América Latina sigue con preocupación la escalada de tensión entre Venezuela y Guyana por los 159.000 kilómetros cuadrados del territorio Esequibo, una zona en disputa rica en petróleo, pero que en la práctica es controlada por las autoridades guyanesas. La falta de resolución del diferendo por una vía diplomática ha generado agresiones y ataques verbales de parte y parte, y la posibilidad de un escalamiento militar.
Hasta ahora, de manera pública, Estados Unidos, los países de la Commonwealth (mancomunidad de países con lazos históricos con los británicos), el Caricom (Comunidad del Caribe que reúne a 15 países de las Antillas) y el Reino Unido se han mostrado a favor de Guyana. El Comando Sur estadounidense, por ejemplo, inició ejercicios militares con Georgetown (capital de Guyana), y la administración de Joe Biden insiste en que Caracas “debe respetar la soberanía” de su vecino.
Por su parte, Brasil ya movilizó tropas a su frontera. China, entretanto, apuesta por el diálogo de ambas partes -pues tiene empresas petroleras en los dos países-. Mientras que Rusia, aliado clave para Maduro, exhortó a un espíritu de buena vecindad para resolver el diferendo de forma pacífica.
En esa misma línea de diálogo se mantuvo la cumbre del Mercosur reunida en Río de Janeiro. “Lo que no queremos es una guerra en América del Sur, no necesitamos un conflicto”, dijo el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.
Todas estas son declaraciones que dan cuenta de la magnitud de la crisis y que la región y el mundo han estado en alerta esta semana sobre este asunto.
Si bien Venezuela ha mantenido tensiones con otros países, como con Estados Unidos durante la presidencia de Donald Trump y el interinato de Juan Guaidó cuando en 2019 se asomó la idea de una invasión militar al país, la posibilidad real de un conflicto nunca escaló. Y si bien la región se movilizó para presionar a Maduro, no se trataba de un escenario como el que se vive.
El presidente guyanés, Irfaan Ali, insiste en no ceder ningún espacio y espera el apoyo de sus aliados. Incluso amenaza con responder militarmente cualquier violación de su soberanía. Además, llevó el tema ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que debatió el viernes el caso a puerta cerrada. Las delegaciones de ambos Estados salieron con rosas blancas en la mano, como un gesto de buena voluntad.
Para la región es un conflicto ajeno y quizás reciente, pero lo cierto es que ya son casi 200 años en los que ambas partes se han disputado el Esequibo, con el ingrediente de que esta es una zona rica en petróleo, manganeso, oro y diamantes.
En 2015, Guyana abrió el Esequibo a capital extranjero, lo que causó que el diferendo volviera a estar en el ojo de la opinión pública venezolana. Y en este 2023 Maduro aprovecha la situación con cálculo político para promover el nacionalismo del país y movilizar sus bases para las presidenciales en 2024.
Para Venezuela, “Guyana internacionalizó el conflicto en el momento en que comenzó a incorporar y acercar capital extranjero a través de la presencia de empresas transnacionales petroleras”, dice Josmar Fernández, especialista en resolución de conflictos y delimitación de áreas marinas con investigaciones sobre el Esequibo.
Precisamente eso es lo que denuncia el gobierno de Nicolás Maduro, el cual ha emprendido un plan para recuperar y ejercer el control político territorial sobre esos 159.000 kilómetros cuadrados.
Para ello, Maduro llamó a un referendo el 3 de diciembre en el que, según las cifras del Consejo Nacional Electoral (CNE), votaron 10.551.000 venezolanos a favor de volver al Acuerdo de Ginebra de 1966, con el que se apunta a seguir desconociendo la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) y establecer el estado Guayana Esequiba, como en Venezuela llaman al Esequibo.
Este último es un plan que ya entró en marcha a través de cinco decretos firmados por Maduro el viernes, en los que se designó al mayor general Alexis Rodríguez Cabello como autoridad de ese territorio (una especie de gobernador), pero que ejercerá funciones desde la localidad de Tumeremo, a unos 80 kilómetros de la frontera con Guyana.
Sin embargo, analistas creen que este referendo es un ensayo del chavismo para lo que serán las presidenciales de 2024 y también un motivo para apelar al nacionalismo y unir fuerzas para seguir en el poder, pues Venezuela ha tenido una defensa débil en la disputa y tomar medidas como la creación del estado Esequibo no es una propuesta nueva.
“Fue como una especie de globo de ensayo de cara a las elecciones presidenciales” para medir la “capacidad de movilización y tratar de afinar su estrategia para 2024”, dijo Mariano de Alba, asesor de International Crisis Group.
Por el momento, las acciones de Venezuela para ejercer control sobre el Esequibo son una provocación, pero no tendrían, de momento, un efecto práctico. La creación del estado, la designación del nuevo gobernador y el inicio de la expedición de cédulas para los que viven en ese territorio se va a realizar en suelo venezolano y de momento las autoridades venezolanas no pasarán la frontera. Además, el viernes, Maduro también reveló lo que sería el nuevo mapa de Venezuela, que incluiría el estado número 24 comprendido por la Guayana Esequiba.
“Por ahora no parecen tener previsto ingresar al territorio en disputa por la condena internacional que eso generaría y los riesgos de que Guyana responda”, dice De Alba a El Tiempo. Y agrega que “son decretos simbólicos que tienen por objetivo tratar de hacer ver que están actuando para recuperar el territorio”.
