Katherine Martínez se ha enfrentado a situaciones extremas de dolor. Ha visto morir a niños que guardaban la esperanza de vivir tras años de espera por un trasplante de órgano, ha acompañado y asistido a las madres de los que han fallecido y se ha dedicado a ayudar a menores en estado de desnutrición y vulnerabilidad.
Martínez ha sido testigo de la desesperanza de una sociedad obligada a sobrevivir a un sistema de salud precario, y de la indolencia de un Estado que no garantiza el derecho a la salud y la vida. Su lucha por la reactivación de los trasplantes de órganos en condiciones seguras y por lograr la indemnización de las familias se ha vuelto incansable. Hace una semana fue escogida por la cadena británica BBC como una de las 100 mujeres inspiradoras e influyentes del mundo en 2024. Martínez cavó hondo y encontró nuevos niveles de resiliencia.
“Para mí es un reconocimiento triple: en primer lugar para las madres de los niños que están sufriendo enfermedades crónicas en Venezuela, porque hay que ver lo duro que es vivir con tu hijo una enfermedad grave en el país. Para nosotros esto es vital, porque es hacer visible, más aún, la situación que viven estas mujeres. También la situación de los niños, en especial las niñas y adolescentes, que ni siquiera tienen cómo cubrir su higiene menstrual. A mí me da pena decir estas cosas, porque son tan obvias, tan de primer mundo, que da pena. ¿Cómo es que nosotros tenemos todos estos inconvenientes de servicios públicos básicos?”, dice.
Celebramos el reconocimiento a la defensora venezolana Katherine Martínez como una de las 100 mujeres de la BBC 2024.
Katherine lidera la ONG aliada @preparafamilia, brindando apoyo a niñas, niños, adolescentes y madres en el hospital JM de los Ríos en Caracas, con recepción de… pic.twitter.com/IIPwu6RtTs
— PROVEA (@_Provea) December 4, 2024
Este reconocimiento, asegura la abogada directora de Prepara Familia, una organización de la sociedad civil que defiende los derechos humanos de niños, niñas y adolescentes con enfermedades crónicas y mujeres cuidadoras, no es para ella, sino para todos los que forman parte de esta lucha por una vida digna.
“Yo soy solo la cara visible. Este reconocimiento es, primero, para las mamás; en segundo lugar, para las niñas y las adolescentes; y, en tercer lugar, para las defensoras de derechos humanos en Venezuela. Somos muchísimas mujeres que estamos trabajando, unas de una manera callada, otras pública, desde distintas poblaciones, pero todas luchando en defensa de los derechos humanos”, sostiene.
Katherine Martínez reconoce el trabajo de la sociedad civil en la documentación y visibilización de lo que sucede en el país, pero también lamenta que en Venezuela la mujer esté sobrecargada, aún en este siglo, para poder mantenerse. Por eso, señala, se necesita corresponsabilidad en la familia, en la comunidad y en el Estado.
“Las poblaciones vulnerables necesitan que haya un equipo de personas que se integre para trabajar. No pueden tener las mujeres toda la carga del trabajo en los hogares, en el sector salud, en los trabajos comunitarios. En las estadísticas que acaba de publicar el Banco Interamericano de Desarrollo sobre el uso del tiempo de la mujer, que se ha hecho anteriormente, vemos cómo hasta el voluntariado lo hace la mujer, eso no puede ser. Necesitamos que haya corresponsabilidad para aligerar la carga. Los hombres y adolescentes deben trabajar en pro de la comunidad y también necesitamos la corresponsabilidad del Estado para que este haga su parte en cuanto a las políticas públicas y que los derechos estén garantizados en la sociedad”, agrega.
Katherine Martínez y su vocación de servicio
A los 16 años de edad, Katherine Martínez comenzó su vida universitaria estudiando Derecho. En su primer año de estudios abrió una clínica jurídica en La Pastora, en Caracas, que funcionaba en la iglesia católica de la parroquia. Ahí pasó muchos años, comprometida con la gente y con el derecho de la justicia social, siempre unida a la iglesia, a sus actividades en comunidad.
