Aunque era un tema del que se venía hablando desde hacía meses, la liberación del polémico empresario barranquillero Alex Saab a cambio de 10 estadounidense y un fugitivo preso en Venezuela, y al menos 20 prisioneros políticos venezolanos, tomó a más de uno por sorpresa.
Pero, sobre todo, desató una intensa polémica sobre el objetivo de la audaz maniobra y sus consecuencias en el corto y mediano plazo, especialmente porque el gobierno de Nicolás Maduro ha sido señalado en reiteradas oportunidades de no cumplir con los acuerdos que se pactan.
Si bien nadie, por supuesto, tuvo reparos a la hora de celebrar el fin de la pesadilla de estas 30 personas, la Casa Blanca se llevó un diluvio de críticas por la decisión tanto dentro como fuera del país. La comunidad de venezolanos en Miami, que es bastante grande, no salía de su asombro al ver las imágenes de supuesto testaferro de Maduro bajar de un avión privado y aterrizar en suelo venezolano.
Dentro de la alta política estadounidense, como se esperaba, también hubo reacciones y no solo de voces en el partido republicano, que siempre han cuestionado los acercamientos y concesiones al régimen de Nicolás Maduro, sino de exembajadores y expertos que llevan años monitoreando las relaciones entre ambos países.
«El mensaje acá es que secuestrar o detener es rentable»
Los cuestionamientos fueron de varia índole, pero se concentraron en dos áreas particulares.
El primero y quizá más trascendente para la política doméstica en EE UU es que al intercambiar a Saab, que estaba siendo procesado por la justicia de ese país, la administración de Joe Biden envió un terrible mensaje que pone en riesgo a los estadounidenses en el exterior.
“Mi temor es que esta decisión va a motivar a Maduro y a otros gobiernos no democráticos a que capturen a otros estadounidenses para luego intercambiarlos”, le dijo a EL TIEMPO William Brownfield, exembajador de EE UU en Colombia y Venezuela y hoy asesor en el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS).
Algo parecido afirmó el exvicepresidente y exembajador en Washington Francisco Santos. “Ningún americano está seguro en ninguna parte del mundo. El mensaje acá es que secuestrar o detener es rentable”, dijo Santos tras resaltar de paso la pérdida de credibilidad de EE UU, pues durante años la administración insistió en que nunca canjearía a Saab ni interferiría en su proceso ante las autoridades judiciales.
Incluso, más reciente, en medio de los acuerdos de Barbados firmados el 17 de octubre entre el chavismo y la oposición, de manera pública no se mencionó que Saab sería canjeado, pero sí que los encarcelados en Venezuela deberían ser liberados.
Tanto así, que se fijó como plazo el 30 de noviembre para que se dieran las excarcelaciones. No hubo ningún gesto ese día, por lo que los estadounidenses Eyvin Hernández y Jerrell Kenemore, presos en El Helicoide, en Caracas, le enviaron un mensaje a Biden los primeros días de diciembre, pidiéndole que se concretara un futuro intercambio que incluyera a Saab.
Un error de la Casa Blanca
Tanto Hernández como Kenemore fueron liberados el 20 de diciembre. Hernández, un abogado radicado en Los Ángeles, dijo a los medios a su llegada a Texas, donde fueron recibidos por la delegación estadounidense, que nunca pensó estar envuelto en una situación como esta, de la que muchas veces “pensó que no sobreviviría”, alegando los maltratos en la cárcel de Caracas.
Siguiendo con las reacciones en Estados Unidos, el Senador Marco Rubio y la representante a la Cámara María Elvira Salazar hicieron hincapié en lo que consideran un error de la Casa Blanca.
“Las acciones del presidente Biden de recompensar la toma de rehenes primero levantándole las sanciones al narco-régimen, después liberando a los sobrinos de Maduro y ahora a Alex Saab son una vergüenza», dijo Rubio.
