La organización InSight Crime concluyó en su más reciente investigación que Venezuela corre el riesgo de convertirse en el cuarto productor global de cocaína.
“El régimen de Maduro se ha posicionado como custodio del tráfico de drogas en el país, ejerciendo control sobre el acceso a los ingentes ingresos de la cocaína, no solo para los narcotraficantes, sino también para los políticos corruptos y el Cartel de los Soles”, subrayó InSight Crime en la introducción de su trabajo.
Según la organización, hay evidencias de la presencia de cantidades significativas de cocaína en al menos tres municipios de Zulia, y dos más al sur, en el estado Apure.
Fuentes en las diferentes zonas, agencias internacionales e informes del gobierno muestran que los laboratorios de cristalización han proliferado en las mismas áreas.
Son plantaciones y laboratorios que están ubicados en territorios dominados por grupos guerrilleros colombianos, que durante generaciones han ganado experiencia en la siembra y comercialización de coca y, siempre según InSight Crime, mantienen estrechos vínculos con el Estado venezolano.
En entrevistas realizadas por InSight Crime en 2021, más de ocho fuentes, entre ellas residentes, ganaderos, periodistas e investigadores, dijeron que los cultivos están proliferando en Jesús María Semprún, Catatumbo y Machiques de Perijá. La magnitud de las plantaciones, indica el estudio, se desconocen debido a que están ubicadas en áreas remotas a menudo custodiadas por hombres armados.
“Las fuentes sostienen que, en muchos casos, estos cultivos están controlados por guerrilleros del ELN que adquieren tierras aptas para la producción de coca, bien sea comprándolas o extorsionando a los agricultores de la región”, añade el informe.
Mientras que en Apure, se han encontrado plantaciones de coca dispersas en los municipios de Rómulo Gallegos y Pedro Camejo, en especial en las orillas de los ríos Capanaparo, Cinaruco y Riecito, afirmaron residentes locales, líderes políticos e investigadores.
“Están sembrando mucho. Siembran un poco por allá, encuentran un buen punto y siembran dos hectáreas por aquí, otra hectárea por allá, media hectárea más abajo. Donde pueden cultivar 50 [hectáreas], las cultivan. Donde pueden cultivar 20, las cultivan”, explicó uno de los políticos.
Y a medida que han proliferado los cultivos en Apure, se han multiplicado los laboratorios. “Solo en los primeros 4 meses de 2022, las autoridades reportaron la destrucción de 17 laboratorios”, señala el informe.
Por ahora la producción de cocaína en Venezuela es muy pequeña en comparación con los altos niveles registrados en Colombia, pero la región fronteriza del país, debido a su pobreza, aislamiento y abandono institucional, es un espacio perfecto para su extensión. “En un país ahogado en una crisis económica, gobernado por un régimen corrupto y devastado por la criminalidad, esa es una apuesta peligrosa”, advierte el informe.
InSight Crime explicó que, como lo demuestra la experiencia en Colombia, los cultivos de coca ofrecen ingresos irresistibles tanto para grupos criminales como para agricultores en la ruina. Una vez que esta práctica se establece, “los intentos de erradicarla fomentan conflictos, resentimiento y mayores lazos entre los grupos armados y las comunidades rurales”.
La producción en Venezuela es impulsada, continúa el estudio, por los mismos grupos que saben capitalizar este tipo de dinámicas para promover la cocaína en Colombia. Además están motivados por la oportunidad de controlar cadenas de suministro autónomas donde pueden cultivar la droga, procesarla y despachar vuelos internacionales, “todo dentro de un área donde pueden operar con una virtual impunidad gracias a sus vínculos con elementos corruptos del Estado”.
InSight Crime advirtió que, independientemente de la magnitud actual, el riesgo es alto, y, subrayó, una vez que la producción de cocaína se arraiga en un país, es muy difícil “dar marcha atrás”.