso como estrategia para cambiar el régimen de Maduro. Esa oportunidad política se agotó.
Quizás el único mensaje claro que se escucha en Venezuela sobre las verdaderas causas de la crisis, es la de usted. El socialismo es el responsable de esta tragedia que vivimos los venezolanos.
El pueblo de Venezuela, en todos sus sectores, sigue sufriendo, pero quienes se presentan en Washington como jefes de la oposición venezolana, han dado un salto cuántico increíble.
El país padece y sus políticos participan del enorme negocio que ahora es ser oposición en Venezuela.
El reconocido presidente interino por su gobierno, Juan Guaidó, entró en modo supervivencia al igual que el dictador Nicolás Maduro.
Por si nadie se lo ha dicho, le informo: Las movilizaciones convocadas por esa dirigencia son cada vez más discretas, a pesar de la millonaria ayuda que han recibido de fundaciones adscritas al Departamento de Estado de EE.UU.
Por eso le reitero señor presidente: es hora de hacer un trato con los peces gordos.
Las sanciones no van a resolver el problema. Al contrario están contribuyendo a victimizar a un inepto como Maduro.
He entregado durante meses, al Departamento de Estado, estudios de opinión de nuestro Movimiento Prociudadanos en los barrios -los sectores más pobres- de Venezuela sobre lo que opinan de la crisis.
La respuesta es contundente: La gente humilde hace responsable a las sanciones de Estados Unidos de su tragedia.
Sin embargo, todo lo que uno escucha decir en la administración estadounidense es que las sanciones deben seguir. Mi pregunta, señor Presidente, es ¿deben seguir para qué?. ¿Cuál es la ganancia real de eso? Si bien no se puede seguir una política complaciente con regímenes criminales como la que tuvo su antecesor, Barack Obama, con Cuba; tampoco se puede repetir el error de un bloqueo que le dio a los Castro todos los argumentos para escurrir sus responsabilidades del desastre económico provocado por esa ideología fallida del socialismo, y descargarlas en las sanciones.
Los dos sostenes de la dictadura venezolana son Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Ambos, son unos criminales, que han dejado morir históricamente compañeros de vida en la cárcel. Estos, son personas sin ningún honor y escrúpulo.
Nicolás y Diosdado sólo aman a su familia. A nadie más.
Maduro, por ejemplo, dejó morir en la sede de la policía política a su compadre y compañero de robos (Nelson Martínez, expresidente de PDVSA) y Diosdado Cabello mantiene a su “hermano del alma” muriéndose en un calabozo (Miguel Rodríguez Torres, ex jefe de espionaje). Los dos, Nicolás y Diosdado, son tan parecidos a Noriega.
Por ello, considero que su administración debe aceptar los embajadores de cada uno de ellos, para pactar una rendición y garantías -para ellos y su familia- como parte de un trato que permita destrabar el tablero de la crisis venezolana.
Estos son los peces gordos. Sin embargo, hace poco la Casa Blanca rechazó un interlocutor que el propio Maduro designó. Conozco muy bien la historia.
Mientras que, en el caso de Cabello, sus compañeros de academia van y vienen, como los “ve, corre y dile” llenando a la administración de mentiras. No son peces gordos.
Son una simple alga marina.
Usted señala en su libro: “Cualquiera que no es el dueño no está dispuesto a trabajar duro por un buen trato”.
Hasta ahora en el caso Venezuela no hay un buen trato. Solo hay falsas expectativas.
Debe llamarle la atención que la operación del 30 de abril de 2019, estuviera filtrada un mes antes. También que muchos de los participantes, estén aún en el gobierno. Y que toda conspiración fracase.
Existe un método que permite a un miembro del régimen aparentar que participa en una conspiración -sin estarlo-; es una vieja técnica cubana, se llama “contra-inteligencia”. Una figura de espionaje que la CIA podría explicarle mejor que yo.
Presidente Trump, la ruta es sencilla. Hay que hacer un trato con los peces gordos. Permitirles una salida honrosa como la que se propuso a Noriega, meses antes que su círculo lo convenciera de no aceptar el trato.
En el mes de noviembre se intentará nuevamente, otra aventura. Con días de antelación le aseguro que eso va a fracasar y fracasara por dos cosas: No se ha aprendido del pasado y no se ha negociado con los peces gordos.
La oposición tradicional venezolana, está muy interesada en sabotear cualquier trato con los peces gordos. Una negociación saca al chavismo criminal del poder y a la oposición que los sostiene también.