«Saab es el arquitecto de la operación de corrupción y lavado de dinero de Maduro, esquema que ha privado de recursos al pueblo de Venezuela. Desafortunadamente, este intercambio solo incentiva a los dictadores a que secuestren a más estadounidenses”, manifestó Rubio.
Para Salazar, “el único ganador del trueque fue Maduro”.
Brownfield también eleva otro punto muy relevante en la discusión. A cambio del levantamiento de sanciones, Maduro ya se había comprometido a liberar a los presos –incluido los estadounidenses– en el acuerdo al que se llegó en Barbados.
«Perdón presidencial»
En otras palabras, la liberación de Saab fue una concesión “extra” que no estaba estipulada. Al menos no en público.
El argumento, por supuesto, tiene un matiz. Aunque EE UU siempre dice de dientes para afuera que no negocia con terroristas o secuestrados, lo cierto es que es una práctica que han usado ocasionalmente a lo largo de la historia tanto administraciones demócratas como republicanas.
Y lo mismo puede decirse de la controvertida práctica del “perdón presidencial”, que muchos mandatarios suelen utilizar al final de sus administraciones para anular sentencias judiciales contra personas previamente condenadas.
El otro grupo de críticas se relacionan al objetivo estratégico tras la liberación de Saab.
La administración Biden insistió esta semana en que hace parte de un conjunto de acciones encaminadas al retorno de la democracia en Venezuela a través de un proceso electoral el año entrante que sea justo y transparente. Pero no todos lo ven así.
“Biden dice que cumpliendo con sus compromisos. Y quizá la idea sea que estos acuerdos generen una dinámica que se traduzca en algo mucho más concreto y positivo en cuanto a una elección libre el año entrante, pero yo todavía no veo esas señales».
Nada ha pasado en cuanto a la rehabilitación de la candidatura de Maria Corina Machado, por ejemplo. Uno siempre guarda la esperanza. Pero soy escéptico porque lo más importante para Maduro, más que Saab, más que el levantamiento de sanciones, es el poder. Y levantar la inhabilidad de Machado y otros pone en riesgo ese poder. Ese es el tema crucial y no creo que el régimen vaya a flexibilizar su posición”, afirma Michael Shifter, presidente emérito del Diálogo Interamericano.
Un «buen negocio»
Desde la perspectiva de la administración, no obstante, el intercambio de prisioneros fue un “buen negocio”.
John Kirby, portavoz del Consejo Nacional de Seguridad, resaltó el hecho de que Biden era un líder dispuesto a tomar decisiones complejas que al comienzo quizá eran difíciles de aceptar, pero que con el tiempo adquirían perspectiva.
En esa misma línea opinan analistas en Venezuela. “La entrega de Alex Saab fue un enorme éxito para la administración Biden, ya que recuperó a todos los estadounidenses que estaban detenidos en Venezuela e igualmente logró que venezolanos detenidos fueran liberados”, dice a EL TIEMPO el politólogo Daniel Arias.
Arias insiste en que Maduro necesitaba una “victoria” antes de terminar el año, sobre todo porque con el tema de Guyana ya había logrado tener la atención internacional, pero sin acciones concretas.
Otra arista de este intercambio, que quizás se sepa su desarrollo en el tiempo, son las supuestas pruebas de que el empresario fue colaborador de la justicia estadounidense.
Incluso, Juan González, asesor de Biden para América Latina, sostuvo que Saab ya llevaba más de dos años colaborando y no tenía mucho más que aportar.
Gobierno de Maduro denuncia que Alex Saab «fue torturado» en la cárcel
Aunque Caracas negó todo este tiempo que la afirmación fuera cierta y que, por el contrario, solo buscaban difamar al empresario.
Según Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, el mismo que acompañó a Saab en el avión, todos esos comentarios representaban una “calumnia” contra el barranquillero y que por el contrario “fue torturado” en la cárcel, sobre todo en Cabo Verde, cuando fue detenido en junio de 2020.
