Tragan en seco y toman aire. Con la voz trémula, los recuerdos nítidos, y la dignidad golpeada, los jubilados de todas las empresas básicas de Guayana viven una realidad común: el sabor derrotista y la crudeza de saberse protagonistas de una odisea empresarial y una corruptela administrativa que los dejó sin el jubileo que debían disfrutar estos años de sus vidas.

De 10 a 50 años de labores en el emporio industrial fueron de puro “chupar alquitrán”, mismo material que hoy tienen en sus pulmones y con el que aprendieron a vivir al igual que con hernias y dolores. Fueron daños colaterales de un empleo que, en sus años mozos, les dio vivienda y educación para sus hijos; pero hoy les tira 3 dólares de pensión y una tarjeta de 100 dólares para comprar comida. Y nada más.

En los esbozos de sus recuerdos, son los escombros que quedaron de una destrucción figurativa la cual acabó con la seguridad social, los contratos colectivos y el bienestar que les daba cargar la ficha de las fábricas en el pecho. Destrucción que no se limitó a lo figurativo, puesto que el mismo primer mandatario nacional habla de la falta de repuestos, piezas y la reducción de las plantas que hicieron de Guayana una ciudad próspera a mera chatarra.

Aun cuando la dirigencia sindical y las asociaciones se han dispersado, queda en Guayana una oportunidad de acercarse a la realidad, palpable pero silenciosa, de los jubilados. Su nombre es Hugo Medina, quien a sus 64 años es cuando más vivo ha tenido que ponerse. Jubilado de CVG Venalum, dirigente sindical, luchador social y ganador, además, de un honor al mérito por su permanencia, desde hace 6 años, protestando cada miércoles frente al cascarón vacío de lo que fue la Corporación Venezolana de Guayana que hoy parece un barco sin timón en el cual se envía un nuevo capitán de forma esporádica para, si quiera, poder decir que alguien está al frente.

“Entregué lo mejor de mi vida al Estado venezolano”

Para Medina, acudir a la instancia estatal todos los miércoles ya no representa esperar en una fila que no avanza. Ya no se mantiene expectante por una reunión o por una repuesta que, en 6 años, no ha llegado. Acudir de forma semanal es algo que va más allá. Está enfilando la única arma que le queda: dejar registro de lo que ha denominado como el “exterminio de los adultos mayores”.

“Mi trabajo siempre lo he hecho desde mi corazón para aquellas personas que necesitan que levante la voz en función de ellos. A mí siempre me preocupó que nadie se ocupó de la parte social. De la seguridad social de aquel que entregó todo. Hugo Medina decidió salir de las calles”, manifiesta.

Medina inició sus labores en CVG Venalum hace 19 años, cuando el alquitrán aún no estaba en sus pulmones ni las hernias en su columna le molestaban, como ahora cuando le dificultan caminar. Evoca necesitar mucho un empleo y haber sido seleccionado para entrar en esta compañía, sucesora de CVG Alcasa, durante el auge del aluminio en Guayana. En su trayectoria, afirma, siempre fue un luchador social.

A su vez, fue el primer trabajador del área de personal que se desarrolló como delegado departamental de la compañía, a pesar de que no estaba permitido que quienes laboraban en “nómina confidencial” entraran a los sindicatos. Por allá por el año 1991, Hugo Medina rompió ese paradigma.

“Si eras de la gerencia de personal no podías tener relación con partido político ni dirigencia sindical. Nosotros lo hicimos y mi candidatura salió a las 11:00 de la noche y al día siguiente eran las elecciones. No tuve campaña. Ese fue mi primer cargo sindical. Delegado departamental y control de riesgos. Para mí fue un honor”, evocó quien ahora se dedica únicamente a defender los derechos de los trabajadores.

Más de 30 años después, el jubilado sigue demostrando firmeza en sus planteamientos, protagonizando una huelga de hambre en agosto de 2023 que lo llevó nuevamente al ojo público. Al ser cuestionado sobre el porqué de arriesgar su salud, sorprende alegando que simplemente cambió el escenario porque en su vivienda ya llevaba dos días sin comer.