“Después de que me gradué, me casé. Tengo tres hijos bellos y hermosos. Ya tengo muchos años de casada y muy felices gracias a Dios”.
Ya formada, abrió su oficina como abogada independiente. En ese camino también formaba parte de otras alternativas de trabajo comunitario. En 2013 tuvo la iniciativa de trabajar con las mujeres víctimas de violencia y abrió la organización Una Luz frente a la Violencia y el Maltrato.
Su comunidad de base se había formado en la iglesia. En su casa oraban, cantaban y también hacían trabajo social visitando ancianatos, hospitales y cualquier institución que los necesitara.
“En una Navidad, en 2002, fuimos al hospital J. M. de los Ríos para cantar y llevar juguetes a los niños. Fue muy duro ver toda esa realidad que desconocíamos y nos quedamos allí. Desde 2003 hasta 2007 hicimos trabajo comunitario. Empezamos a ir los viernes en la tarde y después nos fuimos quedando casi todos los días. Éramos un grupo de la comunidad y era hermoso porque casi todas éramos mujeres. Trabajábamos con las mamás, con los niños, veíamos qué les hacía falta, les celebramos los cumpleaños, orábamos por ellas, orábamos con ellas y, en ese caminar, también nos dimos cuenta de la situación de vulneración que ellas vivían”, recuerda.
Su experiencia en la prevención de violencia de género le sirvió para dar talleres de violencia en el hospital: llevaban invitados, hacían talleres de emprendimiento al pie de la cama, le conseguían a los niños lo que les hiciera falta; les ofrecieron, durante cinco años hermosos, dice, diversas actividades.
En 2008 su equipo de trabajo se transformó en una organización de la sociedad civil. Ya hacían un trabajo más completo porque pasaban casi todas las tardes en el hospital.
“Era una emoción compartir con las madres, con los niños, cantar… Yo toda la vida he cantado, tengo mi cuatro y en Navidad interpretamos aguinaldos. Celebrábamos la vida. También llevábamos a personas sobrevivientes del cáncer, del síndrome nefrótico o de problemas del corazón para que dieran su testimonio. Todos los casos positivos para que compartieran su experiencia”, dice.
El equipo de trabajo dio nombre a Prepara Familia, organización de la sociedad civil que en ese entonces decidió enfocarse en la formación, el compromiso, el acompañamiento y el apoyo a las familias de los niños. “Se nos iba la vida ahí porque era mucho trabajo, porque las madres no tenían para pagar los exámenes que no se podían hacer en el hospital, los insumos, las medicinas”, señala.
En 2014 comenzaron a padecer, junto con los pacientes, las secuelas de la crisis económica, la escasez de medicamentos e insumos así como la falta de personal de salud calificado. 2017 fue el peor año. Comenzaron a fallecer los niños del servicio de Nefrología, uno tras otro, y había que hacer frente a esa situación acompañando y asistiendo a las madres.
“Trabajamos muchísimo en la documentación, en la defensa de los derechos humanos de los niños, niñas y adolescentes ante instancias nacionales e internacionales. Solicitamos las medidas cautelares junto con nuestros aliados de Cecodap, las cuales fueron otorgadas en febrero de 2018. Luego nos dieron una ampliación que solicitamos para 13 servicios más del hospital y al final los niños de todos los servicios poseen medidas cautelares de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Continuamos acudiendo a muchísimas instancias en audiencias públicas de la comisión, estuvimos en muchos países, pasó de todo. Tratamos de que el Estado entendiera que debía garantizar esos derechos y trabajar en pro de ello”, indica.
