El 9 de julio del año pasado cuando era casi imposible cualquier acercamiento entre el régimen de Nicolás Maduro y el gobierno interino de Juan Guiadó, el diplomático estadounidense del partido Demócrata, Keith Mines, dijo en un extenso video aún colgado en YouTube: “Muchos líderes de la sociedad civil están pidiendo una tregua entre los órganos de gobierno en competencia del país. Tal tregua podría basarse en un acuerdo tripartito firmado por el régimen, el gobierno interino de Guaidó y la Organización Panamericana de la Salud en abril que permitió una mayor cooperación para detectar y combatir el covid-19. Las dos partes se necesitan mutuamente en cualquier acuerdo; el gobierno interino controla gran parte de los activos del país y tiene una relación positiva con la comunidad internacional, mientras que el régimen controla las fuerzas de seguridad y la infraestructura de Venezuela”.
Mines es un hombre bajo perfil, cuya carrera podría resumirse en su más reciente cargo hasta hace unos meses Jefe de la Oficina de Asuntos de Venezuela hasta 2020 en el Departamento de Estado.
Hoy, Mines es director del Programa de América Latina en el Centro de Transformación de Conflictos Aplicados de USIP, conocido como Instituto de la Paz.
Se desempeñó también como Consejero Político en la Embajada de los Estados Unidos en Tel Aviv, Israel, donde ayudó a administrar los aspectos políticos y de seguridad de las relaciones entre Estados Unidos e Israel. Anteriormente fue representante Civil Superior de Estados Unidos en Mazar-e Sharif, Afganistán, con la responsabilidad del alcance, el compromiso político y el apoyo programático de Estados Unidos a las nueve provincias del norte de Afganistán. Eso, sin contar que fue director de la Sección de Asuntos de Narcóticos en la Embajada de los Estados Unidos en la Ciudad de México, donde dirigió la Iniciativa Mérida, una nueva asociación entre los Estados Unidos y México en la lucha contra el narcotráfico y la aplicación de la ley.
Aunado a eso, se desempeñó como representante Civil Superior en la provincia de Al Anbar en Irak de 2003 a 2004; fue Consejero Económico interino de la Embajada de los Estados Unidos en Kabul en 2002; y Asistente Ejecutivo del Representante Especial del Secretario General de la ONU en la misión de mantenimiento de la paz de la ONUSOM II en Somalia en 1994.
Cooperación por el covid-19
En la alocución de junio del año pasado y que sigue colgada en el sitio de The United States Institute of Peace, Mines decía: “Este acuerdo básico, el primero que deben firmar la oposición y el gobierno en años, podría abrir la puerta a una mayor cooperación en salud y covid-19, que luego podría conducir a una cooperación más amplia en una variedad de otros temas humanitarios esenciales”.
“Algunos se preguntarán si esta cooperación también podría conducir a un gran avance en el frente de la negociación política, que es la clave para cualquier mejora a largo plazo en la salud y el bienestar de los venezolanos. Pero a muchos miembros de la sociedad civil les preocupa que esto pueda equivaler a una extralimitación que pondría en peligro o retrasaría cualquier cooperación humanitaria. Definitivamente entiendo esa perspectiva y puedo ver que tal vez las conversaciones políticas y humanitarias deban permanecer en dos vías completamente separadas”, agregaba desde la oficina del Instituto de la Paz donde hoy comanda los asuntos sobre Venezuela.
“Pero las dos partes necesitan con urgencia encontrar la fórmula adecuada para volver a la mesa y hacer el trabajo duro pero esencial en un pacto político que ponga fin al estancamiento actual. Esto no esperará a que mejore la situación humanitaria ni a que disminuya el covid-19. Todo ello requerirá establecer procesos nuevos, creativos y dinámicos para abordar tanto el conflicto político como la crisis humanitaria. Puede ser necesario que la ONU y otros actores internacionales proporcionen un lugar para que se desarrollen estos procesos”.
Por Yeira Colmenares, especial desde Washington D.C.