“Hay que dejar entendido que se están violando todos los ordenamientos nacionales e internacionales. Una persona que perciba 2,25 dólares diarios es pobreza extrema. Es triste percibir esa cantidad de dinero y que tengas en tu casa a tus nietos porque tu hija tuvo que irse hacia otras tierras buscando mejor calidad de vida. Entregué los mejores años de mi vida al Estado venezolano. El derecho a la jubilación se obtiene después de entregar lo mejor de tu vida y deberías tener una igual o mejor calidad de vida de la que tenías siendo trabajador activo. Solamente en Venezuela se ve esto. ¿Por qué emigran nuestros hijos? Porque ven que no hay posibilidad. ¿Con quién vas a trabajar? ¿Con los chinos? Ellos pagan entre 15 a 20 dólares semanales. El día que me coloqué en huelga de hambre, la periodista que me entrevistó me preguntó por qué hacíamos una huelga de hambre. Yo le dije: hija, nosotros estamos aquí ratificando una huelga de hambre porque en mi casa tenemos dos días sin comer. Prefiero morirme en la calle y no en la casa”, dijo Medina a este medio.

Para 2022, Medina conversó con el alto comisionado de las Naciones Unidas, Volker Türk, a quien relató la crisis de los jubilados de las empresas básicas, siendo esta una de las altas instancias a quien ha elevado su reclamo. Hasta el momento, considera que no ha habido cambios significativos.

Sin defensa ni instituciones

Pablo Millán trabajó durante 50 años en la Siderúrgica del Orinoco. Nunca fue dirigente sindical ni se vio inmerso en la toma de decisiones relacionadas con políticas laborales, pero llegó a las empresas básicas siendo muy joven. Fue uno de los jubilados que luchó durante el 2023 para obtener el pago de sus prestaciones sociales, popularizándose por la frase “Sidor me trata como un perro”.

Residente de Casacoima, dedicó toda su vida a trabajar en CVG, obteniendo medallas de reconocimiento de bronce, plata y oro. La de plata ya no la tiene. Tuvo que venderla para apoyar a uno de sus hijos en su traslado a Brasil, donde también está una de sus hijas, paciente oncológica, que tuvo que emigrar para salvar su vida ante la crisis humanitaria compleja que vive Venezuela.

Para Millán, la mayoría de las instituciones y todo el aparato de defensa del trabajador se ha quedado desfasado, impidiendo que haya justicia laboral.

“Los que están en las instituciones no han cumplido con su deber, que es defender al trabajador. A un inspector del trabajo, cuando se le reclama que están incumpliendo las cláusulas, ellos no van a favor del trabajador. Mi hija tiene cáncer. Yo reclamé que me pagaran las prestaciones porque no encontraba cómo darle medicinas. Pasé todas las informaciones y comunicaciones y nunca recibí respuesta de parte de Sidor. Yo le decía que qué pasaba con los servicios. Mi hija fue a hacerse unos tratamientos a Brasil. Yo en los medios he dicho que quisiera entrevistarme con el mayor general Alexis Rodríguez Cabello para plantearle mi situación y lo que está pasando Sidor. Nunca se logró eso. Nunca me dieron la oportunidad. Si yo logro encontrarme con el mayor general, no tendría problema en decirle que su papá trabajó conmigo en Sidor. Y le diría que se enfoque en el tema de los jubilados y que ponga a producir a Sidor. Se lo diría. No tengo miedo en decírselo”, afirmó Millán.

El jubilado se traslada todos los miércoles a las protestas organizadas en CVG. Tras medio siglo trabajando en la estatal del acero, a veces debe saltarse algunas comidas. A pesar de que sus prestaciones fueron pagadas, confirmó que percibió menos de 4.000 dólares, lo que le alcanzó únicamente para solventar algunos problemas en su vivienda.

“Juramos en la Biblia que íbamos a mantenernos en esa huelga. Varios de mis hijos no estaban de acuerdo. Mi esposa tampoco. Algunos decían que, si era para mi beneficio, me apoyaban. No tenemos nada. Cómo es que vas a trabajar 55 años en una empresa, te tiran a la calle y vas a tener que esperar a Patria. Nosotros no trabajábamos con Patria. Trabajábamos con Sidor. Cuando culminó la huelga, decidieron pagarnos las prestaciones, pero ahí nos encontramos con que muchas empresas básicas habían sacado personas y no les habían pagado desde el año 2019. Se hizo el pago, pero se hizo un depósito de menos de 4.000 dólares. Yo no he firmado nada. A mí no me dijeron nada y quedaron de hacer un recalculo. Nunca más tuve respuesta en base a eso”, denunció el extrabajador.

