Foto: EFE

Marianny abandonó Venezuela en noviembre de 2019. Después de intentarlo en Perú y Colombia, encontró por fin su país de las oportunidades. Ella forma parte de los casi 8.000 refugiados venezolanos regularizados solo en agosto en Brasil, el que más concede asilo oficial a ciudadanos procedentes del país.

Atraída por la principal economía latinoamericana y por la facilidad de tramitar papeles, Marianny, de 29 años de edad, tardó menos de un año en lograr asilo regular, empleo con contrato laboral en una cadena de comida rápida y vivienda temporal en Brasilia, junto con su marido y tres hijos.

Brasil les abrió los brazos, gracias, en parte, a que la joven fue seleccionada por el proyecto Acogidos por medio del trabajo, una asociación entre las ONG AVSI Brasil y Refugio 343 con la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

Anteriormente, su marido, Juan Rafael, de 36 años de edad, había viajado solo para intentar instalarse en Perú y Colombia, pero se encontró con muchas dificultades e incluso necesitó dormir a la intemperie algunos días.

«Llegó a lograr algunos empleos y nos mandó dinero, pero era muy poco. Había muchos venezolanos en la misma situación y las autoridades locales querían deportarlo o arrestarlo», recordó Marianny en declaraciones a Efe.

De acuerdo con Acnur, más de 5 millones de venezolanos dejaron el país debido a la crisis económica y humanitaria de los últimos años.

La mayoría emigran a países vecinos de lengua española, principalmente Perú, Colombia y Ecuador, pero se calcula que más de 540.000 habían ingresado en territorio brasileño hasta que en junio se cerraron las fronteras temporalmente por la pandemia.

Luiz Fernando Godinho, portavoz de Acnur Brasil, explica que el reconocimiento internacional sobre las graves violaciones de los derechos humanos en Venezuela ha simplificado el proceso de asilo.

Hasta el momento, el Comité Nacional para los Refugiados de Brasil ha reconocido a 46.000 venezolanos como refugiados con base en un criterio legal conocido como prima facie, que se aplica en casos de abusos masivos de los derechos humanos que obligan a las personas a huir en masa de su país.

Este estatus de refugiado facilita lograr permisos de residencia, trabajo y estudios.

Foto EFE

Odisea hasta llegar a Brasil

Marianny, Juan Rafael y sus tres hijos abandonaron el estado Monagas y llegaron en automóvil hasta Santa Elena de Uairén, ciudad próxima a la frontera con Brasil, para desplazarse hasta Pacaraima, la primera localidad brasileña en el estado de Roraima. De allí marcharon a Boa Vista.

La familia tuvo que pasar unas semanas en un campamento improvisado cerca de una estación hasta conseguir alojamiento temporal.

A pesar de que tuvo que lidiar en diciembre con la muerte de su madre, que estaba en un campamento de acogida en Boa Vista, Marianny nunca perdió su capacidad comunicativa y alegría natural, cualidades decisivas para su selección a un puesto de trabajo en una empresa del ramo de la alimentación, Levvo, en Brasilia.

Para la directora de Recursos Humanos de la compañía, Juliana Barbieri, el perfil de Marianny encajaba en lo que necesitan.

«Buscamos personas con dotes de comunicación, con perfiles más desinhibidos para gestionar la atención al público», apuntó Barbieri.

Desde mediados de agosto, Marianny y su familia desembarcaron en la capital brasileña junto con casi una treintena de compatriotas.

Las dos hijas del matrimonio, Ismary e Ismery, de 13 y 12 años de edad, respectivamente, y el hijo pequeño, Javier, de 3 años, ya iniciaron el proceso para matricularse en la escuela pública con ayuda de un psicólogo de AVSI Brasil, que también auxilia al resto de las familias en las tareas burocráticas y de adaptación.

Foto EFE

Esperanzas renovadas

Alfonzo José, de 18 años de edad, y Stalling, de 25 años, son primos y también fueron contratados por Levvo.

Ambos evocaron la falta de perspectivas en medio del caos político y social de Venezuela. «Tengo dos hijas que se quedaron allí y quiero darles un futuro mejor para ellas y para mi familia», contó Stalling.

Algunos trabajadores contratados tienen graduación en Ingeniería, Derecho y otras áreas especializadas, por lo que, con el tiempo, podrían ejercer funciones más cualificadas.

«Brasil nos acogió en su seno, nos abrazó y nos abrió sus puertas», expresó Alfonzo José, ingeniero y quien no frunce el ceño por desempeñarse en funciones poco cualificadas.

El sueño de regresar a Venezuela es recurrente en las llamadas telefónicas con los familiares que se quedaron en el país.

«Regresar dependerá de cambios políticos profundos que no sucederán de un día para otro», lamentó Marianny.

Mientras tanto, la mujer no pierde la buena disposición: «Aprovecharé este período para mejorar, trabajar y vivir una nueva experiencia».

Foto EFE

El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!