La organización Provea denunció las condiciones de abandono en la que se encuentran los hospitales pediátricos José Manuel de los Ríos y Luisa Cáceres de Arismendi del complejo hospitalario José Ignacio Baldó, ambos ubicados en Caracas.
En esos centros de atención de niños, niñas y adolescentes faltan insumos médicos. Una situación que no mejora y que complica aún más la vida de los pacientes menores de edad con enfermedades crónicas.
“Pienso que seré el próximo”
El año pasado, en el mes de junio, se realizó una audiencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en la que se relató la cruda realidad que viven los pacientes a la espera de un traslante, señaló Provea.
“Cuando alguien muere pienso que seré el próximo”, dijo en ese momento uno de los adolescentes de la Unidad de Hemodiálisis del José Manuel de los Ríos. Seis meses después, para diciembre de 2021, todavía esperaban respuestas de las autoridades.
Las madres de los pacientes denuncian la mala dirección del hospital y piden al Estado venezolano que cumpla como garante del derecho a la salud.
“La condición del hospital deja mucho que desear. En la actualidad el Servicio de Nefrología no es ni la cuarta parte de lo que era antes. El deterioro de la infraestructura ha sido muy alto y la falta de mantenimiento mucho más. Si las mismas mamás del servicio no mantienen la limpieza no lo hace más nadie, ya que a veces el servicio cuenta con aseo y en otras oportunidades no”, dijo a Provea una fuente del J. M. de los Ríos.
Programa de trasplantes suspendido
El 1 de enero de este año se cumplieron cuatro años y siete meses de la suspensión del Programa Procura de Órganos en Venezuela, recordó la organización. Esto dejó desamparados a los menores de edad que necesitan un trasplante para poder vivir.
Las cifras de la ONG Prepara Familia señalan que solo en el servicio de Hematología se registraron 23 muertes en 2021 y en Nefrología fueron 16.
“Las estructuras están prácticamente abandonadas, deterioradas, sin mantenimiento no solamente preventivo y correctivo sino de limpieza de las áreas. El personal realiza la labor sin productos desinfectantes, cloro, cuando hay agua limpian, hacen lo que pueden hasta que las madres se las arreglan y traen productos o ayudan a limpiar”, puntualizó Prepara Familia.
“Hay falta de insumos, no se pueden realizar exámenes como rayos x, sangre, son pocos los reactivos en los laboratorios, incluso en el JM que es el mayor hospital del país y en las otras unidades pediátricas vemos la misma situación. El banco municipal de sangre que sirve a varios hospitales lamentablemente no tiene los hemoderivados que requiere, los hemoterapistas que necesitan porque a nivel de personal de salud las fallas son muy importantes”, agregó.
Deterioro y roedores: el pediátrico de El Algodonal
Provea aseguró que el pediátrico de El Algodonal no está alejado de la realidad que se vive en el J. M. de los Ríos. Las camas no funcionan, hay falta de insumos, de médicos y de limpieza. Los pacientes con patologías claman por cambios para ser atendidos en condiciones dignas y no entre roedores e insectos.
“Los niños pueden ir con una bacteria y salir con cuatro porque el hospital no tiene el aseo adecuado”, manifestó la madre de un paciente.
En el área pediátrica se observan filtraciones, humedad, grifos dañados, ventanas rotas, camas, sillas colchones, cunas dañadas, falta de alumbrado y techos rotos. También está la infestación de ratas y chiripas.
“La situación actual en cuanto a infraestructura en el área pediátrica es totalmente inadecuada para el ingreso de cualquier niño, independientemente que sea una paciente con una patología leve o crónica. Lamentablemente lo que es cama, baños, habitaciones están totalmente descuidadas, las máquinas para los tratamientos tienen muchos años y necesitan reemplazo pero no se le ha dado”, expresó.
Los testigos del J. M. de los Ríos y El Algodonal coinciden también en que las comidas no son las adecuadas. Dan de comer a los pacientes arroz solo, arepa sola o granos sin sal ni condimentos. Lo ofrecen en el almuerzo y luego lo repiten en la cena. Con esto, se viola el derecho a la alimentación porque hay escasez de suplementos nutricionales y vitaminas.