Agotadora, agobiante y complicada. Así define un grupo de jóvenes venezolanos sus vidas en Venezuela. Lo dice el que estudia una carrera universitaria, la que desarrolla un emprendimiento, la joven que está a punto de terminar bachillerato y tiene becas para estudiar en el exterior, el músico de El Sistema reconocido internacionalmente, la joven con intenciones de dedicarse a la política, el joven del interior, el que vive en Caracas. El que tiene más recursos, el que no tiene tantos.
Es muy difícil, dicen, tener entre 15 a 25 años de edad y vivir en un país estancado por la crisis política, económica, social y humanitaria. No es fácil. Son la generación marcada por la nostalgia de la Venezuela en la década de los 50 y 80, años en los que el país era considerado uno de los más ricos y prósperos del continente. Aun así, a pesar del oscuro panorama y la incertidumbre de no saber si habrá un cambio político, la mayoría sigue en Venezuela, aunque se han planteado la opción de buscar un mejor futuro en el exterior.
A sus 17 años de edad, Ana Corina Pifano, estudiante de quinto año de bachillerato y presidenta del Centro de Estudiantes del Colegio San Ignacio, en Caracas, ya se ha enfrentado, al igual que sus amigos, a las dificultades que supone vivir en un país en crisis. Considera que su generación creció con la idea de prestar atención a los demás y no ser indiferentes. Testigos de las protestas en 2014, las de 2017, los apagones de 2019 y la pandemia en 2020, son jóvenes que estudian para avanzar a pesar de la situación del sistema educativo.
“Vivimos en un país donde los profesores no pueden dar clases porque no tienen transporte o no tienen electricidad. Fue muy difícil saber que muchos profesores no podían enseñar porque no tenían los equipos electrónicos para conectarse. Independientemente de la situación económica en la que estés, la vida de un joven en Venezuela es complicada”, asevera Pifano.
La Encuesta Nacional sobre Juventud (Enjuve) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) reveló el año pasado que 37% de los venezolanos entre 15 y 29 años no están inscritos en algún centro educativo. Solo 20% está cursando alguna carrera universitaria, una cifra excesivamente baja comparada con la del año 2013, cuando se registró un porcentaje de 43%.
A muchos jóvenes en el país les ha tocado crecer más rápido de lo que corresponde: a los 15 años los amigos de Alahyn Martínez, estudiante de fotografía en la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte) en Barquisimeto, estado Lara, les tocó dejar las aulas y salir a trabajar. No tenían qué comer en sus hogares y les tocó, a esa edad, hacerse responsables del sustento económico de sus familias. “Somos muy jóvenes, pero la vida nos ha puesto obstáculos muy fuertes en el país”, comenta Martínez.
A la dificultad de vivir en Venezuela se le suma la presión que sienten los jóvenes de llegar a los 30 años y no tener lo que sus padres ya habían logrado a esa edad. Yahire Guzmán, estudiante del último semestre de Publicidad y Mercadeo en la Universidad Alejandro Humboldt, no deja de pensar en ello. Con 23 años, se mudó con su novio a un apartamento e inició su propio negocio, Always Sweet, un emprendimiento de venta de tortas. Sin embargo, le estresa no poder tener la oportunidad de comprar su propia casa en Venezuela.
“Nos sentimos muy presionados, sobre todo los que estamos entre los 20 y 30 años. Nos acostumbraron a la idea de que a los 30 años ya debíamos tener casa, pareja, hijos y ser exitosos. Uno a veces se siente demasiado agobiado. Tengo 23 años y todavía no he logrado nada de eso. Me estresa. De seguro le pasa a muchos jóvenes que se preguntan: ¿cómo haré para independizarme?”, opina.
Los jóvenes hoy deben trabajar mucho más que sus padres para alcanzar lo que ellos consiguieron. Es la opinión de Rafael Toledo, de 20 años de edad, estudiante del primer año de Medicina de la Universidad Central de Venezuela. “Parece que nuestros padres lograron tener su independencia económica a una edad más temprana que los jóvenes ahora”, comenta.
Más allá de las presiones, la mayoría de los jóvenes no están satisfechos con sus capacidades económicas en Venezuela. La recién egresada de la carrera de Biología en la UCV, Nazareth Bumble Robles, de 24 años de edad, conoce jóvenes que, a pesar de que sí tienen una buena calidad de vida, están preocupados por cómo será su futuro. “No sabemos si nuestros trabajos actuales serán suficientes para cumplir nuestras metas”, comenta.
Concuerda con ellos Fernando Rivas, estudiante de Psicología en la Universidad Católica Andrés Bello, violinista y compositor de El Sistema. “Con el contexto del país, es fácil desmotivarse, es fácil decir: tanto esfuerzo para nada. Estudias 5 años y al final eres un empleado público que gana 2 dólares de salario. Es frustrante”, afirma el joven de 19 años de edad.