El populismo a manos llenas erradicó la meritocracia

Jubilados entrevistados para el desarrollo de este trabajo coincidieron en que la llegada de Hugo Chávez al poder representó un antes y un después en las empresas básicas. De forma intempestiva se habló de control obrero, de riquezas y de una suerte de empresas en las que el personal tomaría todas las decisiones.

Promesas, compromisos y justicia social elevarían a todos los trabajadores a tomar las riendas de las fábricas. El discurso removía todas sus fibras y, aunque estaban bien, coincidieron en que se pensó que se podría estar mejor.

El mandatario tomó los sindicatos e impulsó la organización de estas agrupaciones con líneas partidistas. Lo que más adelante pondría al frente de los sindicatos a los denominados “amigos de la revolución”, quienes incluso desempeñan cargos gubernamentales.

Durante esta gestión se intentó implementar un “control obrero” que fue desmantelando la carga gerencial, así como la meritocracia necesaria para laborar en estas áreas, llegando un proceso de militarización de las plantas y a los más altos cargos personas poco preparadas para asumir tales responsabilidades.

“La mayor meta que se trazaba un trabajador era salir jubilado. Porque si vas a entregar 5 años para irte, no estás haciendo nada. La decepción más grande es que después que entregaste todo, ese hecho social que es el trabajo, el Estado te diga que no tiene para pagarte. En mi opinión, todo esto se trató de un populismo. Hoy decimos: éramos felices y no lo sabíamos. Sí, había problemas coyunturales muy fuertes dentro de la estructura política de quien gobernaba en ese momento, pero todo se tradujo en un populismo. Había personas que veían a Chávez como su salvador. Le oraban, le pedían… Sálvame. Esto está volviendo a ocurrir en este momento y hay que tener cuidado. Estamos buscando un cambio, pero el populismo nos hace cometer ese tipo de errores. Ahorita ocurre lo del efecto María Corina, eso es inevitable lo que está ocurriendo, pero debemos tener mucho cuidado. Una cosa es el efecto político y otra el populismo. Nos haría mucho daño. Hay que estar muy pendiente. Estando con el gobierno que esté, vamos a seguir defendiendo la seguridad social”, declaró entre lágrimas Hugo Medina.

Luis Diquez, trabajador jubilado de CVG Alcasa, quien trabajara hace años de la mano del ahora gobernador Ángel Marcano, consideró las promesas del chavismo como “la mentira más grande”, evocando la gran inseguridad social y detrimento en la que terminó la marea roja para los trabajadores de las empresas básicas.

Tal cual lo recuerda Medina, un auge político arrasador movido, además, por el resentimiento y la falta de entendimiento del contexto político y laboral del momento.

“Yo puedo simplificarlo en que no hubo las inversiones necesarias y que el Estado, conjunto con el gobierno, se apoderaron de todos los contratos colectivos. Al tener en sus manos nada más y nada menos que a los intérpretes de nuestra carta magna. No hay un poder descentralizado. ¿Cómo es que nosotros acudimos al TSJ, a la Defensoría del Pueblo, a tribunales… y no hemos obtenido ni siquiera una respuesta? Hay un silencio. Jamás pensé que esto iba a ocurrir. Hablo con el corazón en la mano. ¿Sabes qué me llevó a mí a poner mi vida en riesgo por otras personas que ni siquiera conocía? Mis compañeros de Sidor. Cuando yo vi a Pablo Millán que me dijo que tenía 55 años en Sidor y que lo habían tirado a la calle con 130 bolívares y que no le podían pagar las prestaciones sociales… Eso como ser humano es intolerable para mí. Tiene 75 años. ¿Qué tiempo de vida le puede quedar? ¿Casi 56 años de servicio y que no te reconozcan las prestaciones sociales para tu compartir con tus nietos? No. Estaba dispuesto a entregar mi vida de ser necesario porque se reventara el mayor problema que pudiese ocurrir”, espetó Medina, al recordar la huelga de hambre en la que estuvo por más de 5 días.

