Por las calles de sectores del estado Táchira deambulan personas en situación de calle. Son estos mismos rostros los que por la noche persiguen descanso en cartones dispuestos en las calles. Y al día siguiente otra vez, niños, adolescentes y hombres mayores de 60 años de edad siguen en la búsqueda de ayuda que muchas veces no obtienen.
El medio colombiano La Opinión publicó un reportaje que transita por calles y avenidas del estado andino. Por ejemplo, reportó que en la avenida Lucio Oquendo y calles adyacentes al Hospital Central de San Cristóbal se ve adultos mayores en indigencia visitando locales comerciales y pidiendo dinero a transeúntes. «Algunos se han tomado una acera de la citada avenida para pernoctar, lavar algunas viejas mudas de ropa y dormir a la vista de los sancristobalenses», escribió el portal.
Además, destacó que los niños en esta misma situación piden dinero a comercios. Incluso, los menores de edad que podrían estar en el colegio y no en las calles, piden monedas en pesos colombianos. Mientras tanto, otros realizan labores como limpiar vidrios de carros o vender dulces para conseguir algún dinero.
Más de 350 menores de edad en situación de calle en Táchira
La Universidad de Los Andes (Colombia) realizó un estudio en el que detectó que las propias familias y cuidadores explotan a los niños, y de esa forma los menores de edad terminan en la mendicidad. Por otra parte, el programa Somos Protección para Táchira explicó que la situación se presenta en Ayacucho, Michelena y San Cristóbal. Sobre este último, indicó el programa, se observó que algunos niños son oriundos del municipio Torbes (una de las jurisdicciones con mayor índice de pobreza del estado).
“El 3% de los casos atendidos, de 366 casos de niños, niñas y adolescentes, desde enero hasta la presente, corresponden a niños que están en situación de mendicidad, que no tienen dónde pernoctar y no tienen cuidadores”, detalló Nancy Ibarra, coordinadora del programa.
Ibarra explicó asimismo que la ONG que coordina trabaja con el Consejo de Protección de los municipios donde detectaron mayor mendicidad infantil (en edades comprendidas sobre todo entre los 6 y los 12 años). Sin embargo, alertó acerca de cómo los niños terminan en la calle: muchos de ellos son impulsados por las familias para conseguir ingresos. Incluso de no cumplir con la cuota mínima exigida, no les permiten regresar a casa.
“Hay personas que los traen en las mañanas y les cobran en la tarde por devolverlos (a Torbes). Se volvió una explotación con un ingreso fijo para los que promueven la mendicidad”, denunció la coordinadora del proyecto.
La ayuda que prestan organizaciones andinas
La Universidad de Los Andes (Colombia) cuenta con un proyecto que permite brindar atención psicosocial a los niños que viven en la calle. Además, al trabajar con los Consejos de Protección, trasladan a los niños a la vez que les dan acompañamiento legal.
Ibarra añadió que entre marzo y mayo a cinco cuidadores del municipio Ayacucho les quitaron a los niños por explotación. Señaló que el éxodo de venezolanos también ha contribuido a la situación, pues en muchos casos los niños quedan solos o al cuidado de adolescentes o terceras personas. Además, la coordinadora aclaró que en el país no existen programas para adolescentes varones (grupo mayoritario en las calles).
La organización cristiana Maranatha se ha ocupado también de las personas en indigencia. El grupo organiza jornadas de calle para entregar sopa, brindar atención médica e incluso ofrecer servicios de corte de cabello.
Maranatha, de acuerdo con el pastor Ariel Flórez, consigue ayudar a un gran número de personas con las jornadas. Esto incluso a pesar de las limitaciones económicas que afrontan. “Se requieren más personas y organizaciones que realmente tengan este deseo de sumar y en poder ayudar a las personas que están en estas condiciones, para de alguna manera poderles aliviar la carga”, dijo.
Flórez puntualizó que en las calles observa a más hombres que mujeres. Asimismo, reconoció que quizás un plato de sopa pudiera ser insignificante porque es una necesidad básica del ser humano. Sin embargo, sostiene que el recuerdo de que alguien los ayudó, los valoró y respetó se queda con ellos. Esta labor la realiza Maranatha en medio de una crisis económica profunda que se vive no solo en Táchira sino en todo el país.