VENEZUELA

La dudas y sombras de la cumbre de Petro sobre Venezuela (y al final Maduro puede dormir feliz)

por Avatar Carolina Briceño

Sin sorpresas, con muy pocos avances y con una sombra de dudas en la opinión pública sobre la disposición del foro a incluir las voces de todos los sectores políticos venezolanos, concluyó el primer encuentro del esfuerzo internacional convocado por el gobierno de Gustavo Petro para promover la reanudación de las negociaciones en Venezuela.

Diecinueve delegaciones internacionales, más un alto representante de la Unión Europea, llegaron a media mañana del martes a la cita que desde el día previo había despertado serias críticas y dudas sobre su independencia y la posibilidad de que realmente lograra que oposición y representantes del régimen se sentaran en una mesa a negociar.

La dura declaración del canciller colombiano Álvaro Leyva al señalar que Juan Guaidó había entrado de manera ilegal a Colombia y que no estaba invitado al evento, sembró desconfianza y decepción en diversos actores políticos y líderes de opinión, quienes -incluso los más amables- vaticinaron pocas probabilidades de éxito a la actividad con la que Petro se juega la imagen como el nuevo líder regional que aglutina las fuerzas progresistas.

Álvaro Leyva conversa con Gustavo Petro. Foto: Juan BARRETO / AFP

Haber tomado esa férrea posición hacia Guaidó, en lugar de ganarlo como aliado e invitarle a seguir el avance de la llamada cumbre desde una sede distinta a la prevista para la reunión, ensombreció el proceso y lo convirtió en el principal tema de los medios colombianos durante el martes.

No hubo noticiero que a primera hora no reseñara como el que fuera gobernante interino debió salir de Colombia casi a la medianoche anterior, sin que recibiera trato humanitario y la protección que requería por ser un evidente perseguido político del gobierno de Nicolás Maduro, y sin que, además, se le permitiera quedarse para conocer de cerca lo que ocurriría con la reunión a la que el mismo canciller había señalado que estaban invitados todos los sectores políticos venezolanos.

Los medios hasta revivieron declaraciones ofrecidas apenas 12 días antes por el canciller Leyva en Estados Unidos, donde estuvo de visita con el presidente Petro, en las que muy claramente sostuvo que “las puertas estaban abiertas” para los políticos de la oposición “que quieran ir” a la cita.

La contradicción entre su postura del 18 de abril y la del pasado lunes, al mostrarse implacable con Guaidó, representante de una gran parte de los ciudadanos que se oponen al gobierno de Maduro, sorprendió a todos los que habían escuchado su posición amable y abierta al “diálogo y la paz».

A pesar de que Leyva sostuvo que Colombia era “amigo del entendimiento”, esa posibilidad estuvo negada para Guaidó, quien llegó el lunes con la intención de seguir desde suelo colombiano el avance de la iniciativa de Petro y ofrecer declaraciones a la prensa para señalar cuáles eran los puntos que su sector consideraba fundamentales que también se abordaran en el esperado encuentro.

Guaidó nunca logró hablar con la prensa en Colombia, a pesar de los esfuerzos de su equipo en buscar los mecanismos para que se pudiese expresar libremente. Tampoco pudo quedarse a hacer el seguimiento del encuentro. Su liderazgo fue desconocido por Colombia.

El episodio con el líder opositor de Voluntad Popular también fue uno de los temas que inevitablemente centró las conversaciones entre los periodistas, nacionales e internacionales, que durante unas siete horas esperaron en una sala de prensa los resultados de la cita internacional.

Aunque cada quien tenía su propia opinión, hubo quienes reconocían lo extraño de que a Guaidó se le sancionara por haber entrado de manera irregular a Colombia, cuando millones de venezolanos lo han hecho sin problema y han recibido comprensión y hasta apoyo.

Mientras las horas pasaban, en el recinto a los periodistas le iban llegando a sus chats de WhatsApp declaraciones de personalidades que desde Estados Unidos hablaban sobre cómo fue la historia real de la salida del líder político venezolano de Colombia y cómo no tuvo más opción que subirse en un avión rumbo a Estados Unidos.