Sin embargo, pese a este logro, la situación de vulnerabilidad continúa. La suspensión del sistema de procura de órganos que se anunció en 2017 se mantiene, al igual que todas las afectaciones en el sistema de salud. El Estado todavía no ha cumplido las medidas cautelares. En 2020, la CIDH amplió las medidas de protección a favor de la abogada tras considerar que se encontraba en una situación de gravedad y urgencia por riesgo de daño irreparable de sus derechos.
“Según la solicitud, la señora Martínez se encuentra en una situación de riesgo por sus labores como defensora de derechos humanos a favor de niñas y niños en el Hospital de Niños José Manuel de los Ríos (J. M. de los Ríos) en Venezuela”, indicó la corte.
La escasez y encarecimiento de los alimentos afectaron a toda la población. En unos se empezaron a ver las huellas de la desnutrición desde 2014. “En 2018-2019 era muy grave y decidimos, gracias a muchos apoyos, abrir un centro de protección nutricional y colaborar en la respuesta humanitaria. Comenzamos en 2020. Estamos contentos con este trabajo porque hemos estado apoyando a los niños con desnutrición, a las mujeres embarazadas, a las que necesitan consejería en lactancia materna… Ha sido un trabajo hermosísimo. Contamos con pediatras muy comprometidas, consejeras de lactancia, nutricionistas. Llegamos a tener varios programas, como una unidad psicosocial-legal que también tuvimos gracias a varios donantes. Logramos tener un programa llamado pediatría social comunitaria, donde llevamos la pediatría a las comunidades, al igual que la nutrición”, cuenta.
Prepara Familia y su nueva sede
Prepara Familia cuenta con una nueva sede donde puede trabajar con grupos de acompañamiento más grandes. El apoyo que se brindaba a los pacientes y madres del J. M. de los Ríos, gracias a la nueva sede se extenderá a las unidades pediátricas de los hospitales públicos de la Gran Caracas.
“Eso nos tiene emocionadísimos. Por eso en nuestras redes tenemos mensajes de grupos de apoyo. Con estos nuevos espacios vamos a poder atender a muchos más niños, a muchas más mujeres, mujeres que están al pie de la cama haciendo trabajo de cuidado sin ningún tipo de remuneración en los hospitales, en los hogares, muy vulnerables. Los niños acaban de salir de un taller de dibujo bellísimo, las madres estaban en un taller de cocina, estamos muy contentos porque la idea es que ellas puedan emprender y tener un oficio cuando regresen al interior, que puedan desarrollar en sus pueblos”, menciona.
Esta nueva sede le permite también a Prepara Familia formar a los jóvenes con patologías graves para que puedan optar a ofertas laborales.
“Vamos a ofrecer talleres, formación, para que puedan aprender un oficio y luego lo puedan desarrollar, porque es tan complicado para ellos acudir a una universidad o acceder a otro tipo de estudio debido a sus patologías. Ellos tienen que tener opciones y vamos a darles todas las posibles”, señala.
Katherine reitera que el reconocimiento de la BBC significa visibilizar siempre a la población con la que trabaja, por lo que espera que la gente vea lo que Prepara Familia ha sido durante mucho tiempo: un puente para que todas las cosas que se han propuesto lleguen a los niños; para el J. M. de los Ríos, para los hospitales de Caracas y un puente para que se les garantice a los niños los derechos que están establecidos en las legislaciones, para que puedan tener un sistema de salud acorde con la legislación nacional e internacional.
“Yo invito a todos a que de alguna manera se pongan en contacto con nosotros. El que quiera dar un taller, el que quiera ofrecer horas de su tiempo para acompañar, para asistir, para dar lo que sabe, para compartir, para oír nada más, para acercarse y escuchar a una madre, a un niño, a un adolescente o para compartir sus saberes. Queremos también trabajar tranquilamente, que se respete el espacio cívico que se ha construido en Venezuela por muchas décadas. El llamado es a la solidaridad y a la sororidad. Yo soy defensora de los derechos humanos de las mujeres y también de los niños, niñas y adolescentes», afirma.