Jesús Eduardo Troconis tiene la firme convicción de que es necesario crear un Nuevo Orden Sanitario Global. La forma en que los países han sido afectados por la pandemia no le deja lugar a dudas.
El ex parlamentario venezolano, profesor de Derecho Internacional Público y director de la cátedra de Derecho Internacional Humanitario y Derechos Humanos de la Universidad Carlos III de Madrid y de la Fundación Gregorio Peces-Barba, cree en una alianza mundial que ayude a procurar la salud de las personas y restablezca los sistemas sanitarios devastados por la crisis.
‒¿Qué motiva su propuesta?
‒En mis dos últimos artículos, ya habituales en El Nacional, he constatado con profunda angustia que del ataque despiadado y mortal del coronavirus no ha escapado ningún rincón del planeta. Los criterios científicos asertivos de los franceses, el físico Marius Belles y, el biólogo, Daniel Arbos, acusan a las bacterias y los virus como los grandes asesinos de la Tierra. Su tenebroso recorrido abre heridas lacerantes que han devastado los sistemas de salud pública de todos los países, poderosos o débiles; el impacto sobre sus economías ha sido brutal, así lo reflejan la caída del Producto Interno Bruto, el aumento del desempleo y el incremento de la deuda externa. Pero la peor desgracia está en el número de fallecidos que supera los tres millones y una cantidad de contagios por encima de los 150 millones. Somos testigos de un crimen Internacional contra la humanidad. Sus dimensiones asombrosas, aún no precisas, imponen que enfrentarlo no es posible desde una perspectiva individual sino colectiva. Es esa la firme convicción que me lleva a plantear la puesta en vigor de un Nuevo Orden Sanitario Global.
‒¿En qué consiste ese Nuevo Orden Sanitario Global?
‒Es la entente o alianza entre las organizaciones Internacionales que junto a los Estados protagonizan la acción principal en el ámbito de las relaciones internacionales. Me refiero a la Organización de Naciones Unidas, la Unión Europea, la Organización de los Estados Americanos y la Federación Internacional de las sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja que tienen la responsabilidad y la obligación de defender la sociedad entera en el ejercicio pleno de sus derechos fundamentales, conforme a las normas jurídicas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Igualmente, desde mi punto de vista, es importante el apoyo de otras organizaciones concernidas por el virus de extraña procedencia, el Sars-Cov, causante de la enfermedad covid-19. Pienso en las organizaciones no gubernamentales de vocación universal, ONU- Mujeres, Médecins sans frontières, Partners in health, Greenpeace y Ecologistas de la Tierra, que salen al paso de los nefastos efectos del cambio climático. Acerca de ellos, quiero resaltar únicamente, la alteración de la gama de vectores portadores de las enfermedades que modifica la geografía de algunas de ellas y su propagación y, la conectividad de la pandemia con los viajes que acelera su expansión. Más de mil millones de personas cruzan las fronteras internacionales cada año.
‒¿Cuáles son los targets, si se permite utilizar el anglicismo?
‒Los targets más notables son dos: primero, procurar la salud de las personas, consagrado como un derecho humano fundamental en los tratados y en la mayoría de las constituciones. Segundo, restablecer y modernizar los sistemas sanitarios devastados, aunado, al estímulo de la investigación científica y de los alcances tecnológicos para dar con las vacunas, un antídoto indispensable para frenar el mal. La ciencia ha realizado un esfuerzo global, puesto en evidencia con el descubrimiento de AstraZeneca, originada en los laboratorios de Oxford y Estocolmo; Pfizer, resultado del trabajo conjunto entre Alemania y Bélgica; la Jensen nacida en Estados Unidos; y la Sputnik, una aportación de Rusia,a pesar de la sordidez de la industria farmacéutica y de la rivalidad de las empresas del sector. A ello agregamos la actitud errática de varios gobernantes. Ejemplos patéticos, la tragedia que vive la India, debido a la soberbia del primer ministro, Narendra Modi, o los repetidos desplantes de Trump durante su gobierno. Además, los dislates de Bolsonaro y López Obrador, a los que se suman los de Luis Lacalle de Uruguay y Alberto Fernández de Argentina, en estado de alerta, considerados el nuevo pico mundial del coronavirus.
‒¿Se ha planteado usted el coste financiero de la creación de un Nuevo Orden Sanitario Global?
‒Claro que sí. Existen organismos especializados que promueven la ayuda humanitaria en Europa. La Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y el Banco Central Europeo. En América se distingue el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que, a través de su presidente, Mauricio Claver, anunció su decisión de recuperar la economía de América Latina y el Caribe después de la pandemia. Su proyecto, acordado con las mayores empresas norteamericanas, va en la dirección de promover la inversión, crear empleos adecuados y estimular la inversión. Por supuesto se agilizará el proceso de digitalización y el fortalecimiento de las cadenas de valor regionales. Espero no abundar demasiado sobre el tema, sin embargo, vale la pena mencionar, de una parte, los ingentes recursos financieros aplicados por la Unión Europea a sus miembros. España recibe de los fondos de reconstrucción una cantidad de 140 mil millones de euros, de la otra, el gobierno de Joe Biden obtiene su primera victoria legislativa con la aprobación del histórico paquete de rescate de la economía por 1,9 billones de dólares. Después le siguió un plan de infraestructuras por un valor de 2,3 billones de dólares. La magnitud del proyecto Biden se compara con el New Deal de Franklin D. Roosevelt o la Gran Sociedad de Lyndon Johnson.
‒Unas palabras sobre Venezuela.
‒Mi deseo es que el programa del BID para la recuperación de la economía en América Latina y el Caribe toque con fortuna el destino del país, impida la marcha implacable del covid-19 y, al mismo tiempo, evite la degradación, sin pausa, de nuestra libertad.