Petro

Ciudadanos venezolanos protestaron a las afueras de la cumbre convocada por el mandatario colombiano Gustavo Petro. Foto: Raúl ARBOLEDA / AFP

Hermetismo en la cumbre de Petro

La sede de la Cancillería, escenario de la cita internacional, fue cercada con un gran despliegue de seguridad, que implicó múltiples puntos de verificación con policías y militares, perros antiexplosivos, funcionarios de inteligencia que observaban toda la zona.

En la plaza Bolívar, que está en la entrada al Congreso, sonaban tambores y gritos de manifestantes colombianos que reclamaban por problemas de los territorios que no habían sido atendidos.

Sólo esa protesta era la que había a primera hora de la mañana en la zona. Presencia masiva de venezolanos con peticiones para la cumbre no hubo temprano, desaprovechando la oportunidad que los periodistas tenían para moverse tranquilamente entre las barreras de seguridad instaladas.

Un grupo de manifestantes de la sociedad civil venezolana sí logró acudir y expresarse en la plaza Bolívar a favor de la liberación de los presos políticos y de elecciones verdaderamente libres, pero hicieron presencia cuando ya el encuentro estaba comenzando y sus peticiones quedaron en un segundo plano para la mayoría de la prensa que no se enteró de la actividad.

Los periodistas en el salón en el que se esperaban las declaraciones mucho menos se enteraron de otra pequeña manifestación organizada por los defensores del colombiano Alex Saab, detenido en Estados Unidos y señalado de ser testaferro de Nicolás Maduro.

El hermetismo y el sigilo reinaron, lo que evitó que se filtraran datos sobre los puntos más álgidos de la reunión y sobre lo que podía estar ocurriendo puertas afuera.

En el encuentro, cada delegación tuvo un representante principal, que llevó entre dos y tres asesores, a los que la Cancillería mantuvo fuera del alcance de la prensa. Los periodistas estaban en un ala del edificio, mientras que las delegaciones internacionales se reunían en otra. Ambas partes custodiadas para que no hubiese posibilidad de un encuentro en los pasillos.

Aunque las legaciones llegaron puntualmente, el inicio tuvo un pequeño retraso.

En la instalación, Petro ofreció un discurso centrado en hechos históricos, la desigualdad social en la región, ”el amor y la guerra”, así como su visión sobre un “proyecto democrático en América Latina más profundo, más rico y más multicolor”.

Los pasajes de la alocución de Petro hicieron recordar parte de los extensos discursos que en su momento dio Hugo Chávez cuando buscaba convertirse en el líder de un bloque regional que hiciera frente a las potencias mundiales.

“La gente que quiere vivir en paz, en democracia, en libertad, con muchos días de amor y ojalá sin ningún día de guerra”, dijo un Petro que se mostraba satisfecho de haber logrado que avanzara su iniciativa a favor de revivir el diálogo que el año pasado quedó en estado catatónico en México.

El mandatario colombiano apostó por objetivos fundamentales en el encuentro: el establecimiento de un cronograma electoral, la reintegración del gobierno de Maduro al Sistema Interamericano Derechos Humanos y el levantamiento de las sanciones. Y aunque abundó en lo positivo de estos pasos, no mencionó nada sobre la necesidad de justicia que tienen los venezolanos que han sido víctimas de violaciones de derechos humanos, y que ha sido la causa principal para que la comunidad internacional impusiera sanciones y se cuestionara la legitimidad de su mandato.

Imagen general del encuentro. Foto: Juan BARRETO / AFP

Dos actores clave

Los contactos para este encuentro se iniciaron de manera secreta en septiembre del año pasado en Estados Unidos. El gobierno de Petro delegó en el canciller Leyva los acercamientos con la delegación de Maduro, mientras que el embajador colombiano en Estados Unidos, Luis Gilberto Murillo, las conversaciones con representantes de la oposición.