Ahogamientos, pérdida de tres dientes y problemas estomacales, fueron algunas de las quejas que hizo el chavismo sobre el estado de su aliado, que según han indicado, es “sobreviviente de cáncer” y “no se le permitió” la visita de un médico independiente en su prisión de Miami.
En este trueque también se incluyó la detención del Gordo Francis, uno de los delincuentes más buscados por EE UU y responsable de un escandaloso fraude al interior de las fuerzas armadas del país.
Y le dieron mucho peso, además, a que con el grupo de diez liberados, la administración logró sacar de ese país a todos los estadounidenses que permanecían detenidos en Venezuela de manera arbitraria.
Pero, sobre todo, insistieron en que el intercambio es producto de una estrategia de diálogo y negociación que incluye el levantamiento de sanciones y que podría finalmente abrir la puerta para el retorno de la democracia.
Aunque también es cierto que los funcionarios de Biden han advertido que en cualquier comento pueden reimponer las sanciones y limitar de nuevo las transacciones de la industria petrolera, las cuales han permitido mayores ingresos a Venezuela en estos días.
“Se ve bien. Parece que Maduro, de momento, está cumpliendo con su compromiso sobre elecciones libres. No es un hecho todavía, falta un largo camino por recorrer. Pero como vamos vamos bien”, dijo Biden cuando se le preguntó por el tema.
Saab fue incorporarlo a la mesa de diálogos
Quien mostraba más agradecimiento era el mismo Saab, quien calificó a Cilia Flores, esposa de Nicolás Maduro, como “un ángel” en medio de su proceso de liberación. Fue ella quien lo recibió en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía, dando un mensaje fuerte de quien mueve los hilos del poder en Venezuela.
Ya en Miraflores, por primera vez los venezolanos escucharon la voz de Saab, cuando pronunció un discurso breve al lado de Maduro, asegurando que este era un “presidente humano” que “no abandona”. “Me siento muy orgulloso de servir a este gobierno y a este país” dijo.
Saab no fue recibido con alfombra roja ni honores, pero sí con una camaradería que incluso tiene un mensaje mayor y es esa cercanía con Maduro, quien no paraba de abrazarlo y darle la bienvenida a Caracas.
Ahora, uno de los premios para Saab fue incorporarlo a la mesa de diálogos entre chavismo y oposición, la misma en la que también está su esposa Camilla Fabri, quien además era la imagen y portavoz del movimiento Free Alex Saab, nacido en Venezuela pero que se había extendido por varios países, incluyendo Colombia.
Para el empresario, acusado de corrupción y de principal colaborador de Maduro, el agradecimiento también era para el presidente Biden por haber tomado la decisión.
Para la oposición venezolana todo este panorama representa un sinsabor, pues celebran la excarcelación de los presos políticos, pero la libertad de Saab sigue siendo un duro golpe.
Una gran apuesta
“Esos venezolanos podrán pasar navidades junto a sus familiares; sin embargo, centenares de compatriotas siguen encarcelados sin justificación alguna. Estas liberaciones no pueden hacernos olvidarlos”, dijo en un comunicado, Tomás Guanipa, representante de la oposición en los diálogos con el gobierno.
El miércoles hubo un canje entre el gobierno de los Estados Unidos y el régimen de Maduro, “pero nunca podrá ser comparable, la liberación de inocentes apresados por razones políticas, con delincuentes que han causado daños irreparables a todo un país jugando con el hambre de los venezolanos” insistió Guanipa.
A la larga se trata de una gran apuesta. Si en los próximos meses el régimen de Maduro habilita la candidatura de Machado y eso conduce a un proceso electoral con garantías para la oposición, la liberación de Saab podría terminar siendo vista como un pequeño precio por pagar en aras del bien común.
Si sucede lo contrario y Maduro incumple, el veredicto sobre la maniobra no será tan bondadoso.
Pero todavía, según los análisis, es muy temprano para dar conclusiones, sobre todo porque, a diferencia de años atrás, Maduro ha logrado una comunicación directa con la Casa Blanca sin intermediarios permitiéndole un margen de maniobra mayor.
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