En Venezuela no hay duda de que el Esequibo es parte de su territorio. Es uno de los pocos puntos de coincidencia entre opositores y chavistas, tanto así que en 2021 en la mesa de negociación de México las partes firmaron un memorándum en el que recalcaban la defensa del espacio territorial.
Lo que está en discusión son los métodos y el momento en el que llegan estas acciones del gobierno. “Si yo fuera presidenta, el Esequibo ya sería nuestro”, ha dicho en varias ocasiones María Corina Machado, férrea opositora de Maduro y hasta ahora candidata inhabilitada a las presidenciales de 2024.
“Los venezolanos sabemos que el Esequibo es de Venezuela y estamos decididos a defenderlo y recuperarlo con firmeza y seriedad. La irresponsabilidad y el entreguismo de Hugo Chávez y Maduro han puesto en riesgo la posición de Venezuela frente al Esequibo, llevando la controversia a la CIJ, donde tenemos que presentar una contramemoria impecable que demuestre nuestros derechos históricos, antes del 8 de abril de 2024”, dijo Machado en un acto público.
A lo que juega “Maduro es a apelar al nacionalismo y seguir en el poder ya sea suspendiendo elecciones al declarar un estado de excepción o agrupando fuerzas”, dice a este diario Carlos Zambrano, profesor y analista de temas regionales.
Para Zambrano hay otra preocupación que no está calculando Caracas y es la participación de EE UU. Washington respalda ampliamente la soberanía de Guyana y eso puede derivar en más sanciones para Venezuela, lo que podría empeorar su crisis económica.
Consecuencias en terreno
«La provocación entre Caracas y Georgetown puede generar consecuencias impredecibles para satisfacción de los intereses antioccidentales que aspiran a la desestabilización de todo el hemisferio”, advierte el profesor universitario e investigador de la causa del Esequibo Luis Barragán.
El analista cree que “una reclamación como la del Esequibo puede dar y ha dado ocasión a los socialistas del siglo XXI para una fórmula que busca eternizarlos en el poder: manipulando, exacerbando y distorsionando el sentimiento nacionalista que espera una respuesta semejante del país vecino, beneficiario de todos estos lustros de errores del gobierno venezolano”.
Y, aunque el temor existe, la escalada militar parece poco probable, o al menos así lo cree el exembajador de Venezuela en Guyana Sadio Garavini. Para él, “la única forma que Venezuela tiene parar ejercer la soberanía en el Esequibo sería una acción militar y no está en capacidad”. Esto por todos los problemas logísticos y de recursos que eso conllevaría.
Historia de la disputa
El diferendo se define en la CIJ, aunque los dos países forman parte del grupo de más de 100 que no reconoce la jurisdicción del organismo. A pesar de ello, en 2018 Georgetown acudió a la Corte. Ese mismo año, Venezuela y Guyana rompieron relaciones diplomáticas.
El mismo año la Armada de Venezuela interceptó un barco que exploraba petróleo contratado por ExxonMobil en la plataforma continental. Hoy esa empresa petrolera explota el recurso en aguas en disputa y, según el gobierno de Maduro, obtuvo ganancias de más de 23.000 millones de dólares y solo le dio 3.000 millones a Guyana.
Desde 1840, Caracas ha denunciado que los británicos -colonizadores de la zona- se querían apropiar de ese espacio. Incluso en un momento de la historia, Venezuela reclamó la presencia de colonos ingleses y rompió relaciones con Gran Bretaña. Durante todo este tiempo ha alegado que desde 1777, cuando aún no había logrado su independencia de España, el Esequibo era suyo, según los mapas de la colonia española.
Con la disolución de la Gran Colombia, los problemas limítrofes se agudizaron y por años la debilidad de la diplomacia venezolana mantuvo en un vaivén el diferendo. Tras “pedirle ayuda” a Estados Unidos, se celebró el Laudo Arbitral de París en 1899, donde Caracas contó con poca participación y se le confirió el territorio a Guyana, aún colonia inglesa.
En 1962, Venezuela reclamó de nuevo ante las Naciones Unidas y llevó documentos que argumentan que el laudo fue “írrito”. En 1966, meses antes de la declaración de independencia de Guyana, las partes firmaron el Acuerdo de Ginebra, en el que se decidió que los dos Estados buscarían mecanismos de resolución pacífica consensuados, nunca de manera unilateral.
Pero en 2015 la disputa volvió a ser relevante: Georgetown junto con la ExxonMobil descubrieron grandes yacimientos de petróleo en la zona terrestre, pero también en lo que se conoce como la Fachada Atlántica de Venezuela, que es la salida al mar por el estado Delta Amacuro.
Durante la era de Hugo Chávez, la disputa se mantuvo sin mayor alboroto, pues el entonces mandatario venezolano quería mantener a sus aliados caribeños en el bolsillo a través de su iniciativa de Petrocaribe. Guyana, por su parte, también estuvo en calma. Sin embargo, el petróleo y las “jugadas” políticas avivaron la tensión.
El actual presidente, Ali, que en 2020 ganó las elecciones, hizo de la disputa su lema de campaña y prometió mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, pues el petróleo y los minerales sacarían a su país de la pobreza. Se espera que en 2025, si continúa la explotación de petróleo, el PIB guyanés aumente entre 300% y 1.000%.
En otro orden, el teniente coronel Andio Crawford y el cabo Dwayne Jackson, los dos militares de las Fuerzas de Defensa de Guyana (GDF, por su sigla en inglés) supervivientes del accidente de helicóptero en el país a mediados de la semana pasada cerca de la frontera con Venezuela, se encuentran “en buen estado de salud”. Otros cinco tripulantes murieron.
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