Jóvenes de Táchira afrontan a diario una lucha entre la educación y la supervivencia. La deficiencia de servicios públicos, entre ellos el gas, dificulta el desarrollo económico de Marion Ramírez, estudiante universitaria.
Ramírez cursa Arquitectura en la Universidad Experimental del Táchira -UNET-. Vive en el municipio Michelena, aproximadamente a 33 km de la ciudad capital. Enfrenta un grave obstáculo que amenaza con apagar la llama de su emprendimiento: la escasez de gas.
La joven comentó a NTA que a través de la venta de papas rellenas en la universidad encontró una fuente de ingresos que cubre gran parte de sus gastos estudiantiles. Explicó que la falta de gas ha llevado su emprendimiento a un punto crítico, pues le ha impedido cocinar durante semanas.
«La verdad, trato de hacer lo que puedo con las papas rellenas, porque conseguir un trabajo fijo es difícil. Ahorita no puedo hacer nada vía online por tantos problemas con la luz. Y por ser estudiante universitario no tengo las mismas oportunidades, porque siempre buscan a alguien tiempo completo, así que esta es mi alternativa», manifestó.
El servicio de gas doméstico a través del mercado negro alcanza los 38 dólares, para un cilindro de 27 kilos. Esa cifra supera por mucho lo que puede hacer Mariel con las ventas de sus papas rellenas.
Agregó que el problema afecta también a varios de sus compañeros, muchos de los cuales se encuentran en condiciones económicas similares. Esta semana, por ejemplo, no pudo vender sus papas rellenas en la universidad. La última vez que recibió el servicio de manera formal en su comunidad fue en diciembre de 2023.
¿Hacen sacrificios los jóvenes en Táchira?
Para poder ofrecer su producto, Marion se levanta a las 4:00 am con el fin de dejar todo organizado. Vive aproximadamente a 45 minutos de la universidad y por fortuna existen rutas que solventan su necesidad de movilización. Prefiere ir y venir, pagar una residencia en San Cristóbal disminuiría su ingreso.
A través de la venta de papas rellenas, Marion puede obtener un ingreso semanal de hasta 40 o 50 dólares.
«Gracias a Dios puedo decir que algo me llevo. Porque este no es un ingreso fijo, esto es algo momentáneo», dijo.
La historia de Marion representa la necesidad de oportunidades y apoyo a los jóvenes del Táchira y Venezuela. A pesar de las adversidades, mantiene la esperanza y espera que gracias a su emprendimiento pueda salir adelante y cumplir sus sueños.