El principal obstáculo: la crisis económica
La situación económica, los recursos para independizarse y las oportunidades laborales son los principales obstáculos con los que se encuentran los jóvenes en Venezuela. En la encuesta de la UCAB se reveló que 40% de la población joven tiene pocos ingresos. El estudio señaló que el principal problema para los jóvenes es la economía: 47,1% de encuestados señaló esta opción por encima de los problemas sociales (18,6%).
“En todos los trabajos te piden experiencia y los jóvenes recién graduados no la tenemos, así que no hay tantas oportunidades”, comenta Yahire Guzmán. Aunque la inseguridad y los servicios básicos también son parte de los obstáculos, Nazareth Bumble Robles considera que con mejores recursos se podría lidiar mejor con las demás situaciones.
Beatriz Arias, estudiante del sexto semestre de Comunicación Social en la Universidad Monteávila, de 21 años y presidenta del Centro de Estudiantes de la casa de estudios, considera que, además, existe mucha ignorancia sobre el tema. “Hay poca educación y formación económica en lo que se plantea hacer y cómo nos afecta la economía”, comenta.
En el caso de Alahyn Martínez reconoce que la falta de dinero es su principal problema: sabe que ni trabajando 2 años y con salario mínimo podrá comprar su propia cámara fotográfica. Sus sueños están en vilo como los de Moisés Santos, estudiante de tercer año del Liceo Nuestra Madre en la Avenida Victoria de Caracas. El joven de 14 años de edad sueña con ser futbolista profesional, pero por falta de recursos tuvo que abandonar las canchas y el entrenamiento.
La crisis económica desemboca, además, en una vida más complicada para los jóvenes en el país en comparación con los de otros países. “Hemos crecido muy rápido y ahora tenemos más responsabilidades. Sabemos que no solo somos el futuro del país sino también el presente y día a día trabajamos para sacar al país adelante”, afirma Pisano.
Pero no a todos les resulta fácil mantenerse motivados. Para Fernando Rivas, quien reside en Ciudad Bolívar, estado Bolívar, el principal obstáculo de ser joven en Venezuela es la motivación. “En el interior, si alguien quiere estudiar Composición debe cubrir los gastos para ir a Caracas y muchos no pueden. Eso es algo que les frustra. Todas sus ganas y sus motivaciones se pierden cuando se dan cuenta de que hay una situación económica que nos les permite seguir”, comenta.
La generación de la desilusión política
Son pocos los jóvenes que actualmente se interesan por involucrarse activamente en la política de Venezuela. Sin embargo, la mayoría reconoce la importancia de conocer lo que sucede, ya que las decisiones que se tomen afectan directamente sus vidas. En la encuesta de la Enjuve se reveló que 78% de la población joven venezolana no está satisfecha con el sistema político en el país. Además, la mayoría de los jóvenes no tiene interés en participar en organizaciones políticas en Venezuela. De hecho, solo 30,3% tiene confianza en los partidos.
“Involucrarme en la política actual de Venezuela no es algo que me haya interesado, pero siempre he querido saber sobre eso. En Venezuela estamos en una política dicotómica: o eres una cosa o eres la otra y eso hace que las personas se desinteresen. Me interesa más la formación política que intervenir activamente. Es importante que las personas sepan qué conllevan las ideas de quienes llegan al poder”, comenta Fernando Rivas.
Otros jóvenes, como Nazareth Bumble Robles, consideran que la situación de Venezuela no da para que alguien que se interese en ejercer un cambio pueda ver resultados. “Es un drama entre los políticos y uno no puede hacer mucho al respecto. El gobierno toma sus decisiones y uno ya no puede hacer nada a este punto, solo sobrevivir con lo que hay”, opina.
En el caso de Rafael Toledo considera que antes sí era un tema le interesaba más. Ahora es un asunto del que prefiere no hablar. Sus amigos y él estuvieron muy emocionados con la esperanza de un cambio en el país. Nunca pasó. “Las cosas no se están dando como esperábamos. Al final, terminé viviendo ocultando esa parte de mí. Tengo amigos a los que les sigue interesando mucho el tema, a mí, realmente, no mucho”, cuenta.
En el caso de Beatriz Arias, Alahyn Martínez y Ana Corina Pifano destaca su interés por la política. Pifano, quien quiere estudiar Relaciones Internacionales en Estados Unidos, donde ya la aceptaron con beca completa en dos universidades, Straight University y Saint Louis University, siente una fuerte motivación por hacer la diferencia.
“Sí creo que los jóvenes en Venezuela deberían interesarse en la política así sea por cultura general y creo que es algo que debería enseñarse en el colegio porque la política es lo que mueve al país. Son personas que toman decisiones por toda la sociedad. Se necesita más educación política”, comenta.
Con ella coincide Arias, quien además de ser presidenta del Centro de Estudiantes de la Universidad Monteávila, milita en el partido Voluntad Popular. “Mi interés por ser parte del centro de estudiantes viene de mi motivación por hacer el bien y servir a los demás. La política, en general, tanto universitaria como miembro de un partido, viene de servir. Se trata de ser un servidor público, ayudar y ayudarnos a nosotros mismos”, considera.
