Cuatro hombres con trajes especiales cargan un atáud con una de las víctimas de covid-19 en Venezuela. Se dirigen hacia una fosa común ofrecida a familias que no puedan costear los gastos de una cremación. Es una despedida sin lágrimas, solitaria.
Los costos de los servicios crematorios promedian los 200 dólares, un monto impagable para la mayoría en un país con seis años de recesión y marcada inflación donde el salario mínimo está por debajo de los 3 dólares.
Desde que la pandemia llegó a Venezuela en marzo, 16 personas han sido enterradas en esta fosa del cementerio municipal de San Cristóbal, desde donde pueden verse las montañas de los Andes. Ningún deudo puede presenciar la inhumación por protocolos sanitarios.
La regla es especialmente difícil de cumplir en esta región donde suele despedirse a los difuntos en velorios escenificados en casas y en los que se congregan decenas de acompañantes entre familiares, amigos y vecinos durante dos o más días.
«La familia no puede estar a la hora del entierro, ¿por qué?, porque esto es protocolo de seguridad que nosotros manejamos, solamente estamos los sepultureros», cuenta Fermín Pérez, quien lleva 30 años en el cementerio de San Cristóbal.
Ronald Zerpa, director de Protección Civil de la zona, indica que el protocolo incluye un proceso de desinfección del personal y del vehículo que traslada el cadáver, rociando una solución a base de hipoclorito.
Se rocía con el mismo líquido el ataúd y las bolsas donde va el cadáver. «El sitio donde se sepultan los cuerpos son tierras municipales (propiedad de la Alcaldía)», dice Zerpa.
El temor al contagio está presente. Fermín se baña en el patio antes de entrar a la casa que comparte con su esposa y sus tres hijos.
«Siempre está el susto, pero como tenemos buenos implementos de seguridad eso le da un poco de confianza», sostiene este trabajador que en principio no pensó que la pandemia llegaría a Venezuela.
“Luego de ser enterrados, los familiares pueden traer una cruz con el nombre del familiar y se le colocará para identificar al muerto”, comenta René Pérez, coordinador del cementerio.
El lugar está cerca de llegar a su límite, por lo que está en planes habilitar un nuevo terreno como cementerio.
Según cifras oficiales, los casos de covid-19 en Venezuela se acercan a 50.000 y las muertes a 402, pero tanto la oposición como varias ONG consideran que los reportes del régimen socialista ocultan una realidad mucho peor.