Millán, quien fue el huelguista con más edad que participó en la huelga, consideró que el mayor error de la época fue poner en puestos de poder a personas que no estaban preparadas para asumir tal rol.

Jugar con las empresas como si de una casita de muñecas se tratase, poniendo en grandes roles a personas afines al gobierno, pero desconocedoras de la materia industrial. Allí se encontró la falla. La pequeña piedra que derribó un imperio.

Enfermos ocupacionales, desgracia avisada

Luis Diquez es de hablar pausado, pero amplio en conversación. Trabajó y participó en los comités de seguridad laboral, siendo este su tema predilecto entre tantos tópicos que abarcan la debacle laboral.

Desde los 19 años entró a trabajar en CVG Alcasa, recuerda la primera colada y el primer pedacito de aluminio que salió de tierras guayanesas. Además, en las paredes de su vivienda cuenta con una variedad de diplomas por logros laborales. Cuando sus 40 años de producción, 50 años de trabajo y pare de contar.

Diquez explica que, a la par de la creación de la CVG, fueron muchos los especialistas que advirtieron sobre los males que acarrea trabajar con tanto material corrosivo, altas temperaturas y condiciones tan duras. Por tanto, es un convencido de que la salud debió ser la mayor preocupación para las directivas de las empresas básicas.

– ¿Qué nos puede decir sobre el riesgo de trabajar por más de 10 años en una empresa básica?

– El proyecto de Alcasa inició de la mano de la Reynolds Metals Company. Las leyes federales de Estados Unidos prohibieron instalar plantas industriales en zonas pobladas y ellos consiguieron instalar esas plantas en Guayana. Con la oferta de tener fuentes de empleo dignas. Después uno de ellos me confesó que ellos no eran creadores de fuentes de empleo dignas, sino que esas eran empresas sumamente peligrosas y no se permitía su instalación en Estados Unidos. Ellos nos educaron en el manejo y operación de esas plantas, alertándonos siempre que había que protegerse porque eran muy dañinas para el ser humano. Cuando empezó a notarse los efectos de trabajar en esas empresas, ni siquiera se conocía la palabra enfermo ocupacional.

Hipertensión, problemas de vista, hernias y problemas respiratorios son algunas de las enfermedades que puede acarrear el trabajo en este tipo de compañía. Hace décadas, el jubilado contaba con el servicio de Hospitalización, Cirugía y Maternidad (HCM) con el cual podía ser atendido. ¿Actualmente? Según las instancias laborales de jubilados, al menos 100 han muerto a causa de la falta de atención médica.

“Los que no se cuidaban hoy son difuntos. Hay personas con alzhéimer, párkinson y otras enfermedades. Una propuesta que se hizo fue que para combatir eso había que usar frío. Se sugirió construir un hospital y recinto vacacional en Mérida para enviar a los trabajadores dos veces al año. El hombre saldría de vacación cada seis meses. La primera, para él y su familia. La segunda para él y la empresa. Esa persona sería enviada a una zona bien fría de Mérida regenerándose. Eso no se hizo. Y se sabe que las consecuencias fueron graves”, expresó.

“Nunca me imaginé que esto iba a pasar”

A todos los entrevistados se les consultó si imaginaron su jubilación de esta forma. Para ellos, la jubilación que imaginaron nunca llegó. El jubileo y la bonanza fueron reemplazados por el hambre, la desatención y la crisis económica.

¿El porqué? Un proyecto fallido con boina roja que destrozó todo a su paso. Si bien algunos cuentan con beneficios de esa época como una vivienda o hijos con estudios. Hubiesen deseado hoy poder descansar con tranquilidad, imaginándose sus años dorados en playas, complejos turísticos y disfrutando con sus familiares.

Para quienes migran, hay esperanza. Para la juventud hay esperanza. Pero el tiempo va a contrarreloj para los adultos mayores, para quienes su jubilación de oro quedó resumida a escombros.

 


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