Desde pequeña, Arias tuvo interés por la política nacional porque entendió que tiene mucha influencia en su vida. Comenzó a evaluar todos los partidos hasta que se identificó con los pilares de Voluntad Popular: todos los derechos para todas las personas. “Con el grupo de juventudes de Chacao comencé a hacer política. Ahora soy parte de la juvenil nacional del partido”, cuenta.
Cree que no solo los jóvenes sino todos los venezolanos deberían dejar de huirle a la política. En parte, considera que es porque la situación se mantiene igual desde hace unos años, además de la impotencia que a veces se siente cuando no se logra un cambio real. “Seguimos en dictadura, no vivimos en un sistema democrático, además de que violan constantemente nuestros derechos. Es un tema que muchos hemos intentado hablar y lo único que logramos es desmotivar. No vemos una salida fácil de esta situación de crisis humanitaria, social, política y económica. Todavía no vemos la luz al final del túnel”, afirma.
¿Dónde queda el futuro?
En los últimos cinco años más de cinco millones de venezolanos han dejado el país en busca de un mejor futuro. De esa cifra, reveló la Enjuve, 51% son personas de 15 a 29 años de edad. Sin embargo, el análisis de la UCAB observa que la propensión a emigrar ha cambiado. Casi la mitad (44%) de los entrevistados en la encuesta de 2021 contestaron que “no se iría de Venezuela en este momento”. 28% confesó que “con toda seguridad” se marcharía y 24% dijo que “no tiene seguridad” al respecto.
Hay un buen porcentaje de jóvenes que todavía apuesta por su futuro en Venezuela. Pero se enfrentan al temor que eso conlleva: la mayoría teme que la situación no cambie, temen que enfermarse sea una sentencia de muerte porque no hay recursos para costear los gastos hospitalarios, que la crisis económica empeore o que no haya futuro en el país.
Fernando Rivas, quien ganó un concurso como Mejor Joven Compositor en España en 2021, sabe lo difícil que puede ser la situación en Venezuela, pero también está consciente de lo difícil que es migrar. “Tengo metas en el exterior, pero no son metas por las que dejaría Venezuela. Me gustaría estudiar en Estados Unidos, Europa, Asia, pero no de manera permanente. Me siento comprometido con Venezuela, me ha dado mucho y siento la necesidad de retribuirle”, revela.
Al igual que él, Beatriz Arias evalúa la posibilidad de hacer una maestría en el exterior, pero siempre se visualiza viviendo en el país. “Estoy muy anclada a mis raíces, como dice Carolina Herrera: uno no puede negar de dónde viene. Quizá a veces vivir en Venezuela puede parecer un suplicio o un sufrimiento, que estamos sobreviviendo. Pero Venezuela tiene demasiadas cosas bonitas, empezando por su gente, eso es algo que no podemos dejar de lado”, comenta.
Para ella, la frase “comprometida con Venezuela” se queda corta. Desde donde está, como presidenta del Centro de Estudiantes, ayuda a que más jóvenes puedan estudiar.
En el caso de Rafael Toledo, apenas está empezando su formación como médico pero ya está seguro que, después de cursar algún posgrado en el exterior, su futuro está en Venezuela. “Me siento comprometido con el país, me gusta ir al hospital y ayudar a las personas, aunque sea para proyectos académicos. Me satisface ver que la gente se siente bien después de que los ayudé. Creo que tengo bastante que aportar a Venezuela en ese sentido”, comenta.
Sus planes son graduarse lo más rápido posible porque la situación país ha ralentizado mucho el proceso de los estudiantes de la UCV. “Me gustaría que mi educación termine sin mayores trabas, seguir formándome, trabajando y ser el mejor médico que pueda ser en Venezuela”, agrega.
Pifano, quien evalúa la mejor opción para estudiar afuera sin que sea demasiado costoso para su familia, desea volver a país ya graduada y contribuir con el cambio. “Uno de mis sueños es crear una fundación que esté relacionada con los trastornos alimenticios y con los niños en situación de calle. Quiero volver, involucrarme y ayudar a recuperar las relaciones internacionales entre el país con el mundo, que hacen mucha falta”, señala.
Quizás algunos se despidan de la tierra que los vio crecer: para unos será un hasta luego, para otros un adiós definitivo, como el caso de la bióloga Nazareth Bumble Robles. “Como muchos jóvenes en Venezuela mi plan es emigrar. No tengo un plan específico, pero no está entre mis opciones Latinoamérica porque es bastante triste ver cómo tratan a los venezolanos. En el país mi único objetivo es conseguir un trabajo con mejor remuneración para pagar los trámites. Quiero vivir en el exterior con un trabajo que me dé lo suficiente para pagar mis gastos y ayudar a mi familia. Solo eso».