El dirigente opositor venezolano Juan Guaidó, depuesto este mes como líder de la Asamblea Nacional alternativa al chavismo, advirtió al gobierno español de que no es momento de «relativizar» al «dictador» Nicolás Maduro, que mantiene su «esquema sistemático de persecución» sobre la disidencia.
Guaidó se proclamó hace casi cuatro años ‘presidente encargado’ de Venezuela, haciendo valer su jefatura de la Asamblea que había sido elegida a finales de 2015. Más de medio centenar de países avalaron este movimiento, pero el respaldo internacional se ha desdibujado en los últimos meses.
Ya como diputado raso, tras el cambio de la directiva en el Parlamento opositor, Guaidó ha advertido en contra de cualquier «aproximación» a Maduro, al igual que los gobiernos considerados democráticos no se replantearían acercarse ahora al presidente de Rusia, Vladimir Putin.
«No beneficia ni a la democracia ni a los derechos de los ciudadanos», afirmó Guaidó, que en una entrevista telemática a Europa Press evitó criticar directamente la decisión del gobierno español de elevar de nuevo al primer nivel, el de embajadores, el grado de la relaciones diplomáticas entre Madrid y Caracas.
Sobre los motivos, «habría que preguntarle al presidente (Pedro) Sánchez», dijo el dirigente opositor, que no obstante recordó que «relativizar las actuaciones del régimen no ayuda a los presos políticos que siguen entre rejas» en el país.
España
Nombrar embajador «no es hacer responsable a un dictador», añadió Guaidó, quien reconoció que no ha mantenido contactos con el nuevo representante diplomático, Ramón Santos Martínez.
Así, señaló que cualquier acercamiento debe llevar aparejado «avances» en materia de democracia y respeto de los Derechos Humanos. «Para España y para el resto del mundo democrático, la exigencia tiene que ser que se realicen elecciones justas y libres», apostilló.
También ha llamado a las autoridades españolas ha desoír la petición de arresto formulada esta semana por la Fiscalía chavista contra miembros de la nueva dirección de la Asamblea opositora, entre ellos la presidenta, Dinorah Figuera, que reside en Valencia.
Para Guaidó, está «claro» que «es una acción política, no judicial». «Nuestra expectativa es que se reconozca como tal» y que, por tanto, España deje «sin efecto» cualquier petición de este tipo llegada desde el país sudamericano.
Nueva jefatura opositora
Guaidó cuestionó el movimiento de sus compañeros opositores para poner fin al gabinete político que lideraba, una decisión «política» que considera «absolutamente desacertada» e incluso «inconstitucional». Confía en «no perder de vista» que el enemigo sigue siendo el chavismo.
Esta crisis ha evidenciado las fracturas de la oposición, algo que el propio Guaidó reconoció que beneficia a Maduro. «Si en algo ha invertido la dictadura de Maduro es en hacer ver que hay oposiciones», afirmó.
La solución pasa, a su juicio, por «reconstruir la alternativa», para lo cual marca como primer hito la convocatoria de unas primarias con las que elegir a un candidato común para las futuras elecciones presidenciales, en un intento por reeditar los éxitos logrados en la etapa de Henrique Capriles.
Sobre su potencial candidatura a este proceso, Guaidó evita pronunciarse. «No lo descartamos», se ha limitado a decir, a la espera no obstante de tomar una decisión final cuando haya un calendario claro sobre este proceso aún en el aire.
Guaidó dijo mantener un «contacto regular» con su compañero de partido Leopoldo López –«como con otros muchos líderes políticos»–, que vive en un «injusto exilio» en España. Interrogado por la posibilidad de una candidatura de López, Guaidó señaló que el objetivo de la primarias es «que todos los que quieran participar puedan hacerlo».
Una de las primeras decisiones de la nueva Asamblea ha sido suprimir la mayor parte de las delegaciones que el gabinete de Guaidó tenía en el exterior. Para el dirigente opositor, se trata de un «retroceso» en varios frentes: «Deberíamos estar creciendo en ofensiva diplomática, ni disminuyendo».
«Tener presencia constante y estable en países democráticos es una ventana de visibilizar la crisis, de buscar ayuda», agregó, en una nueva defensa de «herramientas» como las sanciones para tratar de lograr algún tipo de cambio en Venezuela.
Maduro ha intentado jugar la carta de la energía para reclamar una retirada de estos castigos. Guaidó reconoció que «la energía siempre juega un papel fundamental en el ámbito geopolítico», pero a quienes ven en Venezuela una posible fuente de suministros les ha recordado que «Maduro no puede ayudarse ni a sí mismo» porque «no hay gasolina» en Venezuela».
«Venezuela es un país con petróleo, pero no es un país petrolero. Para eso necesitaríamos inversiones milmillonarias», argumentó. Para que Venezuela sea «confiable» en temas de energía, «necesitamos democracia», remachó Guaidó.
En los últimos meses, Maduro ha tratado de recuperar la presencia perdida en foros internacionales, como quedó de manifiesto en la reciente cumbre de la ONU sobre cambio climático celebrada en Sharm el Sheij (Egipto). Entonces, intercambió saludos públicos con líderes como el francés Emmanuel Macron.
«Maduro estaba mendigando reconocimiento y algunos mandatarios del mundo le ayudaban», dijo Guaidó, antes de avisar de que quien se acerca al mandatario venezolano «ensombrece su imagen».
Diálogo con el gobierno
La oposición y el gobierno mantienen abierto un diálogo que por ahora no se ha traducido en grandes avances y sobre el que Guaidó se ha mostrado cauto. «La posibilidad de un acuerdo», indicó, «siempre ha sido eso, una posibilidad».
Depende en su opinión de «múltiples factores», pero ha puesto la pelota en el tejado del chavismo, ya que considera que «depende exclusivamente de la dictadura poder avanzar». No obstante, «entendemos que la solución política pasa por un acuerdo», señaló.
Una de las grandes reivindicaciones opositoras pasa por reclamar la elecciones que «debe» el chavismo, para las que todavía no hay fecha –teóricamente están previstas para 2024–. Guaidó ve a Maduro como «el candidato más fácil de derrotar» en esa cita, ya que considera que «popularmente» es quien cuenta con menos apoyo ciudadano.