A sus 48 años de edad, la venezolana Mildred Varela es la personificación del optimismo. Sin embargo, este signo la abandonó cuando le diagnosticaron un avanzado cáncer de mama en 2014.
«Pensé que me iba a morir», dijo quien es directora de la ONG Aconvida, defensora de los derechos de los pacientes oncológicos en Venezuela.
Ahora Varela, que no solo venció al cáncer de mama, sino otros dos tumores más, quiere que todas las afectadas sepan que la enfermedad no es sinónimo de sentencia de muerte.
Las estadísticas
En Venezuela, un país donde los datos oficiales suelen estar empañados por la opacidad, no existen cifras verificadas sobre la incidencia del cáncer de mama en la población.
Pero de acuerdo con un estudio de 2017 de la Universidad Simón Bolívar y la Sociedad Anticancerosa, al menos siete mujeres pierden la vida cada día por causa de esta enfermedad.
Es por ello que Varela recomienda desde Aconvida que todas las mujeres mayores de 35 años de edad se practiquen mamografías cada año. Sobre todo si hay antecedentes familiares de cáncer de mama.
«Ojalá que la gente tome conciencia y vaya al médico al menos una vez al año, para que este índice vaya bajando. El cáncer no es sinónimo de muerte», dijo convencida.
Conquistando la vida
Varela recuerda haberle visto la cara a la severa crisis que atraviesa Venezuela en 2014, cuando tuvo que interrumpir una ronda de radioterapia por un inconveniente relacionado con la dotación del hospital que nunca le aclararon.
«Lo primero que me vino a la mente fue encadenarme en la calle para llamar la atención de las autoridades», dijo con una sonrisa que no revela la desesperación que sufrió entonces.
Pero tras pensarlo mejor, decidió crear Aconvida, una fundación que ayuda en la actualidad a más de 1.000 personas aquejadas por distintos tipos de cáncer, y que se financia mediante donaciones de empresas y particulares.
Cada día, Aconvida entrega medicamentos, organiza conversatorios y terapias grupales y adelanta un programa de alimentación para niños que batallan contra el cáncer.
En Venezuela trabajan a la vez varias ONG que brindan apoyo a los pacientes o sobrevivientes del cáncer de mama.
Pero Varela estima que Aconvida es necesaria, no solo por los derechos de los pacientes, sino porque, además, cree haber encontrado su vocación.
«Me apasiona lo que hago, abrazar a la gente que lo necesita, ayudar», explicó sobre esta labor que combina con sus tareas como esposa y madre.
Esa pasión la ha llevado a correr casi siempre contra el reloj para atender a la ONG y sus actividades personales.
Cada día, Varela asiste a charlas, hospitales, atiende decenas de llamadas y al caer la tarde regresa a casa, donde la espera su familia.
Pero, a veces, también hay malas noticias.
Recientemente tuvo que asistir al velorio de una mujer que había superado el cáncer de mama, pero no la metástasis porque no culminó el tratamiento contra la enfermedad.
Aun así, pide a los familiares que no se angustien innecesariamente, dice que hay que ofrecer a los pacientes solo lo que precisen, aunque entiende que «cuando le llega esta enfermedad a una persona le llega a toda la familia».