«Hubo conversaciones con casi todos, excepto con Julio Borges y María Corina Machado. Con ella porque no dio tiempo», comentó una fuente cercana a las gestiones.

Entre los encuentros exploratorios habría habido reuniones incluso con Leopoldo López, Carlos Vecchio y Miguel Pizarro, según la fuente.

Las primeras exigencias de Maduro se habrían centrado en levantamiento inmediato de las sanciones, pero habría ido “bajando el tono” y su principal petición finalmente fue los recursos que señala que Estados Unidos le tendría represados: 3.150 millones de dólares.

El dinero sería para que se inyecte en un Fondo de Solidaridad, que no administraría directamente Maduro, pero del cual sí podría establecer la prioridad de los programas sociales a los que deberían destinarse esos recursos.

La inyección de dinero, si se cumple la petición de Maduro, llegaría muy cerca del proceso electoral de 2024 y podría causar una idea de bienestar entre los beneficiarios de los programas sociales a los que el gobierno de Maduro decida que deben destinarse esos fondos.

En las conversaciones informales se conoció que un sector del gobierno de Petro tendría la convicción plena de que el chavismo ganará en las próximas elecciones. De ahí el interés de que la comunidad internacional se comprometa a respetar el proceso electoral y los resultados que este arroje, porque de esa forma no habría posibilidad alguna de un nuevo desconocimiento internacional de su legitimidad.

Acordar la entrega de esos recursos sería uno de los puntos que se prevé más complejo, pero que funcionarios cercanos a la organización de la cumbre creen que podría avanzar, incluso “por partes”, como una muestra de disposición a que el diálogo tenga el final deseado: elecciones con condiciones y garantías de respeto por todas las partes.

Mientras algunas pocas fuentes en horas de la tarde se acercaron al espacio de los periodistas y sonreían asegurando que ya había “humo blanco”, se presentaron falsos anuncios de que el encuentro ya había culminado y una delegación bajaría de inmediato a ofrecer declaraciones.

No bajaron a la sala de prensa y los asesores y funcionarios que habían hecho presencia en el salón recibieron mensajes y regresaron a la otra ala del edificio, donde probablemente ya el humo no se veía tan claro.

La breve declaración final del canciller Leyva se demoró unas dos horas más. Nunca hubo explicación sobre qué pasó en ese lapso de tiempo para que el cierre de las 3:00 pm fuese pospuesto y el silencio retornara al recinto, tranquilidad que solo era interrumpida por los truenos del aguacero que caía en Bogotá y por las conversaciones que mantenían los periodistas.

Tres líneas con las que Maduro puede dormir feliz

Una declaración de solo 2:14 minutos sirvió para resumir lo acordado en la esperada cumbre de Petro. Los resultados eran previsibles y dan una posibilidad de que Maduro pueda tener esperanza de que el viento sople a su favor, a pesar de que en su cielo hoy esté lleno de nubarrones que prometen una tormenta con la Corte Penal Internacional.

Leyva señaló como primer punto que las delegaciones consideraron que el diálogo y las negociaciones deben avanzar para establecer un cronograma electoral que permita la celebración de elecciones “libres, transparentes y con plenas garantías para todos los actores venezolanos”, teniendo en cuenta las recomendaciones de la Misión de observación electoral de la Unión Europea de 2021.

En segundo lugar, que los pasos que se acuerden “a satisfacción de las partes” permitan ir levantando las sanciones.

Y, como tercer punto, que se continúe con el criticado proceso de negociación facilitado por Noruega y que se ha desarrollado en México. Ello a la par de la aceleración de la implementación del Fondo Fiduciario Único para inversión social en Venezuela.

El comunicado dejó muchas preguntas en el aire, pero las respuestas no llegaron, al menos en esta oportunidad; tal vez podrían ser respondidas en el nuevo encuentro de las delegaciones que se espera que sea convocado prontamente, luego de que un grupo de países que hicieron parte de la conferencia se reúnan con Maduro, partidos políticos y sectores de la oposición y de la sociedad civil venezolana, para conversar sobre los resultados de esta cita.