En Venezuela no hay fecha para las elecciones presidenciales de 2024, y las primarias opositoras del 22 de octubre están llenas de incertidumbres, pero ni una cosa ni la otra detuvo a los políticos que en los últimos días salieron a recorrer el país para vender sus nombres y sus causas, como si las votaciones fueran mañana.
Este pistoletazo que nadie dio, al menos no pública y oficialmente, empujó en los últimos días a precandidatos a pueblos recónditos, donde los electores, cansados del proselitismo y concentrados en sus propias necesidades, volvieron a ver a dirigentes nacionales del antichavismo con promesas de cambio.
Aunque la campaña para las primarias del antichavismo arranca formalmente dentro de cinco meses, ningún aspirante a esta candidatura de coalición -que aspira a reunir el mayor apoyo para enfrentar al chavismo en las urnas- quiere perder tiempo o dejarse ganar por otro en la búsqueda de simpatizantes por los cuatro puntos cardinales.
Salir de Caracas
Como generalmente ocurre cuando hay un proceso electoral cercano, los mítines volvieron a los pueblos alejados de la capital venezolana, donde viven quienes han sentido con mayor intensidad la austeridad, los que saben mejor que nadie cómo es la cotidianeidad con cortes eléctricos, escasez de agua potable, salarios insuficientes o separación de familias por la migración, todos signos de la crisis.
A esa masa poblacional, el grupo electoral que definirá el ganador de las presidenciales, están llegando promesas de mejora económica, de transformación del país y de otro largo etcétera de buenos augurios que pasan, necesariamente, por las votaciones de octubre y, sobre todo, por participar en las presidenciales del año próximo.
Por ello, muchos de quienes hoy buscan reanimar al electorado saben que la tarea no será fácil, pues en el último quinquenio les han pedido a los ciudadanos no votar o no confiar en el Consejo Nacional Electoral, y ahora que las urnas vuelven a ser la gran apuesta, la oposición intenta reconectar con los comicios.
La desconexión, sin embargo, se presenta de varias formas, con un letargo electoral y un rechazo a la política que preocupa a los adversarios de la llamada revolución bolivariana y, precisamente por eso, se fueron a exorcizar a los votantes de la Venezuela profunda, a sacarles el demonio de la abstención que ellos mismos inocularon.
Esa pretendida conversión se lleva a cabo cuando faltan más de 200 días para las primarias y, al menos, 300 para las presidenciales, un período tan largo que alcanza para que un ciudadano se convenza de votar, escoja un candidato, luego otro, se desmotive y vuelva a emocionarse, todo esto mientras la campaña empieza a mover dinero en un país necesitado.
Causas a la carta
Hasta ahora, nada está escrito en cuanto a las apetencias políticas de los ciudadanos, lo que abre la posibilidad para todos los presidenciables, si bien algunos, de acuerdo con estudios de opinión preliminares, parten con cierta ventaja en esta cruzada. Aunque todos ofrecen un cambio positivo, los caminos para lograrlo son distintos y, a veces, opuestos.
Por ejemplo, el dos veces candidato presidencial Henrique Capriles, que promociona la necesidad del encuentro entre venezolanos, se opone al plan de privatización de la exdiputada María Corina Machado, que se ubica en el extremo radical contra el chavismo y reúne, cuando la carrera apenas comienza, la mayor ventaja de cara a las primarias, según las encuestas.
Capriles visitó un mercado popular en Apure (sur, fronterizo con Colombia), mientras que Machado encabezó asambleas de ciudadanos en pueblos alpinos de Mérida (oeste). Ninguno mencionó al otro en sus actos pero los discursos mostraron las diferencias que siempre han existido entre ambos y que parecen acentuarse con el paso de los días.
Mientras tanto, el expresidente del Parlamento Juan Guaidó, que durante casi cuatro años manejó recursos de Venezuela en el exterior gracias al llamado «gobierno interino», se ha concentrado en la necesidad de inscribir a nuevos votantes, la causa por la que se ha movilizado recientemente en Caracas y en los cercanos estados de Miranda y Aragua.
A Capriles y Guaidó, ambos inhabilitados para ejercer cargos públicos, así como a Machado, de quien se alega que tampoco podrá inscribir su candidatura en el CNE, se unen más nombres de dirigentes que competirán en las primarias, o que directamente irán por las presidenciales en 2024, una división que amenaza las posibilidades del antichavismo.
Ante el frenetismo opositor, el chavismo, en el poder desde 1999, mira los toros desde la barrera, o eso intenta mostrar mientras mantiene su maquinaria aceitada con numerosos mítines y registros, una suerte de política gubernamental que apuesta por tener a las bases de apoyo siempre listas para la batalla, en este caso electoral, aunque sin fecha conocida.